Si no es cierta, merecería haberlo sido aquella anécdota del articulista César González-Ruano, a quien Eduardo Haro Técglen llamaba "amoral" (se supone que porque César convivía desdeñosamente con el franquismo, no como Haro, que luchaba contra él, ya se sabe, por el procedimiento de hacer creer a los fachas que él era el primer e incansable rapsoda del Movimiento), sobre la cena que le ofrecieron en su honor en la embajada del Paraguay. Había publicado César, creo que en el ABC, un artículo encomiástico sobre tal nación suramericana, la labor allí de los jesuitas con los aborígenes, y tal. Gustó tanto su artículo a la embajada o consulado en Madrid que el representante diplomático convocó una tenida en reconocimiento del autor de tan bellas palabras. A los amenes de la cena, y dicen que mientras el embajador o cónsul del Paraguay acompañaba a un González-Ruano que se marchaba, éste no pudo mantenerlo oculto por más tiempo: "no quiero que el equívoco quede entre nosotros. Entre usted y yo, Paraguay es una mierda".
Me he recordado de aquello, que por cierto tengo para mí que Jaime Campmany no incluyó en su delicioso "jardín de las víboras", pese a estar compuesto este libro de sucesos ciertos o amejoramientos literarios de la misma época y con parecidos personajes del periodismo de los cuarenta años, al leer ahora que la reunión de los países más desarrollados del mundo o G-20 en Londres se ha hecho una lista negra y otra gris de países a los que se tiene por paraísos fiscales, y que a partir de ahora pasan a ser, para la gente sensible con los efectos de la crisis y sin que medie el equívoco, una mierda de países o unos países de mierda. Al parecer Suiza y Luxemburgo han protestado. Pero si Camba decía que en Suiza no hay suizos porque los suizos no existen, y que lo que hay allí son alemanes, italianos, franceses e ingleses a los que lleva allí la agencia Cook, mucho menos va a existir Luxemburgo. ¿Qué es Luxemburgo? Algo que dio nombre a la organización de naciones del "Benelux", quizás al "cutrelux" de Paco Clavel, y pare usted de contar. ¿Puede protestar contra el G-20 algo que no existe si no es en forma de cuenta opaca en un banco?
Una vez viajé quince días por uno de esos paraísos fiscales incluidos en la lista negra del G-20, pues me lo habían recomendado mucho con bellas palabras. Era Costa Rica, una especie de verde pedanía estadounidense pero con infinitamente menos carácter que cualquier cosa que haya en los USA que se ahorra el tener fuerzas armadas, dándoselas de pacifista, porque así se ahorra los gastos y cuando le vienen mal dadas por alguna catástrofe civil llama a los Estados Unidos gratis total. Yo por entonces no sabía que era un paraíso fiscal, pero ya por entonces los monos de la selva me parecieron sospechosos, pues vivían protegidos una vida absurda y bobalicona y la propia selva, donde encontré menos mosquitos que en cualquier localidad playera española en verano, se notaba que ocultaba algo, además de un castellano gorgoteante y vagamente molesto de escuchar. Y ahora resulta que esto era lo que ocultaba: un buen pedacito de la golfería financiera mundial, bajo un manto de edénica verdura y buen rollito. No quiero que se produzcan equívocos entre el lector y yo: entre nosotros, Costa Rica me pareció lo mismo que a González-Ruano lo otro.