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ETA asesina a un coronel mutilado, a dos comerciales vizcaínos y a un marinero

El 24 de junio de 1981 fallecía el coronel mutilado de Infantería LUIS DE LA PARRA URBANEJA, dos días después de que miembros de la banda terrorista ETA disparasen contra él dos tiros a bocajarro cuando salía de su trabajo en Irún (Guipúzcoa).

El coronel solía seguir diariamente la misma rutina. Hacia las 10:00 horas salía de su domicilio y se dirigía al trabajo. A las 13:00 horas regresaba a comer a su casa, siempre a pie y por el mismo camino. El 22 de junio, en torno a las 13:00 horas, tres terroristas del grupo Donosti de ETA le esperaban enfrente de su trabajo en las oficinas de los Cines Bidasoa de Irún. Los etarras efectuaron dos disparos de pistola, a bocajarro, aunque sólo uno de los proyectiles alcanzó a la víctima. La bala hirió en la cabeza a Luis, que sufrió una fuerte hemorragia con pérdida de masa encefálica.

En el lugar del atentado, la Policía recogió dos casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum de marcas diferentes, Geco y FN. Los asesinos utilizaron para la huida un automóvil Renault 14 que había sido robado por la mañana, a punta de pistola, a su propietario, José María Estanga. Éste fue localizado por la Policía horas después, atado a un árbol, cerca de una carretera secundaria en Oyarzun. El vehículo apareció abandonado en una zona céntrica de Irún.

Luis de la Parra fue trasladado a la residencia de la Seguridad Social Nuestra Señora de Aránzazu en una ambulancia, fue sometido a una intervención quirúrgica durante más de dos horas y quedó ingresado en la unidad de cuidados intensivos. En el centro médico se emitió un parte que indicaba que el paciente presentaba traumatismo craneoencefálico provocado por arma de fuego y que se encontraba en estado comatoso. El pronóstico era gravísimo, aunque el coronel De la Parra mantenía las constantes vitales y existían esperanzas de salvar su vida. Al día siguiente, 23 de junio, los médicos que le atendían emitían otro parte en el que se informaba que la víctima había entrado en un estado de coma profundo con ausencia de respuestas neurológicas, lo que hacía pensar en la imposibilidad de su recuperación. El 24 de junio falleció sin llegar a salir del coma profundo.

La Audiencia Nacional condenó en 1985 a Jesús María Zabarte Arregui a 28 años de reclusión por el asesinato de Luis de la Parra; en 1989, a 32 años de reclusión mayor, al etarra Ignacio Erro Zazu; y en 1995, a 28 años, a Luis María Lizarralde Izaguirre, alias Beltza.

En enero de 2011, el juez de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, concedió la semilibertad a Luis María Lizarralde, tras haber mostrado arrepentimiento por el "daño" y "dolor" causado, lo que le ha llevado a romper con la banda. Mediante la aplicación del artículo 100.2 del Reglamento Penitenciario, se le permiten "salidas diarias" de la prisión alavesa en la que se encuentra interno "por el tiempo necesario" para asistir a un curso dentro del programa de atención especializada, aunque se le niegan "salidas de fin de semana". Extraditado desde Uruguay en 1994 cumplía condena, además de por el asesinato del coronel De la Parra, por el del guardia civil Luis Miranda Blanco, asesinado el 6 de julio de 1981. Estaba previsto que quedara en libertad en noviembre de 2009, pero en aplicación de la doctrina Parot no extinguirá la condena hasta mayo de 2022.

Luis de la Parra Urbaneja, de 63 años, había ingresado en el Ejército en 1936. Dos años después, como alférez provisional, perdió el brazo izquierdo durante la Guerra Civil. Pertenecía al Cuerpo de Mutilados con el grado de coronel de Infantería, aunque desempeñaba un trabajo civil en los Cines Bidasoa, donde era administrador contable desde veinte años antes de ser asesinado. Natural de Palencia, se estableció en Irún en 1938, tras perder el brazo en acción de guerra. Estaba casado y tenía dos hijos de 38 y 35 años de edad.

