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Huelga General excepto para ir de cañas

Esta misma tarde, 28 de septiembre, víspera de Huelga General, he llamado a un amigo mío, bullicioso sindicalista "de clase" perteneciente al sector del transporte.

-Oye, ¿qué vas a hacer mañana? ¿De piquete, no, claro?

-No, iré a tomarme unas cervezas por ahí con los compañeros del sindicato...

-Ah, ¿pero luego irás a la manifestación, no?

-No, mira, si me puedo escapar a mediodía te doy un toque y comemos por ahí...

Ahí es nada, comer por ahí en día de huelga general. Es tanto como beber champán francés de contrabando bajo lo más crudo de las cartillas de racionamiento. Lo que no pueda hacer un joven y prometedor sindicalista en su "día grande"... En realidad, eso precisamente es una huelga general desde la particular visión sindicada. La única ocasión que tienen los sindicalistas de clase para sentir la irresistible tentación de pecar contra su propia religión proclamada, que es tratar de no hacer nada en absoluto en todas las fechas excepto un día de huelga general, cuando teóricamente les toca dar un poco el callo amenazando, que deja la boca seca, o golpeando, que deja la mano tonta.

El verdadero placer de los sindicalistas "de clase" que hacen un llamado a la huelga es no hacer nada que contribuya a esa huelga, sino meterse en un galpón y cerrar la persiana por dentro, escondiéndose de las miradas de ellos mismos, y darse la gran vida mientras se descojonan de los pringados que se han tenido que quedar en casa sin poder hacer nada, ni siquiera divertirse, y sin cobrar ese día de trabajo. Es fama que por ejemplo las grandes crisis laborales de la industria de Cartagena se resolvieron, durante las numerosas huelgas, en chiscones donde los sindicalistas se pronunciaban entre risotadas con olor a cebada fermentada sobre las contradicciones internas del Sistema. El día de la Huelga General es la gran festividad laica para los que se saben los amos absolutos de esa fecha. No es lo mismo ir de cañitas cuando se puede que cuando en apariencia no se puede. Ir de cañitas cuando se puede ya lo hacen los sindicalistas de clase, como digo, en horas lectivas durante todo el año, sin que ninguna instancia oficial les pida cuentas ya que ninguna instancia oficial tiene idea, al parecer, de cuántos liberados hay en España, y tampoco parece que tenga a ninguna brigada de inspectores investigando el tema. Lo bueno es no tener dificultad alguna en encontrar bares y restaurantes abiertos para ellos cuando han ordenado a todos que cierren.

Mi amigo sindicalista, a quien estimo por su angelical y desarmante sinceridad, considera normal el hecho de que ningún ciudadano pueda el día 29 de septiembre entrar a un bar a tomar nada, excepto si vas con los amigotes del sindicato, quienes no ordenan el cierre de esos bares para que no entre nadie sino sobre todo para que nadie les indique salir a ellos. Es ya un clásico sindicalista, tal día como el de las huelgas generales, echar la persiana por dentro y tomárselas como un día normal pero con renovado placer, como si no estuvieran haciendo huelga. Porque tomárselas durante un día normal no les procura sino rutina y tedio, ya que nadie espera otra cosa de ellos. Pero, ah, tomárselas en huelga general, cuando ellos impiden hacerlo a todos los demás, tiene un irresistible atractivo para los sindicalistas de clase: se sienten los señoritos, los miembros de un club exclusivo vedado a esa pobre chusma trabajadora a la que dicen representar. A eso lo llaman "los axiomas innegociables de la verdadera izquierda".    

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comentarios
1 Aguilib, día

Eso, don José Antonio, es la idiosincrasia del españolito. Como esos piquetes que entran en el bar a tomar café, y una vez renovadas las fuerzas y avituallados de tabaco, mandan al dueño a cerrar el local.

2 AnkHor, día

Estimado don José Antonio, ese amigo suyo, como se entere de que usted le pone de chupa de dómine en su lugar descanso, creo que va a dejar de ser su amigo y ya no le contará más cosas de sindicarios. Aunque bien pensado, para lo que les queda que revelarnos, no nos perderíamos gran cosa. Solo nos falta saber su estado de cuentas, verdaderos ingresos sumando Gobierno Central, Autonómico y Local (que trincan hasta de la Unión Europea) y el destino exhaustivo de esos dineros. Así como también nos gustaría saber la plantilla completa, cuántos son liberados del todo, cuántos son comisarios y quien son los sindicarios de base que matonean cada huelga en los piquetes.

3 DasBoot, día

"El derecho a la huelga prevalece sobre el derecho al trabajo" Eso tiene dos lecturas: A.- Mis derechos prevalecen sobre los tuyos. B.- Si, a base de huegas, quiebra esto y vas al paro, te jds. Todo muy progresista.

4 Trenti, día

Sr. Martínez-Abarca, me permito comentarle que tiene usted unos amigos (espero que imaginarios) raros raros raros. No por lo infrecuente, sino por lo impropio... Pero qué quiere que le diga, yo tengo una sonrisa en la cara porque no dejo de imaginarme la escena del bar que menciona Aguilib, pero en Texas...Nuestros sufridos piquetes resultarían allí hasta tiernos y entrañables; con un toque naíf que efectivamente desarma y echa abajo toda resistencia. Igual hasta les invitaban a una ronda los demás clientes del bar por hacerles de reír. Pero en fin, this is Spain, compañeros. Aquí el Estado no te defiende y tampoco deja que te defiendas. Así que lo único que espero es que unos ciudadanos anónimos mañana les abran el cráneo a patadas a todos estos fascistas psicópatas y acto seguido quemen la sede de UGT y CC.OO. Y a lo mejor así la próxima vez se lo pensaban dos veces estos garrulos aneuronales antes de amenazar y agredir a nadie.

5 Erbilyos, día

Como comentaba en otro sitio, en la película "Uno de los nuestros" de Scorsese, el protagonista (interpretado por Ray Liotta), miembro de una organización mafiosa italoamericana, acude con su novia a un exclusivo club nocturno, donde les dan un trato privilegiado. Ella le pregunta a qué se dedica. "A la construcción", responde él. Ella se fija en sus manos y le dice que no parece un trabajador de la construcción. "Soy delegado sindical", responde él ("I'm a union delegate"), y ella parece quedarse satisfecha con la respuesta. Ese podría ser un buen gancho publicitario de UGT y CCOO para captar y reclutar sindicalistas vocacionales, mucho mejor que los vídeos del Chiquilicuatre.