En tiempos en los que el país no puede vivir con los mismos vuelos que hasta ahora ni de lo que ha venido siendo tradicional, el turismo, que en el fondo implica también el ladrillo, vuelve la vista a lo más tradicional aún, la agricultura. Aparentemente no ha estado de moda todos estos años de "boom inmobiliario", pero siempre ha estado ahí. Callada, eficiente y, cuando vienen mal dadas desde Bruselas, sufriente.
Hablamos de la exportación de frutas y verduras españolas. Sus grandes empresarios no suelen aparecer en las listas de los más ricos, ni son invitados a grandes recepciones, ni se pasean por las moquetas con los zapatos lustrados del que apenas se baja del coche oficial u oficioso. Pero en estos momentos de crisis es casi el único sector productivo español que puede absorber aún puestos de trabajo no demasiado cualificados, que mantiene la balanza import/export en un desigual equilibrio (pues seguimos necesitand más de lo que nos necesitan) pero sin dejarla caer a plomo como ocurriría si se prescindiera de las exportaciones alimentarias, y que tiene futuro, y sobre todo presente, por delante y no a las espaldas. Hermos podido estar in situ en "Fruit Logistica", la anual feria internacional de frutas y verduras que se celebra en Berlín. Hemos visitado el stand de una región exportadora desde prácticamente los tiempos del primer Plan de Estabilización franquista, que lo lleva, pues, en la masa de la sangre. A pesar de su pequeño tamaño relativo, como comunidad autónoma uniprovincial, y de también relativamente modesta aportación al producto interior bruto nacional (como corresponde a un millón y medio de habitantes entre alrededor de cuarenta y cinco del país), la región de Murcia aporta nada menos que el 20% de todas las exportaciones de frutas y verduras españolas a los mercados internacionales. Esta feria de Berlín es la más importante del sector, la que decide el "quién es quién", y llama poderosamente la atención que en tiempos en que las ferias internacionales en general se retraen o sencillamente se ausentan por la crisis encontrar un gigantesco stand como el murciano en Berlín, equivalente al total que para sus ocho provincias ha dispuesto la paredaña Andalucía.
Como estamos en Alemania, donde pierden la compostura con cualquier cosa que tenga que ver con el pimiento (una debilidad o incluso perdonable perversión del paladar teutón), el stand murciano se ha decorado con variedades de "capsicum" de todos los colores, hasta parecer un bodegón, lo cual entronca con la tradición visual de abundancia en el memorial colectivo de la huerta. "Alimenta tus sentidos", es el lema elegido. Alrededor de cascadas de tomates no hidropónicos, naranjas ventripotentes que dejan ver su ombligo y otros estratégicos colores cálidos, excepto oel recurrente verde fresco que recorre y da sentido a la propia feria, celebrada en una ciudad invernal perfectamente adaptada a la conservación de alimentos, muy poco por encima de los cero grados.
Tiene razon el consejero de agricultura murciano, Antonio Cerdá (PP): la Murcia de hoy o es agricultura o no es. No anda demasiado lejos España de esa afirmación. O exportamos más y mejor o nos abandonaremos por completo a ser un país dependiente e insostenible. O la agricultura, junto con los sectores que han podido buenamente salvar de la crisis, tira del carro, o no lo harán desde luego los silentes sindicatos a sueldo de Zapatero, ni los amigos banqueros del Gobierno.