Para el 18 de este mes, pasados por poco los idus de marzo, está convocada una manifestación en Murcia para defender el trasvase Tajo-Segura. ¿Para qué sirve esta manifestación, si no es para pasear a los niños en sus carritos? Lo que quieren manifestar los murcianos sobre el trasvase Tajo-Segura ya lo sabemos. Los murcianos, digo. Las urnas llevan manifestándolo varias legislaturas seguidas. Los que podrían no saberlo, por no haberles interesado hasta el momento, son los medios nacionales, y para eso es imprescindible llegar a las puertas del Ministerio en Madrid, a dejar el mensaje.
Todo lo que no sea la manifestación en Madrid es una pérdida de tiempo. El ministerio no se va a impresionar grandemente porque la policía local corte la Gran Vía de Murcia para manifestar nuestro enfado ante el espejo. Más se impresionaría si en lugar de manifestarnos para el cuello de nuestra camisa se enfadara siquiera un poco a los taxistas madrileños. Y sobre todo, el Ministerio empezaría a hablar nuestro lenguaje, como si se hubiese posado de pronto el fuego pentecostal sobre el terrado de Moncloa, si a la amenaza de cerrarnos el grifo del agua se la enfrenta la sugerencia de ir a cerrar otros grifos situados en territorio murciano: el volante del gas, el grifo del crudo que desembarca en Escombreras. El presidente Valcárcel me dijo que, por lealtad institucional y sentido de Estado, es decir, por patriotismo, no iba a echar mano nunca de ese recurso, que sigue siendo el que mejor se entiende. Quizás no se imaginaba hasta dónde podían llegar los otros. No hay político que no se "macere" ante la resuelta voluntad de ejercer la violencia legítima de un territorio sometido a la asfixia por el Gobierno de la nación.
La Región de Murcia tiene armas suficientes para presionar hasta la exasperación. La cosa está en que quiera utilizarlas. Los votantes no se lo van a afear, desde luego, sino todo lo contrario. Cuentan los políticos regionales con que el asunto es muy fácilmente explicable a la población, porque en él no concurre ni una sola sutileza. Es el aforismo político italiano, pero al revés: no "tú me das una cosa a mí, yo te doy una cosa a tí", sino "tú me quitas una cosa a mí, yo te la retiro a tí". Si tú me marchitas el sector primario, yo te paro medio país. Eso lo entiende hasta el devorador de televisión medio. A esto hemos llegado en la España delicuescente donde el primer delincuente es el Estado. Lo próximo ya es sacar las "corvillas" de segar mala hierba e irse a reeditar "els segadors" a la capital. No llegarán esas hoces a los cuellos. Murcia puede hacer fuerza porque dispone del músculo cuyos argumentos son más que considerables en la muy dependiente España: el energético. ¿O seguirán argumentando los políticos provinciales, deseando ganar más tiempo y que no les obliguen a estar a la altura de su responsabilidad, que lo de cortar el agua va de farol hasta que por el acueducto Tajo-Segura asomen arañas?