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El blog de Regina Otaola

Entre el desconcierto y la indignación

El libro de entrevistas a políticos vascos de María Antonia Iglesias está levantando ampollas no por revelar secretos inconfesables, sino por poner negro sobre blanco declaraciones a pecho descubierto de los entrevistados. Las que desde luego a muchos populares vascos nos han dejado atónitos son las de nuestro portavoz, Leopoldo Barreda, quien ha dado una versión un tanto particular de los hechos que precipitaron la salida de María San Gil del PP.

Cualquiera que conozca a María sabe que no es precisamente una persona atacada por delirios de grandeza, ni alguien que se haya considerado imprescindible en política o en el PP. Cualquiera que recuerde aquellos días sabe también que María hizo siempre lo mejor para sus compañeros del PP en el País Vasco, puesto que su decisión de reprochar a Rajoy y a la dirección del partido un cambio sustancial en la línea política del PP vino acompañada por el anuncio simultáneo que realizó de la convocatoria de un congreso regional para elegir a un nuevo presidente, congreso al cual ella decidió no presentarse desde el primer momento.

Fue María también la principal artífice de la elección de Antonio Basagoiti como su sucesor al frente del partido, puesto que se encargó personalmente de reunir a los tres presidentes provinciales (Alonso, Basagoiti y Usandizaga) a fin de que eligieran entre ellos a un "candidato de consenso", que fue finalmente refrendado en el posterior congreso regional.

Fue María la que renunció además a utilizar todos los recursos a su alcance para intentar mantenerse en la presidencia del PP o, en su defecto, en la vida política a través de los medios de comunicación, porque no quería perjudicar al PP en ningún sentido y por ello optó por un difícil y prolongado silencio. Sobre todo difícil cuando miembros de nuestro propio partido filtraban todos los días a la Prensa sus opiniones sobre la actitud, las declaraciones e incluso el estado anímico o psicológico de María, siempre ocultos bajo la denominación "fuentes populares".

Como se puede apreciar, fue María de los pocos miembros del PP que jugó limpio en aquel momento, entre otras cosas porque María no estaba jugando a nada y sólo pretendió con su gesto sacudir las conciencias de aquellos a los que siempre respetó como líderes de su partido. En ningún caso Mayor o Aznar impulsaron a María a dar el paso dentro de una oscura estrategia para recambiar a Rajoy por Aguirre o por cualquier otro. Eso piensan o pensaban los que precisamente colaboraron en una burda estrategia para hacer saltar a María durante la redacción de la ponencia política del PP: "Cree el ladrón que todos son de su condición".

Pero lo cierto es que María fue valiente y leal y se mostró digna todo lo que duró esta penosa situación, como en todos estos años de dedicación abnegada a la política y al PP. Por eso es tan desconcertante que nuestro portavoz, que además ha sido portavoz con Mayor, Iturgaiz y San Gil, pretenda ahora que el problema de los populares vascos o del grupo parlamentario han sido precisamente todos aquellos para los que ha estado trabajando durante la última década, como causa tremenda indignación que haya desarrollado toda una teoría sobre una presunta conspiración para echar a Rajoy, a cuya cabeza estaría San Gil, que parece más propia de un José María Calleja que de alguien de nuestro propio partido.

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