La falta de abusos de los que fui objeto en mi infancia
Debo haber tenido muy mala suerte, porque hasta los dieciocho años me eduqué con curas y no me pasó, ni por el forro, lo que ahora todo el mundo asegura que le pasó en su infancia a los que se educaron con curas, todos ellos pederastas, como su propio nombre indica.
Ningún sacerdote, y eso que eran del Opus Dei, me metió nunca mano, de palabra ni de obra. Es más, jamás escuché a ningún compañero de pupitre alguna buena historia así que hubiese ocurrido en el colegio, en ninguna promoción. Y por supuesto, de haberse producido alguna vez se hubiese sabido en esa hermandad que forma la niñez, con un detallismo que yo llamaría "puntillista". Los niños nos contábamos historias peores acerca de las duchas colectivas, por cierto heladas en verano y en invierno, pero curiosamente nunca tenían como protagonistas a sacerdotes. Todos esos años en compañía de curas, hasta la mayoría de edad, dan para muchos ratos de cierta intimidad. Sobre todo si la cierta intimidad con los curas era, como en efecto lo era, obligatoria. Si las autoridades académicas del cole notaban que tu nombre no estaba escrito en el agua de los días, en esa lista que no existía de los que iban o no iban a misa, cosa que contabilizaban a ojo como el ganado (¡cómo iba yo a ir a misa, si a cambio de que ésta se comía un cuarto de hora de clase también ocupaba otro cuarto de hora del recreo, y yo lo necesitaba para poder tragar mi bocata sin que me diera hipo!), entonces un día inopinado se abría la puerta en medio de una clase, aparecía alguien con sotana y pronunciaba tu nombre. Y tenías que salir en el acto para explicar al cura, tu director espiritual, en un cerrado o en un rincón del jardín, por qué no se te veía jamás en misa. Te preguntaban si estabas siendo tentado, como San Antonio. Se daban cuenta enseguida de que malamente podía estar siendo tentado con seriedad quien, como yo, jugó con los "clicks" de "Famobil" y con los "airgam-boys" hasta al menos los quince. Yo explicaba al sacerdote mi problema con el "timing" y la correcta deglución del bocadillo, que era y sigue siendo sagrado, porque si no estoy bien comido me pongo de muy mala virgen.
Debo decir que nunca ensayaron ningún correctivo para alguien con tan poco interés en el alimento del alma y tanto por el del estómago. Me dejaron ir derechito al Infierno, cumpliendo escrupulosamente uno de los principios más auténticos del cristianismo: la libre voluntad. Y no consideraron aquellos curas que, ya que me iba a condenar de todas formas, nada se iba a notar si me dirigiera a la perdición con los testículos un poco sobados. Lo de la Iglesia católica como gran fábrica de pederastia es como lo del recalentamiento global: una superstición milenarista más, en esta época oscura.
Ningún sacerdote, y eso que eran del Opus Dei, me metió nunca mano, de palabra ni de obra. Es más, jamás escuché a ningún compañero de pupitre alguna buena historia así que hubiese ocurrido en el colegio, en ninguna promoción. Y por supuesto, de haberse producido alguna vez se hubiese sabido en esa hermandad que forma la niñez, con un detallismo que yo llamaría "puntillista". Los niños nos contábamos historias peores acerca de las duchas colectivas, por cierto heladas en verano y en invierno, pero curiosamente nunca tenían como protagonistas a sacerdotes. Todos esos años en compañía de curas, hasta la mayoría de edad, dan para muchos ratos de cierta intimidad. Sobre todo si la cierta intimidad con los curas era, como en efecto lo era, obligatoria. Si las autoridades académicas del cole notaban que tu nombre no estaba escrito en el agua de los días, en esa lista que no existía de los que iban o no iban a misa, cosa que contabilizaban a ojo como el ganado (¡cómo iba yo a ir a misa, si a cambio de que ésta se comía un cuarto de hora de clase también ocupaba otro cuarto de hora del recreo, y yo lo necesitaba para poder tragar mi bocata sin que me diera hipo!), entonces un día inopinado se abría la puerta en medio de una clase, aparecía alguien con sotana y pronunciaba tu nombre. Y tenías que salir en el acto para explicar al cura, tu director espiritual, en un cerrado o en un rincón del jardín, por qué no se te veía jamás en misa. Te preguntaban si estabas siendo tentado, como San Antonio. Se daban cuenta enseguida de que malamente podía estar siendo tentado con seriedad quien, como yo, jugó con los "clicks" de "Famobil" y con los "airgam-boys" hasta al menos los quince. Yo explicaba al sacerdote mi problema con el "timing" y la correcta deglución del bocadillo, que era y sigue siendo sagrado, porque si no estoy bien comido me pongo de muy mala virgen.
