Mariano Rajoy se enfrenta a su primer evento internacional en suelo patrio; ni más ni menos que la Cumbre Iberoamericana, en pleno debate sobre si merecen la pena este tipo de foros del que apenas salen acuerdos concretos. Tal vez para darle empaque, se multiplicarán los encuentros bilaterales, señalando el rojo el que mantendrá el presidente con Durao Barroso a una semana de la presentación de los Presupuestos de la Unión Europea.
La fotografía de situación que ofrece Cádiz es la de una ciudad tomada por la policía. No hay calle, e incluso esquina, que no esté vigilada por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. La circulación se está haciendo muy difícil para una localidad habitualmente tranquila, con baterías de coches oficiales circulando a toda velocidad -uno de los coches oficiales sufrió, de hecho, un accidente sin que fuera a mayores-.
El Rey don Juan Carlos, que aterrizó en la víspera y cenó con el ministro de Exteriores, será uno de los pilares del Ejecutivo. Él mantendrá una agenda paralela e intentará cerrar contratos con varios países invitados. Entre los incidentes, cabe reseñar que varios centenares de trabajadores de los astilleros cortaron el único puente que comunica la bahía -y con ello el aeropuerto- con la ciudad.