Minutos antes de las once de la mañana del 20 de noviembre de 1978, la banda terrorista ETA ametrallaba a treinta y tres policías que jugaban al fútbol en el campo de deportes del cuartel de Basauri. El ataque, efectuado desde la autopista Bilbao-Behovia, provocó la muerte del cabo de la Policía Armada JOSÉ BENITO SÁNCHEZ SÁNCHEZ y el guardia primero BENJAMÍN SANCHO LEGIDO, además de heridas de diferente consideración a un joven que se encontraba en una parada de autobús fuera del cuartel y a otros dieciséis agentes: Leocadio Arenas Galicia, Isaac Javier Bacarizo Bueno, Eusebio Calvo Pujol, Eduardo Castaño Justel, Fernando Cortés Legaz, José Manuel Erguita Moreno, José Falcón Quintero, Fernando Ferrer Conejero, Luis Jodra Benito, Francisco Laplaza Cortes, Ángel Moreno Cantisano, Esteban Rodríguez Saldaña, José Ruiz Álvarez, José Luis Sanz Barco, Juan José Tomás Marteles y Antonio Vaguena Gracia.
En aquella época el campo de deportes del cuartel de Basauri, en las afueras de Bilbao, estaba separado de la autopista por una pequeña valla de medio metro de altura. Las instalaciones albergaban residencias para los agentes, garajes y talleres, además de zonas de deporte, entre ellas un campo de fútbol situado detrás del recinto policial y a unos veinte metros de la autopista. Este hecho fue observado por varios miembros de ETA que vigilaron durante varios días las rutinas de los policías.
El 20 de noviembre, los terroristas se acercaron por la autopista a bordo de tres vehículos –un Seat 127, un Renault 5 y un Seat 132– y se detuvieron en el arcén, en una posición elevada desde la que veían el campo de fútbol del cuartel a unos cincuenta metros del mismo. Empezaron disparando a los centinelas de las dos garitas situadas en el lado opuesto de la explanada para, a continuación, ametrallar indiscriminadamente a los agentes que jugaban un partido de fútbol. Los centinelas consiguieron hacer algunos disparos contra los etarras, pero ninguno de ellos fue alcanzado y lograron darse a la fuga.
Una llamada anónima en nombre de ETA indicó, a primera hora de la tarde, el lugar donde se encontraban atados los propietarios de dos de los tres automóviles que los terroristas habían utilizado en el atentado, después de robarlos a punta de pistola.
En el atentado intervinieron entre ocho y doce terroristas armados, según los casquillos de bala recogidos –en número superior al centenar, de los que unos cien eran del calibre 9 milímetros parabellum, marca Geco, y unos treinta disparados con un Cetme, del calibre 7,62 milímetros–, con metralletas, fusiles Cetme y rifles con mira telescópica. Testigos presenciales del ametrallamiento dijeron que habían visto a siete personas disparando (seis con metralleta y uno con un Cetme repetidor de largo alcance) y a otras tres esperando al volante de los tres coches con los que perpetraron el atentado.
Los heridos fueron trasladados inmediatamente al Hospital Civil de Basurto, en Bilbao, donde el cabo José Benito Sánchez Sánchez y el guardia primero Benjamín Sancho Legido ingresaron cadáveres.
Hacía poco más de un mes que en este mismo cuartel se habían producido unos gravísimos incidentes un día después del asesinato de los policías Elías García González y Ramón Muiño Fernández en un atentado en el que resultaría también gravemente herido el policía José Benito Díaz García, que fallecería el 25 de octubre. Cuatrocientos policías armados protagonizaron un plante colectivo y mandos policiales y políticos fueron insultados por los agentes. Después de los incidentes, se expulsó del Cuerpo a veinticinco agentes que habían participado en los mismos y se decidió el traslado inmediato de una parte de la guarnición de Bilbao –unos trescientos– a otros lugares de España, que tuvieron que ser sustituidos por dos compañías de reserva. Por este motivo, siete de los heridos en el ametrallamiento del campo de deportes y uno de los agentes asesinados, Benjamín Sancho, pertenecían a la Compañía de la Reserva General con base en Zaragoza. El resto formaba parte de la guarnición de Basauri. Seis meses después, el 22 de junio de 1979, el cuartel de Basauri volvería a ser objeto de un ataque terrorista también realizado desde la autopista, aunque esta vez los agentes tuvieron tiempo de repeler la agresión. Sin embargo, en el intercambio de disparos entre policías y terroristas resultó muerto el agente comercial Diego Alfaro Orihuela.
El ametrallamiento hizo que la tensión en el cuartel volviese a aumentar. Poco después del atentado se establecieron severos controles en todos los accesos a Bilbao y en las proximidades del acuartelamiento grupos de policías visiblemente alterados, con uniforme y de paisano, organizaron batidas a pie por la zona. Además, un helicóptero con base en el propio cuartel sobrevoló la zona desde minutos después de cometerse el atentado. Los controles por carretera fueron más severos que en otras ocasiones, y se pararon y registraron todos los coches que iban ocupados por jóvenes. Todo ello provocó enormes atascos y un gran caos circulatorio.
Varios partidos políticos condenaron el atentado perpetrado en Basauri, y a las ocho y media de la noche tuvo lugar en la localidad una manifestación en la que unas trescientas personas, que portaban pancartas firmadas por el Partido Comunista y la Organización Revolucionaria de los Trabajadores, protestaban contra el terrorismo.
Los autores materiales del atentado –entre ocho y doce– no fueron juzgados. En 1980 la Audiencia Nacional condenó a dos penas de 6 años de prisión mayor a Juan José Gaminde Aranguren, en concepto de encubridor por haber refugiado a los terroristas que perpetraron el atentado. En la misma sentencia fue condenado José Manuel Legarreta-Echeverría Gamboa a dos penas de 12 años de reclusión menor como cómplice del atentado.
En diciembre de 1978 se detuvo a José Antonio Torres Altonaga, alias Medios, que proporcionó a la Policía las llaves de un piso en Munguía en el que se guardaba dinero obtenido en diferentes atracos, además de armas, entre ellas las metralletas utilizadas en el atentado contra el cuartel de Basauri. Además, de sus declaraciones se desprende que uno de los autores materiales del asesinato de los dos policías fue Juan María Otegui Elicegui, alias Txato (ABC, 24/12/78), que murió víctima de un atentado de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) en agosto de 1985 en el País Vasco francés, por lo que no pudo ser juzgado.