Debo decir que nunca ensayaron ningún correctivo para alguien con tan poco interés en el alimento del alma y tanto por el del estómago. Me dejaron ir derechito al Infierno, cumpliendo escrupulosamente uno de los principios más auténticos del cristianismo: la libre voluntad. Y no consideraron aquellos curas que, ya que me iba a condenar de todas formas, nada se iba a notar si me dirigiera a la perdición con los testículos un poco sobados. Lo de la Iglesia católica como gran fábrica de pederastia es como lo del recalentamiento global: una superstición milenarista más, en esta época oscura.
Pues tengo que decirle, apreciado D. José Antonio, que su artículo le justifica en los cielos. Gracias por estar ahí.
A tí no te pasó nada seguramente por que eras un zagal feo y no tenías ramalazo. No hay que olvidar que esta cuestión es más de homosexualidad que de pederastia, tal y como dice Pío Moa. No se conocen casos de cura-chica, ¿verdad?. ¿Y de monja-chico?. Tampoco.
Hay mucha gente con muy mala leche o con muchos complejos raros, que sólo se queda con los defectos y pecados de los demás. Probablemente muchos dirían que tu colegio era la excepción o que tu no te enterabas mientras no parabas de comer bocadillos. Es totalmente imposible y peliculera, pero quedaría muy bien, que toda la gente que no hemos tenido jamás ningún problema con los curas y monjas, sino todo lo contrario, mandásemos nuestro testimonio a todos los medios machacacuras, y al Vaticano para animarlos un poco. En plan película de Capra: yo confieso que los curas jamás me han tocado un pelo, o algo un poco más formal,claro.
Ahora que está de actualidad el escándalo de la pedofilia de sacristía en centroeuropa, unos datos: - Casos totales de abusos a menores denunciados en Alemania en los últimos 15 años: 210.000 - Casos en los que aparece involucrado un miembro de la Iglesia Católica: 94 (0,04 %). Que sí, que los curas bujarrones que abusan de los niños tienen que estar en la cárcel, pero no parece que los datos reales permitan decir, como llevan diciendo en el telediario de La Secta desde que empezó la Semana Santa, que la Iglesia Católica es la principal responsable de la pederastia en el mundo. En cuanto a la relación entre homosexualidad y abuso de menores, creo que Pío Moa la ha tratado con suficiente amplitud. Queda por analizar la responsabilidad del Concilio Vaticano II, que supuso una revolución también en los cenobios y seminarios. Cuando se sustituye a Santo Tomás por Freud y Lacan, y encima uno es "propenso", pasa lo que ha pasado, es decir, lo que tenía que pasar.
¡Ya está! ¡Eureka! Gracias, José Antonio, éste post tuyo me ha permitido conocer que la causa de mis problemas depresivos ha sido la pésima infancia y juventud que he tenido, totalmente carente de abusos sexuales de ningún tipo por parte del clero. Y eso no puede ser, me siento discriminado. Pues fíjate, toda mi vida escolar, desde que entré por primera vez a una escuela hasta que fuí a la universidad, es decir, siempre, he estado con monjas, primero, y curas, después. Y quitando algún/a bordecico/a (que siempre hay alguien entre el profesorado) lo único que puedo decir de ellos es que ¡gracias!, muchas gracias por haberme educado y haberme hecho ser un hombre de bien (espero que se me considere así). Lo único, que es muchísimo, que he recibido de ellos han sido enseñanzas, buenos consejos, patrocinio en los deportes, ánimos y visión (buena visión) de la vida. Muchas gracias a ellos. Así que, soy otro caso raro de los que rompen las estadísticas de la pederastia de los curas, ¡que le vamos a hacer! Un saludo a todos.
