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Mariano Rajoy cumple un año en el poder

Rajoy defiende su primer año. Pero ha sido duro. 365 días sin tranquilidad. Y queda mucho. "No está en mente" una crisis de Gobierno. 

El peso de 365 días de tensión permanente, de momentos de verdadera angustia, no han pasado en balde en quien apeló a la solidaridad nacional para salir de la pesadilla y hoy todavía no puede ofrecer mejoría económica alguna, más allá de avanzar un 2013 mejor y un 2014 de crecimiento económico y creación de empleo. Desmejorado, visiblemente más delgado y con problemas de sueño, Mariano Rajoy cree firmemente que el camino iniciado es el correcto, y advierte a navegantes de que no habrá huelga general o protestas que le tumben. "Lo peor ha pasado" pero aún vendrán "momentos muy difíciles". 

El diez de abril, tal vez, fue el peor día del presidente. Las medidas de ajuste de urgencia, no previstas en su agenda inicial de acción, de diez mil millones en Sanidad y Educación no calmaban los mercados, y todos los indicadores se ponían en rojo. Las comunidades autónomas amenazaban con no cumplir. Y Rajoy se quedó sin habla ante los periodistas, acorralado por los micrófonos.

Ha sido un año de batallas. También a nivel europeo, echando el resto por parte del presidente. El seis de junio redactaba una carta a los presidentes de la Comisión y el Consejo; un plan de salvación con su hoja de ruta, de la que queda mucho. La integración fiscal y unión bancaria de la que se dan los primeros pasos. También llamaba a poner fin a la crisis de deuda, para que el sector público y privado se puedan financiar a precios razonables. Ésa es la verdadera obsesión de Rajoy, que vigila a cada instante cómo evoluciona la prima. "Europa está atravesando la crisis más grave desde su creación".

Dos Presupuestos Generales, reformas del sistema financiero y laboral... subidas de impuestos en contra de los principios del PP. El once de julio, en una solemne declaración en la sede de la soberanía nacional, la evidencia: "Los españoles hemos llegado a un punto en que no podemos elegir entre quedarnos como estamos o hacer sacrificios. No tenemos esa libertad. Las circunstancias no son tan generosas", admitió Rajoy. Todo pasa por Bruselas... y por Berlín.

Si hubo algún momento en este periplo por el infierno, que aún continúa, en el que Rajoy pensó en tirar la toalla no se lo ha dicho a nadie. Los suyos le han visto en ocasiones tocado, pero siempre acababa reponiéndose. Y eso que hubo un momento, antes de verano, que "nos temimos lo peor, pensábamos en las imágenes del corralito en Argentina y nos quitaba el sueño".

Pero el presidente aguantó, y sigue en ese esfuerzo de resistencia. Con él, todo su gabinete, compacto, a pesar de las desavenencias entre algunos de sus miembros. Al más alto nivel se descarta una inminente crisis de Gobierno. "No entra en sus planes". Dirigiendo, Soraya Sáenz de Santamaría: "Estamos dispuestos a dar un cambio a lo público", dijo en Libertad Digital. Hoy acomete una reforma de la administración que va lenta, pero que espera se convierta en uno de los hitos del Ejecutivo. Luis de Guindos, pese a lo sugerido en algunos circuitos, cuenta con el respaldo total del jefe.

El Ejecutivo descuidó el resto de ramificaciones de la crisis, y el mensaje rupturista de una parte de Cataluña no fue contestado con contundencia hasta pasados varios estoques. Además, el 13 de septiembre, el ministerio del Interior provocó el mayor cisma interno en el partido del Gobierno en estos 365 días: se anunciaba la puesta en libertad de Josu Urietxebarría Bolinaga. Y, por primera vez, voces muy destacadas utilizaron el Comité Ejecutivo para echar en cara a Rajoy sus pasos. Hubo alarma porque "nuestro electorado está muy descontento". Se empezó a escuchar eso de que "no volveré a votar al PP".

Rajoy intentó la reconciliación, pero las víctimas ya no se fían y le vigilan con lupa. "Que cumpla todo lo que ha dicho hoy aquí", respondió Ángeles Pedraza, tras escucharle en el Homenaje a Miguel Ángel Blanco celebrado en Bilbao el 18 de septiembre.

Por delante queda mucho. Las reformas se tienen que implantar, y vienen otras en camino. El presidente dice ser conscientes de que el bache no está superado. Mira con especial preocupación a Grecia, cuyo poder político se tambalea. También a Francia, que empieza a dar muestras de asfixia. Todo influye, pero Rajoy se mantiene en el camino: "Créanme que damos pasos en la buena solución". ¿Y del rescate? "No se descarta, pero se quiere evitar".

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