Oigo por la radio una voz como sonámbula y completamente ausente de inflexiones, sea cual fuere el idioma en que diablos se expresa. Es la ministra Pajín, como no podría ser de otra manera. Que dice que hay que felicitarse, es decir, felicitarla, por su recentísima gestión, porque este año (este viaje, se diría en Murcia) han descendido el número de interrupciones voluntarias del embarazo practicadas en España, indicio de que la gente por fin, y aunque se ha hecho la interesante, lo hace con condón. Ha tenido que llegar ella a arreglarlo. Cuando la hicieron ministra, algún gracioso dijo aquello de "España ha dejado de estar enferma", que podría perfectamente haber sido la frase inaugural de Pajín en su nuevo cargo, tan ufana siempre ella. Pero la realidad socialista mejora cualquier licencia poética, porque ahora, según sus palabras, España ha dejado de hacerlo a pelo.
Aunque lo suyo hubiese sido al contrario, la autofelicitación de Pajín ante los españoles si hubiese aumentado este año el número de abortos practicados, no disminuido, ya que a la promoción de ese aumento se han aplicado con unción Pajín y su compañera en la lucha Aído en todo tiempo y lugar, desde sus plurales responsabilidades públicas. Ésas que van a salvar el socialismo por lo menos durante otros cien años (a ojo de Pérez Rubalcaba, que lo tiene infalible). Pero Pajín se ufana de si misma por una cosa, por su contraria y por la de enmedio. Por el fracaso de su política (no sólo de su política: de su entera cosmovisión), que ha sido todo un éxito. Si por ejemplo se permitió abortar a las pollitas sin consentimiento de sus padres no fue para que disminuyera el número de abortos, sino al contrario. No se liberaliza un sector para que haya menos, sino para que haya más. Para que la naturalidad llegue a lo que antes era delictivo. No se puede felicitar la ministra de la buena noticia de que haya menguado la eliminación de esos "seres no humanos", como consideró alguien del Gobierno que eran los no nacidos, porque toda la política socialista ha estado dirigida a considerar que tal hecho es indiferente y por tanto descartar que esto sea una buena noticia. Ni que deba ser noticia.
Pero del socialismo pacifista que ahora defiende la militarización hasta de las colas del supermercado se puede esperar cualquier prodigio. Como que Pajín sea ministra antes que cualquier otro que pase por allí de entre los cuarenta y seis millones de habitantes en España que la aventajan en excelencial, y que ahora se haya hecho proteccionista del no nacido, esa especie en vías de extinción. Si el socialismo tiene aseguradas las habichuelas durante otros cien años gracias a que aún nace gente providencial como Pajín, según Rubalcaba, ella, con la imparable opinión que tiene de sí misma, por contra estima ese cómputo demasiado modesto. Si le preguntáramos a Pajín, el socialismo va a tener a la gente que estrictamente se merece al menos en los próximos mil años. Como la duración estimada del III Reich.