Sólo una vez he tenido el gusto de comer con el ex alcalde del pequeño campamento (me niego a llamarlo "pueblo") de Ceutí, en Murcia, población llena de gente respetable pero completamente olvidada por las autoridades excepto cuando de sacar panza se trata. Manuel Hurtado, ése es el nombre del ex alcalde, responsable de un desaguisado cultureta, y por tanto económico, en su campamento de proporciones épicas. Durante aquella comida, celebrada en un pretencioso restaurante de un hotel de la cadena NH, me estuve preguntando insistentemente una sola cosa: si el tal Hurtado no era capaz de masticar con la boca cerrada, ¿qué tipo de criterio cultural estaría aplicando en su campamento o le estarían aplicando sus pretendidos expertos en la cosa?
Durante al menos los dos o tres últimos mandatos del señor Hurtado como burgomaestre, Ceutí ha tirado a dos manos y a dos pies, o a cuatro patas, con pólvora de origen desconocido, pero que evidentemente no salía de los estrictos impuestos de los (escasos) parroquianos censados. Entre el endeudamiento irresponsable, el manirrotismo, la munificiencia vagamente paleta, las ayudas también irresponsables y "politically correct" de la Comunidad Autónoma y los amigos socialistas del aparato cultural del Estado, ésos convencidos de que "el dinero público no es de nadie", han llevado a la actual situación. Ceutí se vende por no poder atenderlo. El Ayuntamiento está en las últimas, y ésa es la situación que ha heredado el PP. Si ha saltado a las páginas de la prensa salmón que Islandia está cerca de ser un Estado fallido, porque trescientos mil y pico tipos y tipas como población total que viven donde Cristo dio las tres voces (y dedicados supuestamente a tareas de alto rendimiento metidos en casas con calefacción por agua volcánica gratis) no pueden mantener la economía de un país en cuando ha venido la crisis, menos se va a poder mantener Ceutí de una fantasmagoría como su arbitrario "hecho diferencial cultural". Con la colaboración necesaria de la prensa cultural periférica, las autoridades socialistas del campamento se entregaron a arramplar con todos los fondos que les pusieron por delante para pagar a una élite de artistas "de la ceja" (del bigote, más bien, que es lo que luce el ahora ex alcalde) que supuestamente les donaban obras de arte al pueblo a un precio mucho menor del que valían... según la estimación de la propia élite de artistas.
Por Ceutí ha aportado prácticamente todos los que ustedes están pensando, incluído el cantautor "chuntero" Labordeta. Y todos han dejado alguna gloriosa deposición allí. Deposiciones culturales que no han hecho que los habitantes salgan de un subdesarrollo que es evidente cuando uno pasea por sus, digamos, calles, tanto más hiriente cuanto que el campamento de Ceutí está a tiro de piedra de la capital de la Región. La fantasmagoría de una Ceutí donde escupías y crecía una obra de arte de las caras a cargo de lo más exquisito de la petardez universal se ha revelado una tomadura de pelo para los ciudadanos, pero, ah, demasiado tarde. La ruinosa catetada ya está hecha. Si no llega a ser por los cientos de kilómetros de papel prensa (regional) que han cantado durante lustros las excelencias de todo cuanto acontecía en el campamento de los milagros (milagro era, o parecía, que hubiese para pagar lujos nuevorricos cuando practicamente el ayuntamiento no sacaba ni para comer), esa estafa no hubiese sido posible. Los periodistas culturales no son inocentes, sino parte solidaria y principal del "affaire". Alguna vez habrá que exigirles que pidan perdón por su soberbia.