Cuando las instituciones oficiales, abandonando su empírea gravedad se obligan a sí mismas a bajar a la calle, siempre se les rompe el ascensor y terminan en las alcantarillas. Desde que los ministerios abandonaron el idioma castellano para así hacerse supuestamente entender por los jóvenes, los jóvenes han perdido el respeto por cuanto puedan advertirles los ministerios. Eso si logran descifrar los abstrusos "eslóganes" escritos en esa especie de "volapuk" logsiano que emplean los organismos oficiales para coleguear con unos jóvenes que jamás serían colegas de alquien que hablara así. "Yo no corono rollos con bombo" (traducido: yo no korono royos kon bombo").
¿A quién se dirige el Ministerio de Sanidad de Bernat, a los adolescentes o más bien a los marginales? Porque es cierto que los adolescentes ya no juran por Snoopy, pero por mal que escriban los eseemeeses los adolescentes jamás llegarían a captar, ni mucho menos expresarse, en esa especie de "caló " progresista de inequívoco tufo a laboratorio de ingenería social. ¿Dónde ha cogido la inspiración el ministro Bernat para lo que él cree que es el habla actual de los jóvenes? Porque sólo puede ser de dos sitios, del "tocho cheli" de Ramoncín, germanía que sólo empleaba Paco Umbral cuando quería hacerle un homenaje al ex marica de terciopelo (¡apestas!), o de algún poblado tupido de agujas hipodérmicas. ¿Éso es la juventud actual para el Ministerio de Sanidad? ¿Un a modo de tercera parte de "Yo, el vaquilla" en sesión contínua y revestimento "prog-mod"?
Al menos aquella campaña, ya lejana, de Matilde Fernández con dibujos animados de condones (si se recuerdan: "no da, sida", acompañado por risitas pitufinas, ji, ji, ji) tenía la gracia de no saber si estaba hablando de penes y vaginas o de champiñones silvestres del bosque. Ésta campaña de ahora para prevenir o quizás fomentar ya no se sabe qué ("con koko" se disfruta mogollón) sólo la logran descifrar aquellos que en los años setenta nos paraban en los callejones dándote a optar por dos formas de atracarte con dolor, o con unos alicates o con una navaja, "pellizco o pinchazo" (traducido a la lengua franca ministerial, "pellizko o pintxazo"). Ful de Estambul.