ABARCA-PABLO: El problema que yo veo es que no es cuestión de cantidad sino de calidad. Intentaré explicarme. Que existe el mal está claro; que va a seguir existiendo, también. Pero lo que espero yo al menos es que determinadas personas, a quienes confías tu alma, no utilicen su situación para abusar de ti. Un sólo caso hubiera bastado para que se hubiera producido una respuesta INMEDIATA de la jerarquía eclesiástica. Se produce, pero muy tarde y eso conlleva el desprestigio de la Iglesia.
5 años en Los Franciscanos de Cartagena, y 7 en el Colegio Santo Domingo de Orihuela ¡Interno! que eso si da para intimidades, y subscribo todo lo que usted cuenta, incluso por esa condición de vivir con los curas de noche podría ahondar en más detalles que usted,pero ni igualaría su estilo, ni se trata de eso, si acaso, y como demostración de que eran Hombres muy normales, recuerdo, allá por el año 1975, las redadas de los lunes, donde nos requisaban los Penthouse, Lib, y aquellos maravillos almanaques de bolsillo con foto en color, robo a mano armada, que nos hacía la semana más larga, el lunes negro, y como no se lo he perdonado, es el único rencor que les guardo, imagino que su semana era más corta y llevadera.Este rencor está perfectamente neutralizado, con su inmensa aportación a mi formación (lo intentaron, pero no pudieron hacer muchos milagros) Mis hijos van al mismo colegio que fue usted, y desde luego, los veo encantados, contentos y felices. Don José Antonio, me gustaría volver a leer un artículo que usted escribió en La Verdad hace años, sobre este tema, y en el que como referencia me acuerdo que decía que siempre debieran mirar hacia arriba los que criticaban a su colegio, y algo así como que recogerían las babas de los miembros del Opus ¿?
Estoy de acuerdo con peabody. Probablemente carecías de atractivo físico para aquellos santos varones...
Yo también fuy a un colegio de curas, concretamente uno ubicado en la plaza circular de la capital Murciana, y tambien guardo un grato recuerdo, de los curas y de los profesores, porque la verdad es que curas quedaban menos cada año que pasaba. Pero lo cortes no quita lo valiente y no se trata de demostrar estadísticamente donde hay mas pederastia, si en el clero o en la población civil. Pocos o poquisimos casos de pederastia por parte de curas y que se sepa que fue conocida y encubierta por sus superiores bastan para una seria reprimenda a la Iglesia y que se lo hagan mirar. Sr. Molina, ¿a cuantos clubes infantiles de futbol conoce ud. que se sepa hallan escondido a su entrenador pederasta y evitado entregarlo a la justicia? ESE es el problema. Otra cosa, tampoco veo bien desviar la atención a la homosexualidad; está claro que los abusos son homosexuales y no heterosexuales (cuando son así los curas se buscan jovencitas feligresas de buen ver y no niñas), pero no nos engañemos, el problema no es la homosexualidad, sino el abuso a un menor a quien sus padres te han confiado su educación ( y en muchos casos su educación espiritual!!!)Y si la castidad en el clero sirve para esconder incapacidades y complejos para salir del armario, pues es otro problema que se deben hacer ver. La falta de vocaciones no justifica una falta de criterio a la hora de seleccionar y preparar a futuros consejeros espirituales y educadores.
Gracia digna de Ussía o Burgos (No le parezca mal, que creo que usted es más joven). Y ¡qué pesadez la de quienes siguen recordándonos -es que somos tontos y no nos enteramos- que "la traición a la confianza", que "un solo caso basta" etc. etc! ¡Y a ese género pedagogodantesco está confiada hoy la santa infancia!
Pues eso: magnífica entrada. Y tengamos claro que los infantes les importan un pimiento a los de la campaña. El objetivo es golpear a la Iglesia. Y esta carnaza no la iban a dejar escapar. Tenemos que estar atentos para no ser de los tontos útiles que les hagamos el trabajo a los enemigos de todo lo bueno.
Se me olvidaba: una alerta de HazteOir para apoyar al Papa en estos momentos difíciles http://hazteoir.org/node/29207
No sabría juzgar de los encantos de D. Jose Antonio. Yo, modestamente, puedo decirles a Elaph y peabody que en mi adolescencia tuve que rechazar algunas aproximaciones por parte de algún elemento pederástico, así que algún atractivo debia tener. Nunca, quiero decir y repito: nunca, tuve ningún problema en ese sentido en el colegio, también del Opus, al que fui durante siete años.