El 6 de enero la Secretaría de Estado para la Seguridad había advertido de que las Fuerzas Armadas serían los principales objetivos de los terroristas en ese año olímpico. Dos días después, el 8 de enero de 1992, se produjo el atentado contra el comandante Anguera, máximo responsable del sector militar aéreo del aeropuerto de Barcelona, que fue acribillado a balazos -los terroristas realizaron hasta 26 disparos- mientras se desplazaba en coche por la capital catalana. Con él viajaban el teniente Luis Javier Bellota Aznar, alcanzado en las piernas por los proyectiles, y el soldado Jaime Amposta Masdeu, conductor del vehículo, herido de gravedad en el tórax y el abdomen.
El atentado fue obra de un grupo etarra itinerante entre cuyos integrantes estaba José Luis Urrusolo Sistiaga. Por el asesinato del comandante Anguera fueron juzgados y condenados los etarras Fernando Díez Torres (en 1995) y Urrusolo Sistiaga (en 2002). Las penas para ambos terroristas fueron de 82 años de prisión mayor.
Arturo Anguera Vallés tenía 50 años. Era natural de Tortosa (Tarragona). Estaba casado con Roser Blanch y tenía tres hijas de 20, 18 y 16 años (Roser, Blanca y Eliana). Era primo del diputado del PP Juan Manuel Fabra. A su funeral en la catedral de Tortosa asistieron más de tres mil personas. Fue enterrado en su localidad natal, donde una calle lleva su nombre. Anguera Vallés fue la víctima mortal número 43 de las más de 50 asesinadas por la banda terrorista ETA en Cataluña. Tras el asesinato del comandante Anguera, la Asociación Pro Derechos Humanos del País Vasco inició una campaña de protesta contra la violencia terrorista que consistía en enviar a la banda asesina, a través de su brazo político, Herri Batasuna, condenas de los atentados bajo el lema "Yo no me callo" acompañado del siguiente texto: "La mayoría de los vascos sentimos una profunda vergüenza al ver utilizado nuestro nombre para matar personas. De hoy en adelante no volverán a contar con mi silencio, sino con mi más absoluto rechazo".
Al teniente coronel Cuesta lo asesinaron en torno a las tres de la tarde cuando se dirigía a su domicilio en el barrio de La Estrella de Madrid. Una terrorista a cara descubierta le disparó dos tiros en la nuca y su compañero lo remató con un tercer disparo en el mentón. Además, los terroristas dispararon, sin lograr alcanzarlo, al soldado de reemplazo Alberto Asensio Antón, que hacía labores de chófer del teniente coronel.
El coche que utilizaron los terroristas para huir fue explosionado junto a un hipermercado y provocó heridas a varias personas, entre ellas al guardia real Carlos Blázquez Mulas, de 45 años, que pasaba por esa zona junto a su mujer embarazada y su hija de corta edad.
Alberto Asensio Antón, chófer del teniente coronel, identificó ante la Policía a Ainhoa Múgica Goñi como una de las presuntas autoras materiales del atentado que acabó con la vida de Jesús Cuesta. Fuentes policiales sospechan que también estuvo implicado presuntamente en el asesinato el etarra Juan Antonio Olarra Guridi, detenido en Francia en 2002 junto a la propia Ainhoa Múgica Goñi, su novia. Ambos formaban parte del grupo Madrid de ETA, integrado también por Rufino Arriaga, Idoia Martínez y Jon Bienzobas, grupo que estuvo operativo entre el 1 de octubre de 1995 y abril de 1997. Olarra Guridi ha sido entregado temporalmente a España en tres ocasiones (2006, 2008 y 2010) y condenado a penas que suman cerca de 1.400 años por su participación en múltiples asesinatos, al igual que su novia, Ainhoa Múgica.
Jesús Cuesta Abril, natural de Madrid, tenía 49 años, estaba casado con Carmen Esteban y tenía dos hijos de 9 y 10 años. Tenía un excelente currículum -licenciado en Derecho y Ciencias Económicas, hablaba varios idiomas-, y estaba barajando, en el momento de su asesinato, la posibilidad de trasladarse a EEUU al habérsele propuesto impartir varios cursos en ese país.
El funeral, celebrado en el Cuartel General del Ejército, además de un homenaje al militar asesinado, se convirtió en una manifestación de solidaridad hacia José Antonio Ortega Lara y Cosme Delclaux, que en esos momentos estaban secuestrados por la banda terrorista ETA. La viuda de Jesús Cuesta, Carmen Esteban, dio muestras de una enorme entereza, algo que resaltaron todos los medios de comunicación.