Aparte de la crisis de las hipotecas blandas estadounisenses y el cómo me la maravillaría yo que nos cuentan incluso los más "centricos" economistas de la derecha para exculpar de la próxima recesión mundial al Gobierno del Vagaroso (que, como diría Woody Allen, viene del coito entre dos palabras, "vago" y "astroso"), lo cierto es que la crisis inmobiliaria que es presuntamente mundial aroma un tufo autóctono, inequívocamente sociata, que tira de espaldas.
Viajemos en el tiempo, a hace apenas unos meses. Campaña orquestadísima (y muy bien afinada, por cierto) de medios estatales, privados, nacionales y, por "unte" de alguna instancia pública, también internacionales, contra el llamado "ladrillo". Telediarios, los de las seis cadenas, abriéndose y cerrándose con supuestas amenazas de la UE contra el "crecimiento insostenible" y tenebroso en comunidades "como las del levante español" (curiosamente, todas gobernadas por el PP). Empresas privadas boyantes, eficientes y perfectamente cristalinas se ven infamadas, negro sobre blanco, sobre páginas par de ese periódico prestigioso que le marca el camino a seguir al Gobierno. Bueno.
Cuando alguien, quizás Solbes, de ese Gobierno del Vagaroso (vago y astroso, decimos) se da cuenta de que su demonización y acoso al "ladrillo" hace que no le cuadre la lista de la compra a final de mes, se producen declaraciones gloriosas de altos cartos del PSOE que hasta una hora anterior habían llamado corruptos a los mismos a los que ahora tienden la mano abierta y más abierta aún la caja: "hay que ayudar a los constructores, que lo están pasando mal". Dice un tal secretario general del PSOE en Murcia, que por su absoluta irrelevancia no presentaremos. Después, el propio presidente Vagaroso lo mejora, ordenando a los bancos y cajas, ante el descojone general, que mantengan abierto "a tope" (sic) el grifo para los promotores y constructores. Y la humillación final: se habla de "ayudas oficiales al sector". Tras haberlo perseguido por tierra, mar y aire, por editoriales, scoops, agencias de noticias y escaños de estómagos satisfechos en Bruselas y Estrasburgo. Como recibir el mandato de hundir el acorazado Bismark, el que escoltaba la buena marcha económica, y después nombrar hijos predilectos a las víctimas, si se han ahogado mejor.
No. La recesión económica española, de producirse, tendría culpables fuera del país, pero los principales están casi todos aquí dentro. Lástima que todavía no dentro de la cárcel, que es su natural arrimo, aunque todo se andará.