El mismo día que fallecía el coronel Luis de la Parra, la banda terrorista ETA cometía uno de sus errores reconocidos, que le llevó a asesinar en Tolosa a tres agentes comerciales, a los que confundió con agentes de la Policía. Como consecuencia del atentado fallecieron en el acto IGNACIO IBARGUCHI EROSTARBE y JUAN MANUEL MARTÍNEZ CASTAÑOS. Un hermano de este último, Pedro Conrado Martínez Castaños, sobrevivió nueve meses al atentado, falleciendo finalmente el 28 de marzo de 1982.

Los tres jóvenes eran vizcaínos y trabajaban como vendedores a domicilio de libros, discos y material para el aprendizaje del euskera. Cuando pasaban por Tolosa, solían comer en el restaurante Beti Alai. El 24 de junio de 1981, en torno a las 16:30 horas, fueron acribillados por miembros del grupo Goierri de ETA cuando se disponían a entrar en su coche tras comer en el citado restaurante. Testigos presenciales confirmaron que los autores del atentado gritaron "¡Gora ETA militarra!" en el momento de disparar.

El vehículo quedó acribillado, especialmente en la parte derecha de la carrocería, y también podían observarse impactos en el cristal trasero. En el lugar del atentado, la Policía recogió quince casquillos de bala, de calibre 9 milímetros parabellum, marca Geco y SF, y una bala sin disparar. Los asesinos abandonaron el escenario del atentado a pie, confundiéndose con los viandantes, dándose posteriormente a la fuga en un coche por la autovía San Sebastián-Tolosa.

La noticia del atentado causó gran impresión en Tolosa, que estaba celebrando las fiestas de San Juan, conmoción que aumentó a medida que fue conociéndose la identidad de las víctimas. Con su habitual cobardía, la banda terrorista no quiso reconocer su error de matar a tres jóvenes vascos, uno del PNV y otro comunista. No sólo negó la autoría del atentado, sino que en un comunicado afirmaban, con enorme desfachatez, que los autores del mismo eran "mercenarios pagados". Santiago Brouard, por entonces presidente de HASI y miembro de la Mesa Nacional de Herri Batasuna, señaló que el ametrallamiento de los tres jóvenes era "una maniobra destinada a desprestigiar a ETA y, de paso, a la izquierda radical que apoya la alternativa KAS"

Sin embargo, las investigaciones posteriores determinaron que la banda terrorista fue la autora del atentado, aunque por el mismo sólo fue condenado como cómplice, en 1986, el policía municipal de Tolosa Juan Antonio Rezola San Vicente, que albergó a los terroristas conociendo sus intenciones. Según una nota difundida por el Ministerio del Interior, en el atentado participó presuntamente Pedro María Leguina Aurre, alias Txiki, Xepa y Kepatxu. Detenido en Francia en 1999, Leguina Aurre fue extraditado a España en diciembre de 2001. Está acusado de participar en más de 20 asesinatos entre los años 70 y 80.

Ignacio Ibarguchi Erostarbe, de 26 años, había nacido en la localidad vizcaína de Miravalles en una familia nacionalista. Su padre era un renombrado txistulari y militó en el PNV desde muy joven. Ignacio jugó un papel muy activo en la organización de la rama juvenil EGI y en la puesta en marcha del batzoki de su pueblo. Aunque seguía afiliado al partido, se había alejado de la actividad política a raíz del conflicto entre las tendencias oficial y "sabiniana", corriente con la que se identificaba la víctima. Tenía previsto casarse el 7 de septiembre con una chica de Amorebieta. El PNV hizo ondear la ikurriña a media asta en todas sus sedes en señal de duelo por el asesinato de su militante.

Juan Manuel Martínez Castaños era natural de Durango y tenía también 26 años. Estudió Ciencias Económicas en Bilbao pero, al no encontrar trabajo en su especialidad, se incorporó a la venta de libros, casetes y métodos para el estudio del euskera. Estaba casado y tenía dos hijos.

