A la velocidad a que discurren los vergonzosos acontecimientos relacionados con los terroristas, dentro de poco va a ser más seguro para muchos optar como Otegui por estar a cubierto, es decir en la cárcel. Las calles, gracias a la doctrina del llamado Tribunal Constitucional, se van a llenar de pistoleros etarras. Pistoleros que no han manifestado ni arrepentimiento ni repudio de la organización criminal. Solamente han cumplido unos años de prisión –en el caso de Troitiño, un año y un mes, más o menos, por asesinato-. No ha habido sin embargo más redención que la de las penas. Es realmente nauseabundo. Cualquier ladronzuelo de poca monta pasará más tiempo en prisión que un asesino de 24 personas.
Claro que esto no es normal, aunque nos lo vendan como tal. Esto no sucede en ningún país que se precie de demócrata porque supone reírse a la cara de las víctimas en particular y de los ciudadanos en general. Las víctimas están enfadadas, desengañadas y hartas, muy hartas de una política que tiene de todo menos de antiterrorista.
Lo dije y lo vuelvo a repetir: el Pacto antiterrorista se ha convertido en una pantalla detrás de la cual se acuerda y se cede lo que sea necesario con tal de que ETA acepte dejar las armas. En principio a Sortu se le ha cerrado el paso, pero por otro lado la Audiencia suelta a los asesinos más sanguinarios. Una de cal y otra de arena. Y así va todo esto.
No sé cómo todavía hay quien se fía de este gobierno que no ha hecho más que mentir incluso antes de acceder al Poder. Me pasa lo mismo que con Batasuna-Sortu-ETA: no les puedo creer.