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Crónicas murcianas

Sr. Ministro, por favor, al menos quítenos los carteles

Lo peor de los recientes recortes selectivos de las inversiones del Ministerio de Fomento ("selectivos" porque hay una mano relativamente inocente, algo menos blanca que la de los niños de San Ildefonso, que, por esos azares que casualmente siempre ocurren, salva de la carestía oficial a las comunidades autónomas que pueden hacer favores y mantener al Gobierno) no son, para las regiones afectadas, las propios recortes, sino que encima nos restrieguen por la trompa lo contrario. Señor ministro Blanco, lo de su Ministerio con los pobres de este país es recochineo del más guarro. Hace una semana (no sé si aún sigue ahí a minuto de ahora, aunque supongo que sí) contemplé un cartelón enorme junto al torreón de las mal llamadas "cercanías" de la Estación madrileña de Atocha. En él se anunciaba, con el aparataje habitual del "Gobierno de España", la próxima ejecución de la línea del AVE hacia Valencia "y región de Murcia". Y región de Murcia... Tan rabiosamente próxima la cosa que, antes que los habitantes del levante oigan el pitido de la primera lanzadera, va a dar tiempo cumplido a que la madera de la valla publicitaria que la augura ("vaya publicitaria", mucho más que valla) se convierta en piedra por la acción fósil de los movimientos tectónicos. Al fin y al cabo, entre el período carbonífero y lo que tardará en llegar el AVE hacia comunidades del PP no hay una diferencia apreciable de edades geológicas.

Cuando el Gobierno no sabe qué hacer o llega a la decisión de no hacer nada, o, mejor, jamás tuvo la más mínima intención de hacer algo, agarra, va, coge (como escribía el inolvidable Umbral) y pone un cartel en el lugar de autos, cuanto más grande mejor. "Aquí invierte el Estado", dicen terminantes los anuncios con timbre del Gobierno que se ponen en la rebelde región de Murcia, precisamente donde no se ve al Estado por ningún lado, gigantescas leyendas oficiales que están pidiendo mármol aunque de momento nos tengamos que conformar con los paneles de conglomerado. Como ya nadie se lo cree, pronto el Gobierno sustituirá esos cartelones de conglomerado de "Aquí invierte el Estado" por otros donde ponga, dirigiéndose a esos españolitos incrédulos que tienen la manía de querer comprobar las cosas sobre el terreno en lugar de leer el BOE, algo un poquito más amenazante, como la segunda vez que se reclama una deuda: "Le advertimos, bajo su completa responsabilidad, que aquí invierte el Estado, eh". Y ojito.

Ya dicen los expertos en "marketing" que, aunque tú acometas una campaña de doscientos millones de vallas publicitarias que vendan el producto de un cliente, el cliente considerará fracasada la campaña, finalmente inexistente, e invisible su producto, si no le pones uno de esas vallas a la puerta de su casa, para que la vea todos los días cuando va a la oficina. El ministerio de Fomento, al mando de un experto en propaganda y otros expendedurías de humo, ha hecho justamente eso: poner el cartel publicitario de lo que no se está haciendo ni probablemente se va a hacer nunca a la puerta de nuestra casa, en las comunidades del PP, vendiéndonos una mercancía que no existe. Pero como vemos el cartel cada vez que salimos para la oficina, tan felices.

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