El atentado se produjo cuando se disponía a entrar en su domicilio en la calle Dato, tras haber salido de la factoría Michelín. Momentos antes había aparcado su automóvil en una plaza cercana y había comprado el periódico en el quiosco de la estación de ferrocarril, situado en las proximidades. Era su rutina diaria, que los etarras que acabaron con su vida conocían muy bien.
Según testigos presenciales, tres individuos se le acercaron por la espalda y, cuando Hergueta se disponía a entrar en el portal de su domicilio, uno de ellos efectuó dos disparos que le alcanzaron en la nuca y le causaron la muerte en el acto. En ese momento, numerosas personas transitaban por la calle Dato y fueron testigos del asesinato. Un guardia municipal desenfundó su pistola e intentó detener a los terroristas, pero se le encasquilló el arma y no pudo hacer nada.
Los directivos de la factoría Michelín, empresa en la que se habían registrado diferentes conflictos laborales, habían sufrido varios atentados y secuestros. El 19 de mayo de ese mismo año, Jesús Casanova, otro directivo alavés de la factoría, había resultado herido de gravedad al ser alcanzado por varios disparos. La dirección de la fábrica había remitido a la comisaría de Policía de Vitoria, días antes de ese atentado, la fotocopia de una carta en la que se hacía referencia a una conversación que se había escuchado en un bar de Vitoria entre el familiar de un despedido de la factoría y otra persona. Según esa conversación, el despedido sabía que se estaba preparando "algo" contra Jesús Casanova y Luis Hergueta.
Anteriormente, el 5 de febrero de 1979, el director general de la empresa en España, George Rouzier, fue secuestrado por miembros de ETA político-militar. Tras ser herido en una pierna, fue liberado y abandonado en un descampado. Pocos días después, el 19 de febrero, mientras las negociaciones para un nuevo convenio entre empresa y trabajadores estaban paralizadas, fue también secuestrado Luis Abaitua, director de la factoría alavesa. Entre sus secuestradores estaba Arnaldo Otegi, entonces integrado en ETA político-militar y, posteriormente, en su brazo político, Herri Batasuna.
En los dos años de situación de conflicto laboral en la fábrica de Vitoria -ya que la firma del convenio del año anterior (1979) no solucionó los problemas-, Luis Hergueta y otros dos o tres directivos se habían ganado fama de duros en la negociación de los convenios. En diversas manifestaciones laborales que pasaron cerca de su domicilio se habían proferido gritos y amenazas contra su persona. Fuentes laborales lo señalaron como beligerante en los enfrentamientos producidos, en los meses anteriores, entre huelguistas y no huelguistas, que decidieron desafiar a los grupos de trabajadores concentrados en la puerta de la fábrica.
Al día siguiente del asesinato ETA político-militar reivindicó el mismo a través de un comunicado en el que se hacía referencia a los conflictos laborales que se estaban produciendo en las factorías de Michelín de Vitoria y Lasarte. El atentado causó sorpresa en la mayoría de los sectores vascos, pues significaba una vuelta de los polis-milis a sus planteamientos iniciales sobre la "lucha armada", cuando hacía tiempo que habían desistido de realizar atentados mortales. En el comunicado, la banda asesina hacía una breve historia de los conflictos laborales que se habían planteado en las factorías de la empresa Michelín, que, según ETA, se caracterizó durante la década de los "setenta por una política enormemente represiva con los trabajadores". En el comunicado acusaron a la víctima de haber sido el máximo responsable de la represión y uno de los principales organizadores de los servicios de seguridad internos de la empresa. Asimismo, facilitaban una lista de 34 personas, acompañadas del cargo que ostentaban, a las que la banda consideraba como parte de la estructura del servicio de seguridad interior, "compuesto de mandos intermediarios(sic), esquiroles y colaboradores de la patronal".
En 1982 fueron condenados por un delito de colaboración con banda armada dos trabajadores de la fábrica Michelín en Vitoria: Modesto García Marañón y su esposa, Miren Edurne García Artal. Fueron ellos quienes, durante el juicio, reconocieron a José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea, Josu Ternera, como el terrorista que, en compañía de otro no identificado, les pidió una fotografía de Luis María Hergueta para poder atentar contra él. Muchos años después, en septiembre de 2005, mientras Josu Ternera estaba en paradero desconocido, el juez de la Audiencia Nacional, Santiago Pedraz, solicitó a Interpol España la busca y captura del dirigente etarra por considerarlo autor de un delito consumado de asesinato en la persona de Luis María Hergueta. Urrutikoetxea, considerado uno de los "históricos" de ETA, se encontraba en paradero desconocido desde que en 2002, siendo parlamentario vasco, fuera citado por el Tribunal Supremo como imputado en el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza. Su última aparición en una sesión plenaria del Parlamento Vasco se produjo el 12 de julio de 2002 y, desde noviembre de ese mismo año, pesa sobre él una orden internacional de busca y captura. En diciembre de 2004, dos años y medio después, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco decretó la suspensión de su condición de parlamentario.
