La primera sesión del recién constituido Parlamento autonómico vasco ha deparado la aprobación unánime de un texto de condena de ETA, en esta ocasión a cuenta del último comunicado de los terroristas en el que destacaban como "objetivo prioritario" de sus atentados el próximo Gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca -que presidirá Patxi López- así como a los ediles de PSE y PP en aquellos municipios por donde discurre el trazado del AVE.
Otro texto de condena más, sí, pero lo que se puede destacar favorablemente aparte de su contenido es que todos los grupos de la Cámara vasca han decidido apoyar un texto en el que, aparte de la consabida solidaridad con las víctimas del comunicado, PNV, EA, EB y Aralar (aparte de PSE, PP y UPyD) expresan su "respaldo a las instituciones que representan la voluntad democrática de la ciudadanía vasca", lo que equivale a dar por terminada la burda campaña de deslegitimación del próximo Gobierno socialista, aunque haya sido ETA, una vez más, la que les ha obligado a guardar las formas en público y a respetar la más elemental suma aritmética de escaños.
Sin embargo, la declaración votada a instancias del PSE incluye por escrito la "voluntad de trabajar unidos todos los partidos democráticos para combatir al terrorismo y deslegitimar política y socialmente sus comportamientos totalitarios", lo cual no es evidentemente compatible con tratar a los terroristas como represaliados políticos a cuyas familias hay que ayudar con dinero público a sufragar los viajes de visita -como ha venido haciendo el Gobierno de Ibarretxe y como solicitaba Aralar apenas unas horas después de apoyar estas palabras con su firma y su voto-. Y tampoco parece compatible con protestar por la ilegalización de una formación que defiende los medios violentos (de la agresión física al tiro en la nuca, del cóctel molotov a la bomba-lapa) como forma habitual de hacer política. Una organización que ha sido ilegalizada por sus vínculos más que probados con ETA y cuyos miembros vienen siendo detenidos por pertenecer a la infraestructura terrorista de la banda –aunque sería más propio apuntar que es ETA la que presenta a algunos de sus "militantes" como candidatos de ANV, como también quedó probado por la información incautada a varios terroristas-.
Definitivamente, queda un largo trecho para que los nacionalistas logren sincronizar sus buenas intenciones de boquilla con la realidad de sus actos, pero al menos parece que los ánimos se van calmando entre los representantes de los partidos firmantes del Pacto de Estella y aledaños. Tal vez de seguir así podría llegar a confirmarse lo que tantos en el PSE y en el PP vaticinaban hace algunos años: "Al PNV le sentará bien estar una temporada larga en la oposición." Pero a ver. A partir de mayo el nuevo Ejecutivo comenzará a maniobrar en el intrincado panorama político vasco, ahora también igual de intrincado en lo económico pese a todas las ínfulas que se ha dado en los últimos tiempos Juan José Ibarretxe.
Entonces le estarán esperando los sindicatos nacionalistas ELA y LAB (ambos también firmantes del Pacto de Estella) con la huelga general que perpetran para el próximo 21 de mayo, aunque sugiere Joseba Egibar, con su habitual cinismo, que en realidad es más contra el Gobierno saliente de Ibarretxe que contra el de López. Qué sindicatos tan indulgentes, que le han ahorrado al caudillo nacionalista el desgaste de una huelga general mientras se mantenía en el Poder. ¿Saldrá algún día el nacionalismo vasco y todo su entorno del Pacto de Estella?