 

 

En torno a las tres de la madrugada del 24 de junio de 1985 la banda terrorista ETA asesinaba en Lequeitio (Vizcaya) al marinero IGNACIO MONTES ABAD. Tras haber tomado unas consumiciones en distintos bares de la localidad vizcaína, Ignacio se disponía a subir a su domicilio para cambiarse de ropa, pues debía salir a faenar a las 3:30 horas.

El atentado se produjo en el portal del número 14 de la calle de Vergara, inmediatamente después de que la víctima se separara de una amiga en un bar cercano al lugar de los hechos. Ignacio notó que alguien le seguía e intentó refugiarse en el portal de su domicilio, pero el etarra José Félix Zabarte Jainaga le dio alcance y le disparó tres tiros, efectuados de frente y a corta distancia. Ya en el suelo lo remató con otros cinco balazos que le destrozaron la frente, la nariz y los ojos, además de herirle en una muñeca. El cadáver fue encontrado pasadas las 3:15 de la madrugada por la Policía Municipal, tras recibir el aviso de una vecina que no quiso identificarse. 

La Guardia Civil recogió en el lugar de los hechos ocho casquillos Geco del calibre 9 milímetros parabellum disparados con la misma pistola. Tres de los casquillos fueron encontrados en la acera y los otros cinco en el interior del portal, junto al cuerpo, e incluso sobre sus ropas. Ningún vecino vio ni oyó nada.

Ocho años antes, la víctima había sido objeto de una campaña de acoso y maledicencias. Ignacio fue amenazado de forma anónima, sin dar datos concretos, en pintadas en euskera en las que se le acusaba de chivato y se le anunciaba su muerte inminente. Paradójicamente, en esas fechas se le acusó de haber quemado una bandera española durante las fiestas del pueblo, lo que dio lugar a una operación de la Guardia Civil. Por otra parte, su hermana había trabajado como cocinera en el cuartel de la Benemérita de la localidad. En las pintadas amenazantes se leían frases como "Montes: ETA te va a matar" y "Muerte al chivato Montes". A pesar de ello, Ignacio siguió haciendo vida normal y solía llevar ikurriñas y pegatinas vinculadas a la izquierda proetarra en su ropa.

Fuentes de la Policía Municipal de esta localidad afirmaron, tras el atentado, no tener constancia de que estas amenazas se hubieran producido de nuevo en los últimos años, ni de que la víctima se hubiera visto involucrada últimamente en incidentes o conflictos. Por otra parte, desde el Gobierno Civil de Vizcaya se dijo que Ignacio llevaba "una vida desordenada", propia de una persona separada, y que, una hora antes del asesinato, se le vio con dos mujeres de nacionalidad portuguesa.

Al día siguiente del atentado ETA reivindicaba el asesinato de Ignacio en un comunicado en el que acusaba a la víctima, como de costumbre, de ser traficante de drogas y de haberse dedicado, con ocasión del funeral celebrado en su día en memoria del dirigente de Herri Batasuna Santiago Brouard, a "pinchar las ruedas de los coches que habían llegado a Lequeitio desde todas las zonas de Euskadi".

En 1986 la Audiencia Nacional condenó a 27 de años de prisión por el asesinato de Montes al etarra José Félix Zabarte Jainaga. En la misma sentencia se condenaba a 17 años como colaboradores necesarios al matrimonio formado por José Ignacio Ibarra Cruz y María Natividad Beascoechea Moreno. La pareja había ocultado a Zabarte tras el crimen y le facilitaron la huida. En 2004 también se condenó a 27 años de prisión a María del Carmen Guisasola Solozábal por su participación en el atentado.

Ignacio Montes Abad, de 36 años, separado y padre de cuatro hijos, era natural de Lequeitio, aunque de padres gallegos. A los funerales celebrados al día siguiente en la Iglesia de Santa María de la Asunción de Lequeitio no fue prácticamente nadie. El templo estuvo casi vacío con la presencia de sólo una decena de personas: sus familiares y su exmujer, así como el acalde del pueblo, Xabier Txakartegi, del PNV, acompañado por dos concejales del mismo partido.

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