Luis María Hergueta Guinea tenía 52 años. Era conocido por su afición al deporte de la pelota, en su modalidad de pala, y de hecho se encargaba de organizar competiciones en las que participaban trabajadores de la empresa. Se trataba de una persona relativamente conocida en la ciudad, al ser de ascendencia alavesa y proceder también su esposa de un pueblo de Álava. Luis era perito industrial, aunque desempeñaba un nivel laboral equivalente al de ingeniero. Antes de ser nombrado jefe de las oficinas técnicas de Michelín, en Vitoria, había realizado algunas funciones relacionadas con la oficina de personal en la factoría que esta multinacional tenía instalada en Lasarte-Oria. Hergueta Guinea estaba casado y tenía dos hijos, de 20 y 16 años. Fue enterrado en el cementerio de Ormaiztegui (Guipúzcoa) tras el funeral celebrado en la Iglesia de San Miguel de Vitoria.
El 25 de junio los ocupantes de dos coches todoterreno de la Guardia Civil observaron los movimientos sospechosos de tres individuos que estaban acampados en la orilla del río Irati. El sargento Hervás bajó por un terraplén para pedirles la documentación y que le mostraran el contenido de sus mochilas. En ese momento el etarra Germán Rubenach Roig, uno de los tres sospechosos, disparó al guardia civil, provocándole la muerte. Hervás Mañas fue alcanzado por tres disparos en el cuello, el pecho y un brazo. Una vez en el suelo, le robaron su arma reglamentaria. Rubenach estaba acompañado por Juan María Lizarralde Urreta y Susana Arregui Maiztegui. Los tres habían sido trasladados días antes a la Foz de Lumbier por Javier María Goldaraz Aldaya y Juan José Zubieta Zubeldia. Haciéndose pasar por excursionistas, estudiaban los hábitos y rutinas de las patrullas de la Guardia Civil con el fin de atentar contra sus miembros.
Tras asesinar al sargento Hervás, se produjo un intercambio de disparos entre los tres terroristas, que abrieron fuego para cubrir su fuga, y los demás guardias civiles que componían la patrulla de vigilancia, resultando gravemente herido el sargento de la Guardia Civil José Domínguez Piris, comandante del puesto de la cercana localidad de Yesa. Fue trasladado a la Clínica Universitaria de Pamplona, donde se le intervino quirúrgicamente para intentar extraerle una bala que le había entrado por la cadera derecha y había quedado incrustada en la zona posterior izquierda del sacro.
Los tres terroristas huyeron a pie y en su huida se les cayó una bolsa en la que, entre otros objetos, se encontró una pistola del calibre 9 milímetros parabellum. Inmediatamente se organizaron patrullas de la Guardia Civil que acordonaron y batieron la zona, apoyadas por helicópteros. Cerca de las nueve de la noche, una de las patrullas encontró en la orilla del río Irati a un hombre con una herida de bala en la cabeza, que poco después fue identificado como Germán Rubenach Roig, antiguo integrante del grupo Txalupa de ETA, ya desarticulado. El etarra fue trasladado al Hospital de Navarra donde, a medianoche, fue intervenido quirúrgicamente.
Al día siguiente, hacia las 9:00 horas, cuatro guardias civiles que seguían batiendo la zona encontraron los cadáveres de Juan María Lizarralde y Susana Arregui a orillas del río Iratí, a unos quinientos metros de donde había sido asesinado el sargento Hervás el día anterior. Ambos presentaban disparos de bala en la cabeza. Debajo del cuerpo de Arregui encontraron la pistola reglamentaria del sargento asesinado, mientras que debajo del cadáver de Lizarralde se encontró una pistola marca Browning. Esta última pistola es la que se había utilizado para acabar con la vida del ex policía nacional Francisco Almagro Carmona, asesinado en Pamplona el 3 de junio de ese mismo año.
La Guardia Civil encontró entre las pertenencias de los terroristas abandonadas en la Foz de Lumbier (Navarra), notas manuscritas tomadas la semana anterior sobre los movimientos por la zona de patrullas del Instituto Armado, por lo que consideraron probable que estuvieran preparando un atentado.
