El Gobierno alerta de que los gritos independentistas "también cotizan en Bolsa"
En privado, es el arma de Rajoy ante los empresarios. En público, Soraya advierte: el órdago de Mas afecta a las previsiones económicas.
El Gobierno vinculó directamente las proclamas secesionistas lanzadas desde el nacionalismo catalán con las perspectivas económicas negativas que, en las últimas horas, han arrojado tanto el Fondo Monetario Internacional como Standard and Poor’s. En palabras de Soraya Sáenz de Santamaría, "cuando uno altera la estabilidad política necesaria para lograr el crecimiento económico y la creación de empleo empeora la financiación de la pyme de Casteldefels y del pequeño empresario de Aranda de Duero". Resumiendo: "Nos afecta a todos".
Todo cala, dicen en el Ejecutivo. Por ejemplo, que en las comparecencias que el presidente celebra en un país extranjero se le pregunte por la independencia de Cataluña, y se extienda el interrogante al anfitrión, como ocurrió en Marruecos. O este mismo miércoles, cuando en París François Hollande escuchaba atento la polémica en España a propósito de la falta de libertades en materia educativa en esa misma región.
La propia agencia S&P destaca en su informe los conflictos entre el Estado y sus regiones y asegura que es parte del problema. Y es que, inciden fuentes gubernamentales, los organismos internacionales siguen posando su atención en el país, y evidentemente también en sus problemas internos. "Los ven como una amenaza ante posibles inversiones porque lo que menos quieren son problemas añadidos", aseguran. Leen las portadas y se "asustan" ante términos como independencia, descontando el enfado monumental que en el Gobierno provoca que la prensa internacional se recree con el asunto.
En el Ejecutivo, admiten en privado, se sienten desbordados y no saben como cimentar el muro contra los secesionistas. Pero lo que sí que tienen claro, y así lo transmite tanto en público como en privado -por ejemplo, ante empresarios- Mariano Rajoy, es que afectará tanto a la economía regional como al conjunto. En otras palabras, que "la estabilidad política también cotiza en bolsa", como se encargó de remachar este jueves la vicepresidenta.
El debate se instaló en el Congreso, donde el titular de Exteriores, José Manuel García Margallo, insistió en que la deriva independentista daña sobremanera la marca España, y añadió: "Los que han intentado negar la indudable hispanidad de Cataluña (..) han fracasado siempre y fracasarán siempre, y nos perjudicarán a todos y especialmente a los ciudadanos catalanes".
Esto no quiere decir que en Moncloa no preocupen las últimas previsiones, que distan mucho de dibujar un escenario de salida de la crisis. La vicepresidenta afirmó que se queda con la parte positiva, la de que se están ejecutando los ajustes que el país necesita, y aseguró que no habrá modificación alguna en su política económica, a pesar de que el propio FMI abre la puerta a flexibilizar el objetivo de déficit público. Según los cálculos del Ejecutivo, la cifra tendría que quedar en el 6,3% en el año en curso, extremo que parece lejano leyendo los papeles del Fondo Monetario. Pero, pese a todo, Sáenz de Santamaría tachó de "básica" la contención fiscal y se comprometió a continuar con unas reformas "que todo el mundo reconoce".
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