Excelsa cocina pobre vs. pobre cocina pobre
Trataba yo de explicar a una agradable dama canadiense conocida en un restaurante irlandés de Dublin, la pasada semana, y mientras cenábamos en una no excesiva camaradería algunas especialidades locales en un ambiente atestado. enrojecido y un poco gnómico, la diferencia de pobrezas entre la cocina española y la cocina irlandesa.
-La cocina española era tenida por los escritores patrios más viajados o los más resentidos, hace apenas cincuenta años, por una cosa propia del hambre, confeccionada a base de "ajo y prejuicios religiosos". Y era, es, cierto. Como también es cierto que, en mi opinión, es una de las principales del mundo, algo verdaderamente extraordinario... Cocina de pobres, desde luego. Nunca los pobres tuvieron acceso a tantas obras maestras de la imaginación popular.
-Lo que estamos comiendo es cocina de gente muy pobre y no me parece ninguna obra maestra -respondía la canadiense-.
No lo era, desde luego. Ella acometía una especie de olla podrida de marisco cocinada con crema de leche (ver surgir el lomo de las gambas embadurnadas de un mar blanquecino, como pequeñas presas del capitán Ahab, no resultaba tranquilizador: no sé por qué, o sí sé, me recordé de aquella imborrable escena gastronómica de "Frenesí", de Alfred Hitchcock, cuando la esposa del inspector de policía británico, que está siguiendo un curso de cocina, le va sacando a éste, para su consternación, altas impertinencias de la cocina del continente, que se ve obligado a probar y a aprobar). Por mi parte, me conformaba con unas chullas de la mítica "corned beef", vaca conservada para largas estancias en barcos trasatlánticos o en lo más lóbrego de una mina, muy práctica también para esperar un demorado rescate en el Polo norte, acompañadas por unos vegetales nada sonrientes.
-Pero es que lo que estamos comiendo es cocina pobre de pobres, mientras que lo que yo estoy diciendo es que hay una alta cocina pobre, que es la española. Por ejemplo, a la sopa de ajo de mi país, que está confeccionada básicamente de nada, sería posible quitarle el pan, el jamón, el huevo, el pimentón, la gota de aceite y el propio ajo, y seguiría existiendo, porque es una creación espiritual. Algo inmaterial y que encima está buenísimo, que sirve para engañar no al estómago sino al alma. En cambio, esto... Esto sirve para que no se mueran los pobres de Irlanda, pero en mi país la cocina ha servido para que los pobres hablen con Dios, me refiero además de en los delirios de la inanición... Esto es cocina de pobres para pobres (o en su caso para "snobs" como nosotros, señora) y lo de mi país es cocina de pobres para místicos, para almas sublimes. Olvídese de ser trascendente pescando en esa marea láctea -concluí, mirando con aprensión el plato de la canadiense-. Con eso todo lo más llegará viva de regreso a América en el próximo vapor, sin necesidad de que la alimenten durante todo el trayecto.
-La cocina española era tenida por los escritores patrios más viajados o los más resentidos, hace apenas cincuenta años, por una cosa propia del hambre, confeccionada a base de "ajo y prejuicios religiosos". Y era, es, cierto. Como también es cierto que, en mi opinión, es una de las principales del mundo, algo verdaderamente extraordinario... Cocina de pobres, desde luego. Nunca los pobres tuvieron acceso a tantas obras maestras de la imaginación popular.
-Lo que estamos comiendo es cocina de gente muy pobre y no me parece ninguna obra maestra -respondía la canadiense-.
No lo era, desde luego. Ella acometía una especie de olla podrida de marisco cocinada con crema de leche (ver surgir el lomo de las gambas embadurnadas de un mar blanquecino, como pequeñas presas del capitán Ahab, no resultaba tranquilizador: no sé por qué, o sí sé, me recordé de aquella imborrable escena gastronómica de "Frenesí", de Alfred Hitchcock, cuando la esposa del inspector de policía británico, que está siguiendo un curso de cocina, le va sacando a éste, para su consternación, altas impertinencias de la cocina del continente, que se ve obligado a probar y a aprobar). Por mi parte, me conformaba con unas chullas de la mítica "corned beef", vaca conservada para largas estancias en barcos trasatlánticos o en lo más lóbrego de una mina, muy práctica también para esperar un demorado rescate en el Polo norte, acompañadas por unos vegetales nada sonrientes.
-Pero es que lo que estamos comiendo es cocina pobre de pobres, mientras que lo que yo estoy diciendo es que hay una alta cocina pobre, que es la española. Por ejemplo, a la sopa de ajo de mi país, que está confeccionada básicamente de nada, sería posible quitarle el pan, el jamón, el huevo, el pimentón, la gota de aceite y el propio ajo, y seguiría existiendo, porque es una creación espiritual. Algo inmaterial y que encima está buenísimo, que sirve para engañar no al estómago sino al alma. En cambio, esto... Esto sirve para que no se mueran los pobres de Irlanda, pero en mi país la cocina ha servido para que los pobres hablen con Dios, me refiero además de en los delirios de la inanición... Esto es cocina de pobres para pobres (o en su caso para "snobs" como nosotros, señora) y lo de mi país es cocina de pobres para místicos, para almas sublimes. Olvídese de ser trascendente pescando en esa marea láctea -concluí, mirando con aprensión el plato de la canadiense-. Con eso todo lo más llegará viva de regreso a América en el próximo vapor, sin necesidad de que la alimenten durante todo el trayecto.
Pablo ....Si es que no se ha hecho la miel para el paladar de un asno... Con perdón de su amiga. Pero los extranjeros son así. No saben apreciar lo bueno porque ellos subsisten a base de guarradas y comidas rápidas. No se canse la próxima vez, sobre todo si el ambiente no es de mucha camaradería. Saludos.
Siendo tierno infante, mi madre nos preparó de merienda a mis hermanos y a mí, unas rebanadas de pan tostado, con tomate restregado, sal y aceite. Y al verlo, le dije ¡mama, esto es comida de pobres! (Vale, sería un poco estirado de niño) Ahora, me los hago yo, y no es por ahorrar.
montanas: no es Pablo, es su cómplice. ¡Sí hombre! el Martínez de la barca.
ABARCA, oportunísimo comentario en lo que a mí se refiere. Hoy me he comido, en compañía de mi compadre, un caldero en el Hogar del Pescador de San Pedro del Pinatar. Arroz, ñora, tres tomates, ajo, unas cabezas de sardina, un mújol, aceite, sal y arte. Y de postre, tocino de cielo y un tegüi. Dios existe. Lo más caro ha sido el aceite, seguro. Un muy caluroso saludo.
Y las "tostadas de pobre" que me hacía mi abuela.... Para desayunar y levantarte el cuerpo y el espíritu para todoel día. Es que hay que cuidar las compañías cuando uno se sienta a la mesa. Y elegir el sitio. Irlanda, que no se caracteriza por su cocina, ni de pobres ni de ricos; y una comensal canadiense, siendo Canadá tierra de aluvión de las más variopintas procedencias, y tampoco cualificados por su buen paladar, pues ya me dirá.