A las ocho y media de la mañana del viernes 21 de julio de 1978, la banda terrorista ETA asesinaba a tiros al general de Brigada del Ejército, JUAN MANUEL SÁNCHEZ-RAMOS IZQUIERDO, y a su ayudante, el teniente coronel JUAN ANTONIO PÉREZ RODRÍGUEZ, enfrente del domicilio del general en la calle de Bristol del Parque de las Avenidas de Madrid. El atentado se produjo el mismo día que, con doscientos cincuenta y ocho votos a favor, dos en contra y catorce abstenciones, el Congreso de los Diputados aprobaba el proyecto del texto de la Constitución Española.
El general acababa de subir al automóvil oficial aparcado frente a su domicilio para dirigirse a su despacho en el Cuartel General del Ejército. En el asiento posterior del vehículo ya se encontraba su ayudante, el teniente coronel Pérez Rodríguez, al que, como todos los días, había recogido con anterioridad en su domicilio de la calle de Colombia el chófer del vehículo oficial, el soldado Pedro de las Heras. Cuando el conductor había cerrado la puerta trasera del vehículo aparecieron dos terroristas, un hombre y una mujer, que abrieron fuego a través de las dos ventanillas traseras sobre el general y su ayudante. El hombre disparó contra el teniente coronel y la mujer contra el general. Ambos murieron en el acto, después de haber recibido entre diez y quince impactos de bala. Poco después fueron recogidos once casquillos de bala en el lugar del atentado.
"Ya se habían metido los dos en el coche -contaba el conductor instantes después del atentado-, e iba yo a sacar la funda del banderín, cuando los vi: una chica vestida de verde y un chico con bigote. Eran jóvenes, de unos veintitantos años. La chica vino por la parte derecha y disparó sobre el general. El chico, desde la parte izquierda, donde estaba sentado el ayudante. Yo retrocedí y entonces el chico volvió la cabeza y me miró, pero luego continuó hacia un taxi marca Renault 12, aparcado enfrente. Yo venía a buscar al general todos los días, más o menos a la misma hora. Primero recogía al ayudante en la calle de Colombia, donde vive, y luego veníamos aquí a recoger al general".
El atentado se produjo con una gran rapidez y los pistoleros de la banda huyeron en dirección a la M-30 en el taxi aparcado enfrente, donde les esperaba una tercera persona. El taxi había sido robado a su propietario media hora antes. "Al preguntarles la dirección a la que les debía llevar -declaró posteriormente el propietario- el joven de mi derecha me indicó, sacando una pistola, que lo que querían era el coche, y que saliese del mismo y no pasaría nada (...) Una vez que bajé del taxi y se fueron con él los tres jóvenes, llamé por teléfono a mi antiguo jefe, del que fui chófer, el general de Infantería Antonio Alemán Ramírez, el cual llamó a su vez al 091 para comunicar lo ocurrido, indicándome que efectuase la denuncia, lo que hice en la comisaría de San Blas".
Aunque la rapidez del atentado cogió por sorpresa a los escasos testigos que lo presenciaron, un sargento de la Policía Armada de paisano que pasaba en ese momento por la calle de Bristol en su automóvil, pudo ver los instantes finales del atentado y siguió al taxi en el que los terroristas habían emprendido la huida por la M-30. La persecución continuó hasta cerca de la estación de Chamartín, donde abrió fuego contra el taxi, alcanzándolo en una de las ruedas traseras. Los terroristas se vieron obligados a robar otro vehículo a punta de pistola para continuar la huida. El sargento de Policía consiguió, además, herir a uno de los terroristas, Isidro Etxabe Urrestilla, alias Zumai, que pese a ello consiguió escapar y llegar a Francia donde le curaron las heridas.
En el taxi, que fue llevado a la sede de la Dirección General de Seguridad, fueron halladas dos granadas de mano, una pistola y munición. En un segundo vehículo robado en la M-30 los etarras continuaron la huida por la carretera de Burgos, abandonándolo en la puerta de una fábrica.
