Me sorprendió encontrarme el famoso lugar común al releer el libro de Plà "La huida del tiempo", que no sé por qué, me debo estar haciendo viejo, necesitaba saber de la llegada del otoño al llegar el otoño: "antes llovía más que ahora", decía Plà en esas páginas tan imitadas por los catedráticos que publican los domingos, pero con esa malicia abstracta marca de la casa que ninguno capta. El "ahora" de Plà sería cuando escribió el libro, hace un buen capazo de otoños, más de los que yo mismo tengo. Ahora también dicen que cuando "el ahora" de Plà llovía más que hoy. Yo también recuerdo que antes llovía más que ahora. Ya decía Borges que la lluvia es esa cosa que cae siempre en el pasado, o algo así. Recuerdo, sí, que antes llovía más que ahora, como recuerdo que antes llovía menos que ahora. Según de qué pasado hablemos. Desde luego recuerdo muchos "antes" donde en el Levante llovía menos que este septiembre, aunque los milenaristas del cambio climático, esos señores tan excitables, ya habían echado las patas por alto al comprobar la modesta cifra de que éste verano había sido el tercero más caluroso desde que se inauguró el decenio y, ya envalentonados, vaticinar que este otoño sería más seco que una pechuga de pollo pasando por el gaznate. Lamento llevarles otra vez la contraria, pero la verdad es que este septiembre está lloviendo muchísimo más que en infinidad de ayeres.
En Murcia ni siquiera hemos tenido este año esas tardes peguntosas, con calidad de caramelo pamplonica de "La cafetera", en que se convierte el verano tras el último levante de agosto y que a veces duran hasta el Tenorio, o incluso más allá del día de Todos los Santos (yo he visto enterrar a gente el día de Todos los Santos en Murcia con treinta y cinco grados a la sombra, en aquellas sequías socialistas de mediados de los noventa, y los enterradores pasando el purgón en camiseta). No. Ha sido un septiembre "como los de antes", como los de muy antes, como aquellos en que los árboles "de agrio" hacían "snorkel" bajo dos metros de riada. El calentamiento global está consistiendo en una cosa francamente disimulada. Todo indica que este septiembre está lloviendo como en aquél misterioso "antes" del que escribía Plà y que este verano ha hecho el mismo calor que antes. Incluso que ha hecho un poco menos calor que antes. Sin embargo, si uno revisa los suplementos de "ciencia" de los periódicos conviene en que está asistiendo, por lo menos sobre letra impresa, a algo fenomenal cuyo efecto se disipa en cuanto mira por la ventana. Estoy deseando ver en qué consiste eso tan famoso y arrebatado del cambio climático, pero el clima realmente existente no me deja.