Cené con "El Gran Wyoming" hace ya algunos años, en La Gran Taberna de Murcia. Padecía una obsesión con Aznar. Me quiso contar algunas anécdotas que a su vez le habían rumoreado sobre el entonces Presidente del Gobierno, que demostraban su inequívoca naturaleza dictatorial y su parentesco directo con Franco. Wyoming iba a hacer un monólogo estelar, y yo iba a ser privilegiado asistente. "Cosas como..." Hubo un largo silencio del humorista. "Espera", siguió. "Bueno, ahora no me acuerdo", se venció. Había sufrido una laguna mental, letal si hubiese estado en directo sobre un escenario. Pensé que, tal vez, Wyoming se quedaba en mucho menos si no tenía delante el "telepropter", que necesitaba hasta para improvisar gracias.
Este finde tuvo otra de esas lagunas políticas. Afirmó, en el atril de la manifa de los liberados sindicales convocada contra los empresarios, que "la ideología no es una cuestión de rentas, si fuera así yo sería ultrafascista". Precisamente, Wyoming. La ideología por supuesto que es una cuestión de rentas, al menos cuando se trata de ideología comunista. Casi no es otra cosa que tema de rentas. ¿Que serías ultrafascista si qué? Es que lo de este señor es ultrafascismo sin paliativos: cuando se cobra y se vive como un multimillonario (no "como un", perdón: se vive de multimillonario) y se habla y se posa como un paria de la tierra, eso es ultrafascismo: populismo más cuenta corriente. Hipocresía más fanfarronería. Para poder ser de la ideología de la que presume Wyoming hay que seguír sus incómodos y disuasorios preceptos: darlo todo al Partido marxista-leninista, que administra a cada cual según sus necesidades, dejándole a él, como a todos, la cartilla de racionamiento. ¿Dónde está la cartilla de racionamiento de Wyoming? No la hay, porque le encanta, como a toda esta jarca, el capitalismo insolidario y liberal que dice atacar, luego eso es ultrafascismo, señor rentuoso. Aunque la laguna mental de Wyoming (parece que ya va quedándose en una pura laguna rodeada de un, anacrónico a su edad, flequillo) le haga contarlo en público para que le rían la gracia. Que la golfemia liberada de la manifa antiempresarial, no más esclarecida ni más consecuente que el propio Wyoming, le rió. ¿Qué no van a reír estos? Desahogados obscenos que encima nos restriegan la morterada de billetes que ganan en bien de los pobres.