Una hora más tarde de cometerse el atentado, hacia las nueve y media de la mañana, el juez de guardia ordenó el levantamiento de los cadáveres. Poco después llegaron dos ambulancias que trasladaron los cuerpos de los militares asesinados al Hospital Militar Gómez Ulla. El cuerpo del general presentaba varios impactos de bala, mientras que su ayudante sólo parecía tener un disparo en la sien.
Isidro Etxabe Urrestrilla, Zumai, un histórico de la banda detenido en 1981 en Madrid junto al fallecido Joseba Arregui, fue condenado por la Audiencia Nacional en 1982 a 70 años de cárcel por el doble asesinato. No obstante, obtuvo la libertad en 1994, después de criticar la continuidad del terrorismo. En diciembre de 1990 dirigió una carta a la dirección de la banda terrorista en la que criticaba duramente la estrategia política seguida por ETA en los últimos tiempos, a la que llegaba a calificar de "locura". Isidro Etxabe había acumulado penas de 201 años por varios asesinatos. Tras condenar el asesinato del niño Fabio Moreno en Erandio y el atentado contra Irene Villa y su madre, María Jesús González, fue excarcelado. Había pasado 14 años en prisión.
La mujer que acompañaba a Etxabe nunca fue detenida ni juzgada.
Ese sábado, Jesús María estacionó su Renault 12 y se encaminó, en torno a las 23:00 horas, hacia la sala de fiestas Sunday. Un terrorista le disparó a bocajarro cinco disparos, de los que tres le alcanzaron en la cabeza. Trasladado urgentemente a la Clínica de San Miguel, falleció antes de llegar.
En esa sala de fiestas de Beasain estuvieron el 6 de enero de 1979 el guardia civil Antonio Ramírez Gallardo y su novia, Hortensia González Ruiz la noche que fueron acribillados a balazos por miembros de la banda terrorista.
Al día siguiente el Ayuntamiento de Villafranca de Ordicia acordaba en votación secreta, por doce votos a favor y tres en contra, condenar el asesinato de Jesús María Colomo, considerando que el objetivo de este tipo de hechos es "mantener un clima de frustración y amargura que impida el avance de nuestro pueblo por vías de entendimiento y responsabilidad política". Decidieron también que las fiestas de la localidad, que debían haber comenzado el día anterior por la tarde, no comenzasen hasta después de celebrado el funeral por el alma de Jesús María, que tuvo lugar a última hora de la tarde del domingo. Durante ese día permanecieron cerrados la mayor parte de los bares de la localidad.
El lunes 24 de julio, ETA militar enviaba un comunicado a distintos medios de comunicación del País Vasco en el que señalaba que proseguirían con la "acción armada ofensiva contra todos los soportes del Estado español en Euskadi". En ese comunicado la banda reivindicaba el asesinato de Jesús María Colomo.
Jesús María Colomo Rodríguez, de 26 años, estaba casado y su mujer se encontraba en avanzado estado de gestación. Era natural de Larraga (Navarra) aunque desde hacía veinte años vivía en Villafranca de Ordicia con su familia. Carlos Colomo, hermano de Jesús María, envió una carta a los concejales del Ayuntamiento para agradecer su actitud tras el asesinato. En la carta hacía referencia a la personalidad de su hermano: "Se habían corrido bulos de que tenía una ideología proclive a la derecha. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que eso no era cierto. Últimamente había participado en manifestaciones pro amnistía y pro estatuto. Según sus amigos, había votado en la elecciones generales a la coalición Herri Batasuna, y en las municipales, al PNV. Había apoyado a los bares abiertos a favor de las ikastolas". Carlos Colomo Rodríguez era dirigente de la Organización Revolucionaria de los Trabajadores de Barcelona y miembro de la Comisión ejecutiva del Partido de los Trabajadores de España.