Escucho esta mañana en la Cope a Pedro J. Ramírez, quien dice que hay que "intertextualizar" las declaraciones de Aznar de hace un par de días referidas aparentemente a no sé qué pero en realidad alusivas a la situación interna del PP. Aznar hablaba, acerca como digo de no sé qué, sobre los principios, la falta de complejos, el llamar a los mejores, y todo el mundo, incluído el periódico del mismo nombre, entiende que, intertextualizando, el todavía hombre con más carisma dentro del PP desautoriza el actual tacticismo de Rajoy. Estoy completamente de acuerdo, claro, pero la intertextualización también hay que aplicarla a la viceversa, o sea, a los que forman el aparente bando de Mariano. Por ejemplo, las declaraciones que ha hecho el presidente murciano Valcárcel a Tele 5, que vienen a significar más o menos lo contrario de las que me hizo a mí en entrevista para Libertad Digital, hace apenas un par de semanas.
¿Qué declaraciones hay que creerse del presidente de la comisión organizadora del próximo congreso del PP, las que hizo a Libertad Digital o las que acaba de hacer a Tele 5, ya que no hay manera de hacerlas compatibles, o ninguna de las dos? Intertextualicemos, intertextualicemos. Valcárcel es muy dado a deponer lo que es conveniente en el foro idóneo. Lo que quiero decir es que sabe a qué público o auditorio se dirige en según qué emplazamientos. No sé si es lógico o ético que un político diga cosas distintas, incluso antitéticas, dependiendo de quién las esté escuchando o quién le esté preguntando. Sí sé decir que me parece de lo más normal que concretamente Valcárcel diga una cosa y la contraria sobre algo que no se sabe por dónde va a salir y que no le afecta directamente. Lo escribí aquí una vez, y hasta el propio Valcárcel lo ha sugerido: Valcárcel es marianista hasta que no salga otra cosa, es Marianista por disciplina interna y por estabilidad partitocrática en tiempos de mudanza, no desde luego por nuevas ideas ajenas a la tradición desde la refundación y ni siquiera por nuevas tácticas. Valcárcel no tiene con Esperanza Aguirre ni con Aznar (ni mucho menos con María San Gil, una política especialmente querida, junto a Carlos Iturgáiz, en la Comunidad Autónoma de Murcia, donde se les tributan homenajes, comidas, premios un lunes sí y otro no) una relación peor política ni personal, conceptos ambos que Valcárcel suele aunar en un todo, que la que tiene con Rajoy. Valcárcel en Tele 5 ha hablado de que el PP debe ir más al centro y que se puede entender con los nacionalistas. Pero no se me entusiasmen. No se me metan en política.
Valcárcel puede declarar eso como un par de semanas antes declaró ante mí, y está grabado, que "él es de derechas y le da igual que a eso lo llamen centro reformista" y que es del todo "antinacionalista". En su caso, el PP no ha cambiado como quiere Lassalle. Sigue donde estaba. Liberal conservadurismo sin complejos, con esos toques de moderna socialdemocracia que también trajo Aznar. Valcárcel tendrá, entre otros, el defecto de darle a la cháchara para ganar tiempo ante auditorios que están esperando que se moje, pero nunca se pondrá del lado de los zapadores de la dignidad del PP en el País Vasco. Lo digo por aquellos que sientan tentaciones de ponerlo paredaño a la catadura moral de un Lassalle. Seguirá sintiéndose más español que murciano, más murciano que del PP y más del PP de los principios que el de los pitufines y pitufinas albos por fuera pero azulones (tirando a mahón) por dentro cosechados por Mariano para ser pasto fácil del malvado brujo Gargamel.