Desprecio por las víctimas. O tacticismo. Para el caso, es igual de grave que Juan Jesús Sánchez Manzano haya eludido comparecer ante la Justicia por la querella presentada contra él por la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, al margen de lo chusco que resulta que se encuentre "de crucero" alguien acusado de la deliberada y sistemática destrucción de las pruebas que podrían haber conducido a identificar el tipo de explosivo que estalló en los trenes el día de la masacre de Madrid.
Y es grave porque la querella criminal de la Asociación contra Sánchez Manzano acusa al que era comisario jefe de los Tedax en el momento de los atentados de "omisión del deber de perseguir delitos, encubrimiento por ocultación de pruebas y falso testimonio". Es decir: se imputa a Sánchez Manzano una voluntad de ocultamiento del arma homicida que usaron los terroristas el 11-M, con el agravante de que no era su responsabilidad hacerse cargo de las pesquisas para determinar qué estalló en los trenes. ¿Con qué fin asumió, pues, dicha labor? Esto es precisamente lo que debería contestar el "ausente por vacaciones".
Ahora habrá que esperar al 15 de septiembre para que Sánchez Manzano explique su actitud y la de algunos subordinados, y no debiera caberle duda alguna de que los que llevan 5 años reclamando la verdad de lo ocurrido el 11-M estarán esperando su testimonio pacientemente. Pero debiera ser consciente de hasta qué punto su renuencia a comparecer demuestra una absoluta falta de respeto no ya por las instituciones democráticas, sino por aquellos que lo único que demandan es que se haga justicia a sus familiares asesinados mediante el esclarecimiento de todos los extremos oscuros de la investigación. Que son muchos y, además, responsabilidad de los que debían, por encima de todo, proteger a los ciudadanos y perseguir a los terroristas.