A la foto de Soraya Sáenz de Santamaría aparecida hoy en el diario "El mundo" sólo le falta el legendario "flou" del fotógrafo Hamilton, alguna rosa roja robada del atrezzo de "La Bestia" de Walerian Borowzyck o un hilo musical con canciones "socarrat" de Susana Estrada (cantando, por ejemplo, "ámame ya") para ser clasificada "S" o para que un quiosquero de los de antes con gafas como televisiones se la vendiera a los niños bajo mano en el patio trasero de su quiosco, al abrigo de las miradas reprobatorias de parejas con bitotito (él y ella) de aquellas que paseaban su ranciedad en domingo. Una foto como esta hubiese motivado hace treinta años una esquelita en la sección de cartelera del periódico que pusiese: "esta foto está clasificada rigurosamente para mayores de dieciocho años. Se podrá exigir a la entrada del reportaje la presentación del D.N.I" Esa falda de tules desparramada, esos labios promisorios, la pose extática de estar esperando la escena cumbre, esa mirada de "ven, guerrero mío, a tu descanso nietzschiano"..., a lo que el otro, el que fuere, respondería: "Deberéis contener mi ímpetu, oh, mi grey". Y dice que Mariano Rajoy "la engatusó". ¿Qué mira carnívoramente en esa foto, al gatito Mariano acaso?
Entiendo perfectamente, no ya la valentía, sino la necesidad de figurar en una foto así de Soraya Sáenz de Santamaría. Es la urgencia que tenemos los antiguos patitos feos para fijar para la posteridad la mejora que hemos experimentado con los años. Con la edad cada cual tiene la cara que se merece, y la de Soraya hay que reconocer que le saca muchas cabezas de ventaja a la que figura en ese vídeo que han hecho los del PP donde salen de adolescentes, y donde curiosamente los más feos son Soraya y... María Dolores de Cospedal. Mi deber de notario de la realidad me impide en esta ocasión, lo siento, la caballerosidad, porque además nos lo han puesto a huevo. La adolescente Soraya, la pobre, no era precisamente para que la cogiera Louis Malle a hacer de lolita en "La petite", como a Brooke Shields. Yo me caí de los álbumes de fotos al llegar a los quince y no volví a figurar en alguno hasta llegar a los treinta y tantos. Si sabré yo de qué va la cosa de Soraya. ¡Solidaridad con el feminismo de calendario Pirelli de Soraya! También yo he aparecido en poses oferentes en revistas, sólo por el narcisismo: es nuestra venganza, verdad, Soraya, hacia aquella juventud que no nos colmó con sus dones en su momento. Con su erotismo un poco forzado y nada oportuno de ahora, pero del todo comprensible, la aparente "minsa" le está dando su merecido a un aspecto que no mereció cuando eso, el aspecto, era todo lo que contaba para presentarte en sociedad.
Y menos mal que está felizmente casada, que si no me la veo en el "Gayarre" como madurita ataviada de "leoparda" intentando que la admiren por la adolescente que, de haberse portado el mundo de otra manera, hubiese podido ser...