El presidente de los empresarios de Murcia pide al Gobierno regional una inyección económica "en vena" de las empresas para reactivar la economía. Normalmente suelo estar de acuerdo con Miguel del Toro, que así se llama el presidente, un señor valiente políticamente, arrojado y entusiasta, pero esta vez creo que se ha excedido en su entusiasmo hacia lo que debe o no debe hacer el poder público. Además, este tipo de declaraciones, por mucha crisis que haya, no ayudan precisamente a despejar esa mala fama que desde el felipismo se han ido creando los órganos (pasablemente) representativos de los empresarios sobre que en realidad no buscan la libre empresa ni un marco legal que permita el paso a los emprendedores y a la iniciativa individual, sino la procura de una indisimulada cercanía al poder, para ver si cae algo. Empresarios de cercanías, podríamos llamarlos.
Uno creía que los empresarios están básicamente, no para que el poder les resuelva las papeletas, sino sólo para que no lo impida. Para que no los estorbe. Pensaba que quienes están para crear riqueza son los empresarios, no la administración. Si los empresarios trasladan su muy necesario papel a quienes no los pueden sustituir porque no saben, muy mal vamos... Estoy pasmado por la súbita fiebre que le ha entrado a las personas respetables de entregar hasta las escrituras del notario en las zarpas de los políticos, para lo que tengan a bien disponer. ¡Como si los políticos llevaran la toga cándida, incapaces de pecado, nimbados de auroral rosicler! Estamos a un cuarto de hora de que empiecen a cobrar inusitado prestigio económico hasta los planes quinquenales soviéticos. De repente hay un como tufo a naftalina en el aire, procedente de todos los desvanes para soluciones económicas arrumbadas por la historia y la realidad, a las que ahora se pasa el plumero, empezando por Rodríguez Zapatero, quien cree que la naftalina hiede a ámbar. A Miguel del Toro sólo le ha faltado decir que esa "inyección en vena" de los políticos hacia las empresas debe hacerse en completo secreto, para no "estigmatizar" a las dichas empresas ante la opinión pública.
Ya puestos, ¿por qué no pide mi por tantos conceptos admirado Del Toro que la inyección o derrama oscurecida sea a través de maletines de piel de Ubrique, en billetes nuevos, pequeños y sin marcar? Si entre los bancos españoles y ahora las empresas quieren sacarle el tuétano a los listados de gastos de difícil justificación, ¿qué van a dejar para los políticos, que también se tienen que enriquecer a su sabor, los pobres?