Fue el escritor José Luis de Villalonga quien recomendó públicamente al Duque de Feria, tras que a éste le pillaran unas fotos comprometedoras con menores, que tenía como salida digna el pegarse un tiro. No fue atendida, con buen juicio, la recomendación, y el Duque de Feria acabó de otra cosa. Lo cierto es que no han sido tantas las ocasiones en que algún personaje público opta por esta salida, sobre todo cuando se saben culpables, porque la culpa sigue imborrable y el autor no, lo cual parece bastante tonto. Por contra, lo de pegarse un ritual tiro es más efectivo cuando el que lo hace se sabe inocente. El tiro no sirve para expiar, pero sí para denunciar un sistema injusto. Es lo que hizo Budd Dwyer, tesorero republicano del estado de Pennsylvania, quien se suicidó el 22 de enero de 1987 apuntándose al cielo de la boca con una "magnum" en plena rueda de prensa, no por sus delitos, sino por lo contrario, por su inocencia. Hoy es reconocido como un campeón de las garantías políticas y judiciales de los Estados Unidos de América. Espero que los implicados en el caso "Gürtel", empezando por el tesorero que fue del PP Bárcenas, no estén pensando luchar por las garantías políticas y judiciales en España al modo de Dwyer (al que todas las páginas memorialísticas que existen en internet retratan como un buen hombre y de firmes principios, si bien probablemente no se suicidara por principios sino paradójicamente por proteger a sus seres queridos), no ya porque no se enfrentan a posibles condenas como la de Dwyer, 55 años de cárcel nada menos, sino porque a lo mejor no son ni mucho menos tan inocentes.
Budd Dwyer hizo su "performance" justo el día anterior a que se hiciese pública su posible condena firme, que le hubiese privado de pensión a su mujer e hijos y a él le hubiese metido presuntamente cinco décadas en la madrastra. Es uno de los grandes momentos de la historia de la televisión, y la más inolvidable lección moral del asunto son los carraspeos de la audiencia, las bien administradas pausas de Dwyer y el rasgueo de la "magnum" deslizándose por el sobre, como un "mcguffin" de Hitchcock. Siempre me he preguntado cómo a todo el mundo le pareció de lo más normal que Dwyer subiera al estrado de la rueda de prensa llevando en la mano (¡sin emboscarse dentro de un maletín!) un sobre de papel de estraza que, lejos de ocultar, dibujaba perfectamente las evidentes formas del pistolón de "Harry El Sucio". Cosas de la tenencia legal de armas de allí, imagino, que exigen estar preparado permanentemente. "En cuanto a mí...", pronunció Dwyer después de una reparandoria contra la persecución política de la que era víctima. Lo demás es "cinema verité" del mejor. Ordenó que saliesen de la habitación aquellos que se pudieran sentir ofendidos por lo que iba a hacer. Recomendó que nadie se acercase porque lo que sacó del sobre podía hacer daño a alguno. Después, viendo que sus consejos no eran acatados del todo, sintió prisa: un golpe sordo, de muy escasa amenidad. Y algún cámara dijo "oh, mierda": se había sentido ofendido, y como gato había recibido el escarmiento a su curiosidad. Fue todo. Lo demás fue casquería. No se podrá negar que esta forma de protesta contra la persecución fue mucho más efectiva que los pellizcos de Soraya al fiscal Pumpido, por intentar ocultar pruebas favorables a Camps, como si algo así no fuese esperable. Y, qué quieren que les diga, no me veo a Ricardo Costa entrando a dar una rueda de prensa para probar que no recibió regalos de "El bigotes" con un voluminoso e inequívoco sobre de papel de estraza bajo el sobaco...