La mañana amanece lluviosa en Vitoria y las calles, casi desiertas, tienen los paraguas como principales protagonistas. Junto al centro cívico Aldabe Gizarte, el movimiento de gente es mucho mayor. Allí está uno de los colegios electorales que tradicionalmente han supuesto un bastión para el constitucionalismo en la capital vasca.
En una de las mesas electorales de la segunda planta, como una interventora más, está la número tres de la lista alavesa del PP al Parlamento vasco, Laura Garrido. Lee el periódico mientras los votantes depositan su voto. A cien metros suyos, uno de los apoderados de UPyD. Ha llegado de Asturias para ayudar y muestra el contento de su partido por haber conseguido tener un mínimo de dos apoderados en cada colegio de la ciudad, donde la formación magenta se juega el ser o no ser.
La lluvia acompaña todo el trayecto entre la capital alavesa y Mondragón, uno de los bastiones de las franquicias de ETA en Guipúzcoa. Para la ocasión, en el balcón del Ayuntamiento hay una pancarta con el número de preso de Arnaldo Otegi, y un lema debajo pidiendo su excarcelación. A escasos metros, una gran bandera con el Arriano Beltza, símbolo monopolizado por los proetarras, ondea sobre la puerta de una herriko de la calle Ferrerias.
Decenas de ciudadanos esperan a depositar su voto en el frontón municipal, uno de los colegios electorales de referencia en la localidad guipuzcoana. En la pista, entre las mesas 1-4-A y 1-4-B un interventor de EH Bildu lleva una pegatina a favor de los presos de ETA en el pecho. Nadie le dice nada, a simple vista, imposible localizar a un interventor de cualquier partido constitucionalista.
A apenas quince minutos por una sinuosa carretera de montaña se llega hasta la localidad vizcaína de Elorrio, donde el grupo de militantes y simpatizantes que realizaron campaña con el único edil de la localidad, Carlos García, se han citado también este domingo para tener presencia en el principal centro de voto, el frontón de la localidad. Junto a ellos, para echar una mano, una apoderada llegada desde Madrid. Según comentan, rige la normalidad, ni un incidente digno de reseñar.
El panorama cambia por completo en la vecina Durango, a los pies del Parque Natural de Urquiola, un auténtico bastión del PNV en la provincia. En pleno casco antiguo, en las cercanías de varios colegios electorales, los acólitos de ETA han montado un auténtico aquelarre proetarra. Todas las txoznas montadas en la zona están dedicadas al monotema del acercamiento de los presos que cumplen condena en cárceles de fuera del País Vasco y Navarra. Alguna pancarta pide la salida de los efectivos de la Guardia Civil en la provincia.
A unos metros de las txoznas, visible desde la plaza de la iglesia, una pancarta de lado a lado de la calle pide el regreso de los presos encarcelados. En la parte de abajo del mismo, se observan las fotos de dieciséis terroristas de la localidad. Un policía municipal pasa por debajo. No hace nada, no parece importante la presencia de la misma. Su presencia se pierde en el horizonte y no ha hecho nada por retirarla de allí. Seguirá entonces hasta que el viento o los proetarras decidan retirarla.
La autopista conduce entonces hasta el Valle de Ayala, una zona alavesa a escasos kilómetros de Bilbao con una fuerte presencia proetarra, pero cuna de la heroica resistencia al nacionalismo impulsada por un grupo de cargos públicos y militantes populares que ven con preocupación la deriva de su partido.
De allí son 'los nueve de Ayala', como se conoció a los representantes de esta zona del PP que desaprobaron la ponencia política y la gestión de Antonio Basagoiti al frente del partido en el último congreso de los populares vascos. Suyas son las dos únicas sedes que el Partido Popular tiene a pie de calle en la región.
En la sede popular de Llodio, la localidad que viera nacer al exlehendakari Juan José Ibarretxe, el cristal blindado tiene varios golpes fruto de fuertes impactos con objetos muy contundentes. También quedan restos de pintura. En el interior, una gran mesa y los restos de la comilona que se ha dado a las decenas de interventores que han venido de Madrid para ayudar en esta zona.
A cuatrocientos metros de la misma, en la calle principal de la localidad, un colegio electoral está enfrente del cuartel de la Guardia Civil en el municipio. Al lado del patio, un cartel sin firma con un tricornio de la Benémerita con el logo del PP, y una pregunta en euskera y castellano que dejo entrever quiénes lo han pegado: "¿De verdad les vas a dar tu voto?"
En la vecina Amurrio está el resto de interventores y apoderados llegados desde Madrid al Valle de Ayala. La normalidad reina en los colegios electorales. Ni un batasuno se ha ido de madre durante toda la jornada. Es más, han sido particularmente simpáticos. En el centro cultural, uno de los interventores de EH Bildu se ofrece a dejarle su móvil a una interventora popular para que se conecte a internet. En otro de los colegios electorales, el interventor proetarra avisa al popular de que no tiene papeletas electorales en la cabina del voto secreto.
La conclusión parece clara. Hay instrucciones directas desde las altas esferas batasunas para que todos se comporten civilizadamente. El lobo disfrazado de cordero siempre obtiene mejores recompensas que el que muestra su fiereza y sus instintos más perversos.