El ministro del Interior, José Luis Corcuera, defendió ante los medios de comunicación y en sede parlamentaria que Arregui y Lizarralde se habían suicidado al verse rodeados por efectivos de la Guardia Civil. Por su parte, el lehendakari José Antonio Ardanza manifestó el 27 de junio: "Quiero creer la versión oficial, pero me extraña porque no creo que dos miembros de ETA se suiciden". Estas declaraciones provocaron una gran polémica y una reacción inmediata del Partido Socialista de Euskadi.
Sucesivas sentencias judiciales no han logrado esclarecer completamente los hechos. En un fallo de 1995 la Audiencia Nacional señaló que no había pruebas sólidas para sostener que se hubiera producido ni un suicidio colectivo, ni un "homicidio consentido" acordado entre los tres etarras para quitarse la vida.
En 1992 Germán Rubenach Roig fue juzgado y condenado a 57 años de reclusión por el asesinato de José Luis Hervás y el asesinato frustrado de José Domínguez Piris, entre otros delitos. En ese mismo fallo se condenó a Juan José Zubieta Zubeldia a 24 años de cárcel como autor de un delito de atentado en grado de conspiración. En 1993 fue condenado Javier María Goldaraz Aldaya a 23 años de cárcel como autor de los delitos de militancia en banda terrorista y atentado en grado de conspiración. Estos dos últimos etarras fueron los que trasladaron a Rubenach, Lizarralde y Arregui hasta la Foz de Lumbier para que preparasen un atentado contra la Guardia Civil.
José Luis Hervás Mañas, de 34 años de edad, era natural de Yeste (Albacete). De niño había vivido en Castellón, donde formó parte de un grupo musical llamado Los D-2. En Castellón residía su familia y ahí fue enterrado. Estaba casado y tenía dos hijos, una niña de 12 años y un niño de 10. José Luis estudiaba la carrera de Derecho y sólo le faltaba una asignatura para terminarla. Destinado en Navarra desde marzo de 1990, tenía previsto trasladarse a Castellón en el mes de julio, donde ya tenía plaza asignada. El sargento estaba en posesión de la Cruz de la Orden del Mérito Militar.
Los hechos ocurrieron sobre las 11:10 horas de la mañana en el barrio de Capuchinos de Rentería. Manuel Zamarreño, acompañado por su escolta, acababa de comprar el pan en un establecimiento que dista unos trescientos metros de su domicilio, tal y como hacía habitualmente. Apenas había caminado unos metros cuando explotó una moto-bomba, cargada con tres kilos de amonal, aparcada en la acera y accionada a distancia. La moto era tipo scooter y fue activada desde una ladera cercana, desde la que se podía vigilar los pasos de Zamarreño en lo que era su rutina habitual. Manuel Zamarreño, que vivía en el número 6 de la calle de Basanoaga, solía bajar a buscar el pan entre las once y la una del mediodía. De vez en cuando, el concejal popular compraba el periódico en un quiosco próximo a su domicilio, y tampoco era extraño verle paseando por el barrio, en los últimos meses acompañado de un escolta, según relataron algunos vecinos.
La explosión afectó de lleno al edil, que quedó tendido sin vida entre dos coches aparcados en batería. Juan María Quintana, el escolta, se encontraba a unos cinco metros del edil cuando se produjo la explosión. Testigos presenciales vieron al ertzaina apoyado en un coche "con la cara ensangrentada". La onda expansiva había causado importantes destrozos en varios automóviles y roto los cristales de numerosas viviendas.
Una unidad medicalizada de Osakidetza trasladó al ertzaina al Hospital Nuestra Señora de Aránzazu, donde ingresó con síndrome por onda expansiva, heridas múltiples por metralla en buena parte del cuerpo y traumatismo ocular, según el primer parte emitido por el servicio de urgencias.
El cadáver de Manuel Zamarreño, séptimo concejal del Partido Popular muerto en atentado en poco más de tres años, permaneció tumbado en el suelo, cubierto por una manta, por espacio de dos horas y media, hasta que el juez ordenó su levantamiento.
Manuel llevaba poco más de un mes en la concejalía que había ocupado José Luis Caso, pues tomó posesión de la misma el 21 de mayo. Ambos habían sido compañeros en Astilleros Luzuriaga durante veinticuatro años. Por amistad con José Luis, Manuel se había afiliado al PP en 1995 y había aceptado ir tercero en las listas de Rentería, una localidad con fuerte presencia de proetarras radicales. Poco antes de morir, Zamarreño explicó el motivo por el que decidió sustituir a José Luis: "Es un homenaje a mi amigo y compañero José Luis. Lo tenía decidido desde el principio, lo dije en su día, cuando me lo propusieron en Irún, y no he cambiado de opinión en ningún momento. No he tenido ninguna duda, siempre he estado convencido."
