España se deshilacha poco a poco. Como un traje que tiene un hilo colgando, tirando del cual podemos quedarnos con un ovillo pero sin traje. Está claro que cada cual es libre para decir lo que considere oportuno, ¡hasta ahí podíamos llegar!, pero que las radios y periódicos catalanes lancen al unísono una andanada contra el Tribunal Constitucional y un órdago al Estado autonómico es algo premeditado, calculado y, desde luego, digno de que muchos españoles (catalanes incluidos) sintamos cierta indignación. No todo vale, aunque todo les parezca permitido a los que jalean identidades y lenguas pero sólo son capaces de pensar en clave de Poder y Territorios.
A los españoles, seamos de la comunidad autónoma que seamos, nos preocupa la crisis económica como no podría ser de otra manera, pero a muchos nos preocupa y a todos nos debería preocupar lo que está sucediendo en nuestra Nación, de la que Cataluña es una parte fundamental. Creo que es una responsabilidad de los políticos que digamos las cosas tal y como son, que hablemos desde la verdad sin tapujos y por tanto deberíamos insistir por activa y por pasiva en llamar la atención a los ciudadanos sobre el auténtico desgarro social y político que se está produciendo en nuestro país.
Hablamos de crisis económica y de crisis institucional, la más grave sin duda la propiciada por el dichoso Estatut nunca reclamado por la mayoría de los catalanes, que sin embargo nada parecen contar para su propia clase política. Pero hablamos también de que ahora, con la aquiescencia del PNV, el Congreso vota a favor de un nuevo "derecho" como es el de abortar con toda la libertad del mundo durante las primeras 14 semanas y después… pues, también; o ya se verá.
Ésta es la nueva cultura política, la de la progresía más progre: "haz lo que te venga en gana siempre y cuando no nos des problemas". Y miente, miente mucho o todo lo que puedas. O disimula. Pero ni se te ocurra pensar de forma diferente, ni se te ocurra defender que el aborto no es un derecho sino un crimen; ni se te ocurra defender la vigencia de España, su Constitución y sus instituciones, o la misma razón de ser del Ejército en la defensa de los españoles frente a los ataques externos, incluidos los de los piratas. Ni se te ocurra decir que es una vergüenza que se esté poniendo en marcha lo que contiene un Estatuto que liquida, en primer lugar, la Soberanía Nacional del Pueblo Español.
Pero ¿cómo no se nos va a ocurrir decir lo que pensamos?