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Crónicas murcianas

Esta Región es la Covadonga para una Reconquista

Escribo tras venir de la fiesta del PP murciano en el hotel "Silken siete coronas". No había fiesta. Una niña de dos años daba incansables vueltas pisando globos azules, pero no se parecía a la niña de Rajoy, sino a las muñecas de Famosa que se dirigen al Portal tirando por el camino más largo, el de la travesía del desierto. No había fiesta pero el ambiente era lo más parecido a una juerga dentro de una depresión, no sé si me explico. Todos lo sentían hondamente por Mariano, por el partido, por los españoles, por el país... y aquí se acababa el sentirlo, porque, como reconocía el presidente regional Valcárcel, que dejó de aplastar, laminar o barrer al PSOE murciano hace ya varias legislaturas para pasar a hacerle cosas aún más dolorosas, "la verdad es que se supone que deberíamos estar tristes por haber perdido las elecciones, pero... no lo estamos ni mucho menos tanto".

Como que el PP de Murcia, ejemplo para toda España, siete diputados de diez posibles, ha dejado al PSOE en la práctica clandestinidad, ha reducido al candidato Mariano Fernández Bermejo, el que ha sido y por lo visto está seguro de volver a ser ministro de Justicia, al pitufismo político, su verdadera dimensión, y ha dado una lección, otra, de resistencia civil frente al acogotamiento al que tienen sometida (sometida es una manera de hablar) a la región las diversas instituciones del Estado, diversas sí pero de idéntico pelaje (fiscalía, parte de la judicatura, delegación del Gobierno, los albañales de la policía y las fuerzas y cuerpos de seguridad, televisiones). Murcia se ha crecido ante los últimos cuatro años de castigo. Con esa estrategia alguien pensó en ablandar los lomos de los votantes, pero les ha salido al revés. Lo cual no quiere decir que uno tenga la más mínima esperanza de que el zapaterismo revise su hoja de ruta para con la región: la maldad no se revisa, se reafirma. Ahora está por ver qué ocurre antes, si al despotismo se le cansa la mano de golpear o por aquí nos cansamos de tensar los músculos y mantener altos los índices de adrenalina y movilización. En cualquier caso y acabe como acabe, habrá sido un hermoso capítulo de España. El señor padre del presidente regional, bigote con guedejas y fina ironía, lo tenía claro: "esto es Covadonga y a partir de aquí hay que reconquistar España, hasta que no quede ni uno".

Con más del 61 por ciento de los votos para el PP regional, ahora se entiende por qué el PSRM-PSOE dejó abruptamente y sin explicaciones de hablar de supuesta, que no es lo mismo que presunta, corrupción. Como que cada vez que la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil del coronel Hernando, siguiendo instrucciones de partido, tomaba el Congreso digo el Consistorio de algún pueblo para llevarse las cajas de legajos y reventar cajas fuertes conseguían cabrear y subsiguientemente animar a miles de vecinos que nunca pensaban votar a partido alguno (la participación electoral en Murcia, también la más alta de España). Gracias a sus propios méritos, el PSRM-PSOE es contemplado en la que se supone que es su región como un partido de estricta observancia antimurciana, carente de la más somera credibilidad. Parecía imposible empeorar los resultados de las últimas elecciones generales para los socialistas, pero las bajantes del pisito de Bermejo se han llevado cañería abajo los últimos restos que quedaban de un partido que antaño fue hegemónico. De hegemónico a prácticamente hacerle compañía en el infierno al Partido Proverista de Maisonnave. A partir de ahora, el PSOE, en Murcia, como Izquierda Unida: los mítines, a darlos a los patos en el "parque de Fofó". Que lo podían rebautizar, y rejuvenecer, como parque de Emilio Aragón, o sea Milikito.

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