Me resulta chocante que, a lo mismo, en la derecha se le llame en los periódicos "una larga y penosa enfermedad" y en la izquierda directamente "cáncer". En este caso, estoy gramaticalmente con la izquierda. Desde que empezó el ambientillo navideño, se nos anuncia que han muerto "de cáncer", sin subterfugios, circunloquios ni eufonías burguesas (como si morirse de cáncer fuese algo mal visto o contagioso), el vicesecretario del PSOE murciano, José Ramón Jara, a los cuarenta y cinco años, y el secretario general de UGT en Murcia, Antonio López Baños, a los cincuenta y uno. El presidente Valcárcel se está quedando sin nadie enfrente, en la poca Oposición que había (y ahora, menos).
Siempre que coincidí con López Baños tuve la impresión de que me encontraba ante un gran tímido. Cuando llegó al poder del sindicato socialista, sustituyendo al "creativo" Víctor Meseguer, traía una fama tremenda de corporativista, sectario, autócrata y finalmente malo. Era timidez. Su rictus severo y su tendencia al arrebol aparentemente sanguíneo impresionaban bastante, y no se reía ni mucho menos tanto como su antecesor Meseguer, pero al final resultó que no se comía a nadie. Como secretario general de UGT ha hecho algo de oposición al Gobierno, pero tampoco digamos que digamos. No fue ningún rojo peligroso. Yo al principio le di mucha caña, lindante con el Código Penal por la parte de fuera, pero las veces en que coincidíamos en corrillos (siempre me lo presentaban como si fuera la primera vez, y hubo al menos media docena de "primeras" veces) me saludaba cortésmente, bien que con una seriedad pudorosa, y sus ojos jamás expresaron desprecio u odio hacia su primer debelador en prensa. Sólo un poco de prevención, pero siempre tuve la impresión de que no me hubiese costado demasiado trabajo ganármelo. Respectivos pudores impidieron eso: supongo que él sentía que no tenía nada que hablar con alguien a quien tenían por el señorito faccioso de la prensa, y en cuanto a mí, o al que era yo por entonces... que no tenía nada que hablar con un sindicata del sector funcionarial duro, el de los liberados, los privilegios y las cervecitas a media mañana. Pertenecíamos, ya digo que aparentemente, a planetas distintos. Gracias a la timidez mutua, a millones de años luz de distancia más anímica que política.
Ahora que ha muerto un día muy propicio para que lo hagan los cascarrabias (al fin y al cabo, el 25 de diciembre es la efeméride del mr. Scrooge de Dickens, que al cabo era otro gran tímido vuelto nihilista por desamor), y contrariando las expextativas que tenían los del PP cuando López Baños llegó a la secretaría general de la correa de transmisión del PSOE, hay que decir que se han llevado mejor con él que con Víctor Meseguer, a pesar de que con éste todo eran risas y contraindicadas confidencias en tenidas en el restaurante "Acuario" donde "la botella de orujo quedaba temblando", según me contó una vez el presidente Valcárcel. No me ha gustado nada que se muera Antonio López Baños. Ahora que lo pienso, bajo su físico de tragacuras, tosco pero exento de villanía, brillaban unos ojos limpios, con el inequívoco "deje" aniñado de los que van a morir demasiado pronto y quizás en el fondo lo saben.