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Crónicas murcianas

¿Quién no ha estado en Bulgaria?

Si el próximo congreso nacional del PP de Valencia va a ser un congreso "a la búlgara", entonces debo decir que he visitado bulgaria al menos en un par de ocasiones ya, y no lo sabía hasta ahora. Y no era con Rajoy de candidato, sino con Aznar. Y tampoco era con el Aznar de la segunda legislatura, cuando presuntamente se convirtió en faraón autista afectado por el "mal de Moncloa". No. Era antes. Mucho antes. Sí, sí, justo, cuando Aznar era "el dialogante" porque o bien no tenía suficiente mayoría o bien ni siquiera la había conseguido por entonces, ni poca mayoría ni mucha. De hecho, creo recordar que jamás he estado en ningún congreso del PP post refundación, es decir, del PP, que no haya sido "a la búlgara". A la búlgara en el mejor de los casos. A la albanesa en el peor.

¿Que cuál es la diferencia entre un congreso a la búlgara y un congreso a la albanesa? Pues la misma distancia que hay entre un aplauso búlgaro y una votación "alla maniera" de Tirana, Hoxoniense (de Enver Hoxa, no oxoniense sin "h", que es otra cosa, o sea, de Oxford). Un aplauso búlgaro, si no estoy equivocado en mis evocaciones de la política de más allá del muro, aunque ya hace algunos años de aquello, era un aplauso con "mucha unanimidad", por utilizar la afortunada expresión del presidente del comité organizador del congreso PP de Valencia, Ramón Luis Valcárcel. Tanta unanimidad había en el aplauso búlgaro, que era un "muro de sonido" que no lo hubiese mejorado ni el productor Phil Spector con las Ronettes. Había más aplauso que manos de "apparatchikis" presentes. En cambio, una votación a la albanesa es una votación donde al contabilizar los sufragios se dan cuenta que hay más votos emitidos que votantes, y más votantes que personas en el censo, y más personas en el censo que personas vivas. O sea, una votación que ya la llevan echa de casa. Bueno, pues ésa es exactamente la impresión que me han dado hasta ahora todos los congresos nacionales del PP a los que he tenido la suerte de asistir y la desgracia de comentar para diversos medios. El candidato único era Aznar. Pero la política única que allí teóricamente se votaba era tan poca política que nunca supe si a lo que había asistido era un congreso de un partido o una convención dominical y eucarística de jabones "amway".

La única diferencia, si acaso, de aquellos congresos aznarinos con el congreso de Rajoy, al que van a aclamar, por una cantidad exorbitante de unanimidad, más compromisarios del PP de los que hay contabiizados, es que en los de Aznar se vendían, en los tambalillos de la planta baja del parque ferial de Madrid, raquetas de pádel con la gaviota, y no recurdo si también esos pelos sobrantes del bigote que, conforme pasaban los años, los asesores de imagen iban arrancando a la cera del labio superior de Aznar. En lo demás, idéntico un congreso que los otros. El PP, para bien o para peor, no se ha hecho búlgaro ahora. Yo creo que lleva en ello más años que Hristo Stoichkov.

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