Ya se sabe que las espectaculares operaciones policiales rubalcábicas contra los Ayuntamientos del PP tienen su antecedente histórico directo en aquellas paradas de los "paracas" de las procesiones semanasanteras de mi infancia. Aquellos musculosos bigardos que daban volatines con el trompetín, los bíceps desnudos sobre manguitos abotonados de vinilo blanco y los pantalones estrechados para marcar paquete delante de las "chonis", las "lolis" y las jóvenes asistentas de hogar, a las que se les hacía el delantal agua. En fin, las espectaculares operaciones policiales rubalcábicas contra Ayuntamientos del PP son lo que las feministas psicologistas llamarían "una prolongación del falo" (como son los descapotables de muchos caballos para los horteras de bolera), e inútil resulta quejarse de que no es necesario organizar tamaño dispositivo, más propio del contraterrorismo, para los delitos de que se trata, y eso cuando los hay. Por supuesto que es necesario. Para demostrar que, en tanto a acojonar a la impresionable derecha del país, el tamaño sí importa.
Las alcantarillas de Interior han vuelto a alardear de esta "prolongación del falo" policial en la Gerencia de Urbanismo de Murcia. No en vano dicen que Rubalcaba cuenta con un nuevo asesor natural de Murcia, y ya se sabe que lo primero que hacen los murcianos cuando llegan a algo es la autóctona práctica exhibicionista de "sacar la barriga" ante sus conciudadanos o, en su defecto, sacar otra cosa. Para atrapar a un ratón si con ello logra poner otra banderita en el ya legendario "mapa de la corrupción" del PP Rubalcaba, por mano de alguno de sus obedientes fiscales, es capaz de organizar como poco la Toma de Oviedo. De momento, en Murcia, para la caza preelectoral de un vulgar funcionario con cargo técnico, un abogado y un ingeniero por llevarse no sé qué perras del casino local (ya sólo falta el clásico "lisensiado" y algún "doctor" en sentido portugués) ha sido necesaria instruir la magna operación en todos los telediarios, y hasta el el portal de "Yahoo", que se resarce así por lo visto de no poder informar libremente en China. Hace mucho que ya no confío ni en lo que pueda hacer mi mano izquierda, pero no me creo que el nada mediático concejal de Urbanismo en Murcia sr. Berberena, presentado ahora en toda España y también internacionalmente por la prensa del Régimen simplemente como "Berberena" ("Berberena dice", "imputado Berberena"), como si no necesitase presentación por ser de la farándula y haber salido media docena de veces en "Sálvame deluxe", haya hecho más que aplicar estrictamente la discrecionalidad, siempre he pensado que contraindicada y confusa, que la Ley permite a los Ayuntamientos. Y lo del otro imputado Samper, a quien muchos nunca han perdonado que como empresario quiera ganar algo de dinero en Murcia con las legítimas plusvalías y no tirar los fajos de billetes a las multitudes desde una carroza del "Entierro de la Sardina", como por lo visto se esperaba aquí de él, pues también me declaro muy escéptico. Aguardo, sentado, a que por fin se haga la luz, si es que el objetivo no es precisamente oscurecer las cosas para que nadie sepa ya de qué estamos hablando.
Por el momento los precedentes me convidan a sospechar, pero a sospechar sobre todo de los investigadores y denunciantes. Yo sigo una máxima que creo muy higiénica dada la metodología electoral que siguen según qué partidos: cuando el Poder -no hace falta decir qué Poder, pues es siempre el mismo- ordena a la policía detener o registrar a alguien, previamente a desconfiar de ese alguien yo desconfío del que ordena tal cosa a la policía. Se ha demostrado suficientemente que en la Región de Murcia, donde salieron desde el primer triunfo de Zapatero a cazar elefantes peperos y suelen volver con gorriones apolíticos, es el orden correcto a seguir, y no otro.