En la toma de posesión, Zamarreño acusó directamente a los cinco ediles de Herri Batasuna de haber facilitado información a la banda terrorista para llevar a cabo el asesinato de su antecesor en el puesto. Según denunció Zamarreño, Caso no era conocido en Rentería, ya que residía en Irún, una población cercana, por lo que los concejales de HB habían tenido que actuar como un "comando de información de ETA" para que la banda lo asesinase. Estas acusaciones dieron lugar a la presentación contra Zamarreño de una demanda por calumnias de los ediles de HB, lo que retrasó la toma de posesión de su cargo.
Desde el momento en que decidió sustituir a Caso, Zamarreño sufrió todo tipo de amenazas y coacciones, una auténtica campaña de acoso y derribo que desembocó en su asesinato. Primero le quemaron su vehículo. Después, siguió una campaña de difamación, el reparto de carteles vejatorios con su fotografía, pintadas con su nombre en una diana... Ante esta situación, Zamarreño declaró a la prensa: "Aquí he nacido y aquí me quedo". Manuel tuvo el coraje de quedarse en Rentería, a pesar del asesinato de su amigo José Luis y de que la edil popular, Concepción Gironza, tuvo que marcharse del País Vasco después de que ETA colocara una bomba en su domicilio particular, y en el de otros cuatro cargos públicos del PP, el 1 de abril de ese mismo año.
Es la triste realidad de muchos cargos público del PP, realidad que, por desgracia, no ha cambiado. El 20 de mayo de 2011, María Ángeles Bastos, concejal del PP en el Ayuntamiento de Rentería, denunció en COPE la situación que vive desde hace trece años. Desde el momento en que entró en política, la han despedido de todos los empleos. A sus 54 años trabaja limpiando casas y ha tenido que buscar empleo como asistenta fuera de su pueblo. Tiene que asistir a esas casas donde limpia acompañada por sus guardaespaldas. "Trabajo fuera de Rentería, en Rentería no puedo trabajar, si alguna vez me han ofrecido un trabajo, me he tenido que buscar una excusa para no hacerlo. Trabajo fuera y nadie sabe quién soy", declaró en la emisora. María Ángeles Bastos es, junto a Lucía Peralta, una de las dos concejalas del PP en Rentería. Bastos tomó la decisión de presentarse al Ayuntamiento de su pueblo en una época en que acababan de asesinar a Manuel Zamarreño y, al igual que él, ha sufrido los ataques de los proetarras, que le han quemado el coche y han llenado de pintadas su fachada. En esa situación, la noticia de que el Tribunal Constitucional había desestimado la ilegalización de Bildu, permitiendo su acceso a las urnas, ha sido algo "muy desagradable" para María Ángeles. "Ha sido un palo muy grande, como si volviéramos al año 99 en que no se respetaban los carteles de publicidad y estaba todo lleno de pintadas", resaltó.
En el asesinato de Manuel Zamarreño participó, presuntamente, uno de los etarras más sanguinarios de la banda, Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote. Con mayor o menor grado de participación, las Fuerzas de Seguridad le consideran implicado en catorce asesinatos, entre ellos, y como autor material, en el de Miguel Ángel Blanco.
Manuel Francisco Zamarreño Villoria, de 42 años, estaba casado con Marisol Fernández y tenía cuatro hijos: Jon, Joseba, Naiara e Imanol. Zamarreño, de profesión calderero, se encontraba en paro en el momento en el que decidió ocupar el sillón municipal que había dejado su amigo José Luis Caso. Un año después, su viuda formó parte de las listas del PP en las elecciones municipales por la localidad de Lasarte: "Doy el paso por mi marido. Yo no podía quedarme en casa como si no pasase nada".
Manuel Zamarreño fue la sexta y última víctima asesinada por la banda terrorista en 1998 tras José Ignacio Iruretagoyena Larrañaga, Alberto Jiménez-Becerril y su esposa, Ascensión García, Tomás Caballero Pastor, y el guardia civil en la reserva activa Alfonso Parada Ulloa.
El asesinato de Zamarreño fue, además, el último antes de que la banda asesina ETA declarase una tregua indefinida el 16 de septiembre de 1998, como contrapartida al acuerdo suscrito con el Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna. Las bases de la tregua se rompieron en julio de 1999, aunque ETA no hizo pública su decisión hasta diciembre de ese año. El 21 de enero de 2000 ETA asesinaba en Madrid al teniente coronel del Ejército Pedro Antonio Blanco García. Era el inicio de una nueva escalada de la banda que en ese año asesinó a veintitrés personas.