Jesús García García y Antonio Díaz García
El asesinato de JESÚS GARCÍA GARCÍA el 5 de enero de 1980, fue el primero del que acabaría convirtiéndose en el año más sangriento de la banda terrorista, con 98 muertos. La escalada había comenzado en 1978, con 68 asesinados, y continuado en 1979, con 80. Nunca después volvimos a sufrir una cifra tan alta de asesinados por ETA que, además, contaba en esos momentos con importantes recursos financieros gracias a la práctica sistemática de la extorsión y la tolerancia de Francia.
Jesús García era hostelero y fue asesinado en torno a las siete de la tarde en el Bar Ion Kola de Baracaldo, del que era propietario. Dos individuos entraron en el local y le dispararon a quemarropa por la espalda dos disparos en la cabeza, uno en el corazón y otro en el pulmón. No hubo testigos directos del asesinato y los dos empleados del local apenas pudieron dar algunos datos. Los pistoleros de la banda huyeron en un Seat 131 donde esperaban otros dos terroristas. El vehículo había sido robado dos horas y media antes en Portugalete. Posteriormente, un aviso de ETA al diario Egin permitió localizarlo abandonado en El Regato.
Por este atentado (y el que pocos días después, el 23 de enero, sufrió Alfredo Ramos Vázquez) fueron juzgados el periodista de Interviú Francisco Xavier Vinader Sánchez y el expolicía Francisco Ros Frutos, como autores de un delito de imprudencia temeraria y cooperador necesario de los asesinatos, respectivamente. El motivo fueron unos artículos aparecidos en la revista un mes antes en los que se acusaba a Jesús García de ser el cabecilla de un grupo ultraderechista en el País Vasco y se daban los suficientes datos personales (nombre, cafetería que regentaba, dirección y matrícula del coche) como para ser fácilmente identificado. En la revista decían de Jesús que era una persona peligrosa, un ultra fanático de Fuerza Nueva, confidente de la Policía y la Guardia Civil, que utilizaba un Ford Taunus para detectar etarras. También lo acusaban de ser el máximo organizador de las acciones de incontrolados ultraderechistas en la margen izquierda.
El 9 de enero de 1980 la revista Interviú hizo pública una nota en la que se quejaba de que "cierta prensa española nos hace prácticamente responsables y casi coautores de la muerte de Jesús García en el País Vasco". Vinader sería condenado a 7 años de reclusión mayor y Ros Frutos a 4 de reclusión menor. Ambos condenados recurrieron la sentencia al Tribunal Supremo que, en febrero de 1983, confirmó las condenas impuestas por la Audiencia Nacional. El Alto Tribunal reiteró que existía relación de causalidad entre lo publicado por el semanario Interviú y el asesinato de Jesús García García y Alfredo Ramos Vázquez, teniendo en cuenta, además, que "el resultado lesivo producido" era "previsible en las condiciones reinantes en el País Vasco". La relación de causalidad existe aunque el periodista no lo hubiera querido de forma intencionada, motivo por el que no fue condenado por inducción o complicidad.
Vinader Sánchez y Ros Frutos son los únicos condenados por el asesinato de Jesús García porque a día de hoy sigue sin saberse quiénes fueron los autores materiales del mismo.
Jesús García García era natural de Arrigorriaga (Vizcaya) y tenía 43 años. Estaba casado y tenía tres hijos. Vivía con su familia en Baracaldo. Recientemente, su hija Susana García contó por primera vez su historia al diario El Mundo (21/11/2010). Era vísperas de Reyes, tenía 14 años y al asesinato de su padre tuvo que unir el aislamiento social. En su instituto nadie volvió a dirigirle la palabra, "nadie se quiso sentar a su lado. Alrededor de ella había una U brutal de pupitres vacíos", cuenta el diario. Además tuvo que oír frases como "ahí va la hija del hijo puta ese que se han cargado". Su hermano de 17 años también perdió su círculo de amigos.
La familia de Jesús comparte aniversario macabro con la de ANTONIO DÍAZ GARCÍA, asesinado de dos disparos el 5 de enero de 1981. También era hostelero, propietario del disco-bar La Gramola. ETA lo relacionó con el tráfico de drogas para justificar el asesinato.
Antonio Díaz fue asesinado en Rentería (Guipúzcoa). Según el médico forense el fallecimiento debió de producirse en torno a las tres de la madrugada, poco después de que Antonio hubiera cerrado al público La Gramola. Los agresores lo esperaron en el rellano del ascensor del inmueble, situado en el número 69 bis de la avenida de Navarra, en cuyo séptimo piso residía la víctima. Ninguno de sus vecinos se percató del asesinato hasta las seis de la mañana, cuando uno de ellos salió a trabajar y se lo encontró sin vida en el descansillo. El cadáver presentaba dos heridas por arma de fuego en la cabeza, con orificio de entrada en la parte anterior, que provocaron pérdida de masa encefálica y la muerte instantánea de la víctima.
Fuentes policiales señalaron que los autores del atentado utilizaron en su huida un automóvil robado una hora antes, a punta de pistola, a un vecino de Oyarzun. Tras apoderarse del vehículo, un Seat 124 matriculado en San Sebastián, dos individuos armados abandonaron a su propietario en una cantera tras robarle el Documento Nacional de Identidad. En torno a las 8:45 horas consiguió soltarse de las ataduras. El vehículo se localizó a última hora de la tarde en Ategorrieta.
Antonio Díaz García era natural de San Sebastián y tenía 29 años. Estaba casado sin hijos. Residía desde hacía años en Rentería y, según la Policía, su local era frecuentado por drogadictos. Los Comandos Autónomos Anticapitalistas alegaron su relación con el mundo de la droga para justificar el asesinato.