A las cuatro de la tarde del miércoles 9 de junio de 1976 la banda terrorista ETA asesinaba a tiros en Basauri a LUIS CARLOS ALBO LLAMOSAS cuando se dirigía a pie al Instituto de Enseñanza Media de la localidad vizcaína, donde daba clases de Formación Política.
Dos terroristas le esperaban en el cruce de la calle Tercio de Lácar con la avenida de José Antonio. Cuando la víctima se acercó efectuaron varios disparos de pistola a bocajarro y, seguidamente, se dieron a la fuga en dirección a Bilbao en un coche donde les esperaba una tercera persona con el motor en marcha. Pocas horas después del asesinato, el vehículo utilizado por los etarras, un Renault-8 de color amarillo, fue encontrado en la calle Ortiz de Zárate. El propietario del vehículo denunció el robo el mismo día del atentado.
Albo Llamosas, abogado y jefe local del Movimiento Nacional, el partido único del Régimen de Franco, resultó alcanzado por seis disparos en la cabeza, cuello y vientre. Nada más producirse el atentado, fue atendido por unos policías municipales y trasladado urgentemente al Hospital Civil de Bilbao, donde ingresó cadáver.
Cuando Luis Carlos era conducido en ambulancia al hospital se cruzó con ella una de sus hijas, Herminia, de 23 años de edad. Posteriormente diría a los periodistas: "Cuando vi pasar la ambulancia me temí lo peor. Mi padre no había recibido amenazas directas, pero creía que algo le podía pasar. Él era de los que siempre dan la cara y por eso algunos no le querían bien. A pesar de todo, nunca había tomado precauciones". También señaló que su padre solía llevar siempre el rosario encima y que acostumbraba a decir que "si está de Dios que atenten contra mi vida, que sea lo que él quiera". Pese a que tenía permiso de arma corta, nunca iba armado.
Sin embargo, y según algunas informaciones que se publicaron en la prensa, hacía tan sólo unos días que se le había aconsejado a Albo Llamosas que adoptase alguna precaución especial, porque se temía que pudiera ser objeto de un atentado por parte de un grupo de ETA-V Asamblea que había cruzado la frontera franco-española.
Dos días después, el 11 de junio, la banda terrorista reivindicaba el atentado en un comunicado hecho público en el sur de Francia, en el que señalaba que con anterioridad le habían amenazado por su colaboración con las Fuerzas del Orden.
Los funerales por Luis Carlos se celebraron al día siguiente en Basauri con la asistencia de unas dos mil personas. El féretro recorrió, a hombros de compañeros de Falange, los setecientos metros que separan la Jefatura Local del Movimiento, donde finalmente quedó instalada la capilla ardiente, de la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, en el barrio de Ariz. En medio del cortejo ondeaba la insignia de la Centuria Felipe Albo, que tomó el nombre de un hermano muerto en la guerra. A la entrada del templo se profirieron algunos gritos, ante los cuales el hijo mayor del fallecido, Luis Carlos, también abogado, pidió silencio a todos los presentes, ya que a su padre le hubiera gustado "que esto fuera un acto de oración". Entre los asistentes a las honras fúnebres encabezaba el duelo oficial el vicesecretario general del Movimiento y ex gobernador civil de Vizcaya, Ignacio García López. Junto a él estaban presentes las primeras autoridades provinciales, representantes de las Fuerzas Armadas y numerosos falangistas de las distintas ramas.
Al finalizar el acto religioso, nuevamente tomó la palabra el hijo mayor de la víctima para agradecer los numerosos testimonios de pésame recibidos, entre ellos el del ministro de la Gobernación, Manuel Fraga Iribarne. Recordó que su padre y él habían jurado bandera juntos, porque su padre no había podido cumplir el servicio militar por problemas en la vista, y evocó su último encuentro, cuando hacía unas semanas fue a visitarle a Burgos, donde se encontraba como sargento haciendo el servicio militar.