Hace dos días, pregunté al consejero de Cultura murciano, Pedro Alberto Cruz, dado que los sindicatos estaban creando un irrespirable y típicamente frentepopulista, es decir, soviético clima de linchamiento contra él: "¿Has recibido alguna amenaza o te ha ocurrido algo?". "Bueno, he notado que cuando voy a entrar a mi casa hay alguno que me insulta". La horda. Unas semanas atrás, en una concentración sindical le habían señalado: "ojalá te entre una enfermedad y te mueras". Esta noche en que escribo lo estaban esperando en la puerta de su casa, con exactamente el mismo argumento sindicado de estos días: "sobrinísimo hijo de puta". El clima de linchamiento se ha transformado en algo de lo que hago directamente responsables a los sindicatos. Ellos son los culpables. Mi artículo anterior resultó por desgracia profético. Lean más arriba, si todavía les queda estómago. Espero que algunos vayan a la cárcel y a sus apoyaturas morales y políticas se las desenmascare. Esa prisión preventiva donde ya deberían estar desde hace unas semanas si el Delegado del Gobierno socialista creyera que la gente del PP también son seres humanos cuya vida, dignidad y buen nombre merece alguna lejana protección. Los sucesos de hace unos minutos: entre varios, han apalizado al consejero murciano de Cultura Pedro Alberto Cruz con un puño americano, dejándolo grave.
Pocos precedentes como éste habrá en España, desde la Guerra Civil. Desde lo de los Guardias de Asalto con Calvo Sotelo. Porque de eso se trata: de crear un ambiente guerracivilista por parte de una izquierda emboscada tras la aséptica denominación de sindicatos "funcionariales" para tratar de ganar en la calle lo que no pueden en las urnas. Unos señalan y otros ejecutan, excepto que sean los mismos, que es muy posible. No estoy acusando como hacen los demócratas americanos de que hayan creado un vago, poco mensurable y finalmente discutible "ambiente de crispación" que haya desembocado a través de tortuosos procesos mentales de algún loco en trágicas consecuencias políticas. No es algo obra de "elementos incontrolados". Sino algo infinitamente más grave: estoy acusando directamente de que algunos sindicatos "de clase" en Murcia han puesto a Cruz en la situación precisa de que alguien, de entre los suyos o aledaños, le dé el paseo. No hay posibilidad de dudas retóricas. "Sobrinísimo", lo llamaron. Ya sabemos quién lo llama así, como sabemos quién llama "txakurra" a la gente decente. Todas las pruebas de esto se han publicado estos días rigurosamente, por tierra, mar y aire. Sólo hay una diferencia de ciertos sindicados "funcionariales" o de gentuza que utiliza sus siglas con su beneplácito respecto a los batasunos: que éstos ahora mismo aseguran repugnar de estos métodos criminales. Qué vacías veo aún las cárceles. Los sindicados "pacíficos" en Murcia deben renegar de ellos y, qué duda cabe, de las comunes reivindicaciones, a partir de hoy irremediablemente teñidas de sangre. Y aún alguien dirá que estos agentes son "interlocutores sociales". De acuerdo: estrictamente en los "vis" a "vis" de los módulos de alta seguridad.