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Crónicas murcianas

Si las víctimas de Pinochet opinan de Garzón, pregunten también a Franco

Las víctimas chilenas del general Augusto Pinochet dictaminan que es "incomprensible" que en España se procese a Garzón. Pero lo comprenderían perfectamente si analizaran bien su caso. Un juez del tercer poder del Estado español, hasta arriba de trabajo no atendido y con frecuencia despreciado en el puesto que le corresponde y que, haciendo absentismo, se va de turismo procesal hasta la tierra donde se empacan las insípidas almejas machas para entender de asuntos estratégicos y muy rentables que afectan a "la humanidad", como si Garzón fuera alguna desinencia espiritual tibetana y no un juez concreto de la muy prosaica Audiencia Nacional. Pero a Garzón le pagan todos los meses y está sometido a un determinado ordenamiento jurídico por una humanidad mucho más modesta y menos global: que no se le pasen los plazos en Madrid y colocar bien las comas en sus "autos".

Otra cosa hubiese sido si Garzón hubiese querido encarcelar a Pinochet, o a Franco, o al entero Estado Israelí (como ha pretendido alguno de sus émulos) no cobrando como un juez de la Audiencia ni con los poderes de éste descuidados o madrugados al Estado español. Si Garzón hubiese actuado en el papel, yo qué sé, de enviado remunerado por algún banco. En su papel de conferenciante intercontinental, sin ir más lejos, que sólo tuviera el poder de su elocuencia. "El conferenciante intercontinental Garzón trata de poner en dificultades a Pinochet en Londres, propinándole una exposición magistral a las ocho". Por ejemplo. Nada que objetar. "El seguidor de cursillos en Nueva York Garzón quiere saber si Franco está realmente muerto y para ello interpone un pleito en la Audiencia pagado con sus perras". Perfectamente. Pero es que con lo de "juez" delante Garzón pudre todo ese turismo suyo tan pintoresco. Garzón ha estado haciendo como que trabajaba de fontanero, cuando ha venido siendo electricista. Quiso parecer político cuando era juez y quiso parecer juez cuando continuaba siendo político. Y autoridad espiritual tibetana en perpetua "tournee des grands ducs" mundial para escaquearse de su específica deontología laboral.

La opinión de las víctimas de Pinochet sobre la honradez de Garzón tiene la misma validez como prueba de su probidad que si apartaran la losa del Valle de los Caídos para preguntársela al Generalísimo. Que a lo mejor a él también le parece que proceder contra Garzón es incomprensible.

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