Manuel Fraga no es el único superviviente
Hollywood, como la Historia, contará lo que no pasó a cargo de alguien que no estuvo allí. Hablo del incidente de Palomares, Almería. El famoso chapuzón de Manuel Fraga con aquel traje de baño de cuello alto que luego heredaría Julián Muñoz, alias "Cachuli". No es cierto lo que dice Manuel Fraga. "Sería lógico que hablaran conmigo ya que soy el único superviviente de aquello". Por lo visto, para Manuel Fraga los fotógrafos de prensa no son "alguien". Y no sólo fotógrafos de prensa. Que yo conozca personalmente, hay al menos dos supervivientes más que Manuel Fraga. Sin duda habrá más.
La historia que me contaron, hace algunos años, es más o menos la siguiente: resplandor y estruendo en un cielo claro en la costa norte de Almería. Un agricultor de Águilas, el último municipio de Murcia al sur, que lo advierte. El agricultor llama a alguien, y éste da el chivatazo a un periódico de Murcia, por ser la capital que le quedaba más cercana. Estamos hablando antes de que se enterara el Estado Mayor norteamericano. Antes que nadie. Se allegan, en un utilitario, unos periodistas a la zona, a husmear una exclusiva de interés social, que era lo único que se podía husmear entonces. Preguntando, llegan hasta un bancal. Fuselaje de un avión. Olor a quemado. Restos de ocupantes calcinados, me dijeron (¿sería su memoria manipulada sin saberlo, que mejora, quiero decir, empeora las cosas?). No saben en ese momento que están pisando tierra con unos zapatos que, días más tarde, hará croar como un sapo al contador "geiger" de radioactividad. Fraga prefirió el agua de una playa cercana, la de Quitapellejos, de nombre poco tranquilizador. ¿Había sólo cuatro bombas, como se dijo, o al menos otra no fue encontrada jamás? Es cierto que no consta que ninguno de los "no supervivientes" de aquello, incluido el embajador norteamericano, murieran años después de manera directa por causas derivadas de las bombas atómicas con plutonio que milagrosamente no explotaron, quizás por no llevar la espoleta montada o por algún mecanismo que aún hoy permanece secreto. Algunas liberaron radioactividad, pero no se supo entonces hasta qué punto. Alguna gente de allí empezó a llevar plutonio en su organismo. Al menos Fraga no acabó como John Wayne y todo el equipo dos décadas más tarde de filmar "Gengis Khan" en un desierto nuclear. Sigue superviviendo. Pero, contra lo que dice, no sólo está él para contar lo que vio. Y lo que se calló. Y lo que no se publicó. Nunca.
La historia que me contaron, hace algunos años, es más o menos la siguiente: resplandor y estruendo en un cielo claro en la costa norte de Almería. Un agricultor de Águilas, el último municipio de Murcia al sur, que lo advierte. El agricultor llama a alguien, y éste da el chivatazo a un periódico de Murcia, por ser la capital que le quedaba más cercana. Estamos hablando antes de que se enterara el Estado Mayor norteamericano. Antes que nadie. Se allegan, en un utilitario, unos periodistas a la zona, a husmear una exclusiva de interés social, que era lo único que se podía husmear entonces. Preguntando, llegan hasta un bancal. Fuselaje de un avión. Olor a quemado. Restos de ocupantes calcinados, me dijeron (¿sería su memoria manipulada sin saberlo, que mejora, quiero decir, empeora las cosas?). No saben en ese momento que están pisando tierra con unos zapatos que, días más tarde, hará croar como un sapo al contador "geiger" de radioactividad. Fraga prefirió el agua de una playa cercana, la de Quitapellejos, de nombre poco tranquilizador. ¿Había sólo cuatro bombas, como se dijo, o al menos otra no fue encontrada jamás? Es cierto que no consta que ninguno de los "no supervivientes" de aquello, incluido el embajador norteamericano, murieran años después de manera directa por causas derivadas de las bombas atómicas con plutonio que milagrosamente no explotaron, quizás por no llevar la espoleta montada o por algún mecanismo que aún hoy permanece secreto. Algunas liberaron radioactividad, pero no se supo entonces hasta qué punto. Alguna gente de allí empezó a llevar plutonio en su organismo. Al menos Fraga no acabó como John Wayne y todo el equipo dos décadas más tarde de filmar "Gengis Khan" en un desierto nuclear. Sigue superviviendo. Pero, contra lo que dice, no sólo está él para contar lo que vio. Y lo que se calló. Y lo que no se publicó. Nunca.