Hay una aseveración incontrovertible sobre todo para los propios socialistas españoles, que están instalados desde hace tiempo en el irresistible vértigo del fin del mundo conocido: El presidente del Gobierno devolverá España en la peor situación económica de su historia desde que España es una economía homologada y no un país de payeses y arrieros. Eso no hay quien lo mueva, se acabe la crisis pronto, tarde o todo lo contrario. Da completamente igual, y mejor haríamos no fijándonos, perdiendo el tiempo, en lo que pasa por ahí fuera, que nunca ha estado tan lejos. Será así en España a muy corto plazo, y nosotros lo veremos, porque así quiere que sea, sin ningún tipo de escrúpulo, el simpático y dicen que habilidoso muñeco de resorte sobre el que últimamente se trata de dirimir su inteligencia o falta de ella. Nótense las emocionantes recetas del Gobierno para el futuro: en efecto, resulta que había una luz al final del túnel. Era un tren que venía imparable, como todo el mundo sabe.
Alguien que odiara la economía y cómo surge ésta no lo estaría haciendo mejor que el Inteligente. Sólo está en discusión el fin de todo esto, que aún no comprendemos en nuestras limitadas mentes, qué sacará exactamente su partido de quebrar todos los indicadores y de paso el espinazo de una sociedad moderna: quizás buscan algún tipo de pureza neolítica, la que según estos tataranietos del pensador que daba sus hijos a la inclusa y que vivía en Ginebra estaba presente en la tribu trashumante y precomunista a la que no había llegado siquiera el trueque.
Gastado hace tiempo hasta el terciopelo de las arcas del Estado, de las cuales ha desaparecido hasta el fondo de guiso que no llegó a tocar ninguna cleptocracia, pronto el Gobierno tendrá que dedicarse al pillaje. Primero y como siempre, con el terror fiscal. Cuando ésto se revele insuficiente para mantener el tren de subvenciones a organizaciones de clientes, deberán ejecutar sacos, por ley, entre los no amigos del Gobierno, por cuya seguridad jurídica no daría ni un "perro flaco" (el hermano desmedrado del "perro gordo" o real con agujerito de la postguerra). Agotada también esta vía para darle alegría a las dos siestas que nos quedan antes de ingresar en la Nada laica, deberán vivir de lo que no devolverán al Fondo Monetario Internacional, mientras lo critican y piden su desaparición. Tal vez nos preste hasta Argentina, donde tanto admiran nuestro actual "proceso". La población española se dividirá de la siguiente forma: un tercio será funcionario, otro tercio clase pasiva y otro tercio querrá morirse pronto por la cuenta que trae. La televisión pública no traerá anuncios, pero echará competiciones de abortos en islas paradisíacas a cargo de famosos e inventará nuevas minorías no advertidas hasta ahora que quieran sacarle al Estado a cambio de su voto.
País de oportunidades.