Mariano Rajoy sólo tiene dos caminos a seguir, además del que en efecto va a elegir, que es quedarse como está, esperando que ocurra lo que decía Francisco Franco y sus famosas dos clases de problemas, los problemas que se solucionan solos y los que no tienen solución. Pero Rajoy, sí, tiene dos caminos: o apoya a la secretaria general del PP María Dolores de Cospedal para seguir en esa secretaría general aunque después de abroncarla hasta que le piten los oídos o bien la libera de esa responsabilidad para que esta señora se pueda dedicar a su circunscripción autonómica como presidenta del partido en Castilla-La Mancha, que es lo que realmente le tira y para lo que a lo mejor sirve. O una cosa o la otra. O Cospedal se dedica a la solidaridad interterritorial o bien se dedica a la insolidaridad impertérrita. O Mariano la echa a los leones en Madrid o a los electores en Toledo (o en Albacete, que, siempre me acordaré, el difunto Paco Umbral escribía que iba a ser la Dallas de la España profunda donde iba a caer Felipe González, y casi lo fue en efecto, porque la prisión de Vera y Barrionuevo no andaba demasiado lejos).
María Dolores de Cospedal se ha desacreditado para siempre, si es que recibió alguna acreditación, para ser la segunda de a bordo de un partido que aún gusta presumir de nacional, al menos mientras al mismo tiempo siga siendo máxima exponente de un partido particularista como el PP de la tierra de Aldonza Lorenzo. Se ha desacreditado, haciendo que ya nadie pueda fiarse de ella (nadie después de Esperanza Aguirre, me refiero, que se nos adelantó en eso) amartelándose al socialista José María Barreda, presidente castellano-manchego, en defender exactamente para su comunidad autónoma la misma política hídrica de Rodríguez "no creo en los trasvases" Zapatero. Esto no es lo que nos había contado Aznar. Esto no es ni siquiera lo que nos había contado Mariano Rajoy, que, va en su honor, tuvo los santos de decir en un mitin en Zaragoza que era partidario de los trasvases, incluyendo el del Ebro, porque eran buenos para todos, empezando naturalmente por Aragón. De hecho, como dirían los personajes de Tarantino en esa obra generacional, que nunca termina de decir todo lo que tiene que decir, incontrolable por los críticos de cine porque es ajena a evaluaciones cualitativas, que es "Pulp Fiction", lo que dice Cospedal por un lado y lo que dice por otro la política hídrica del partido del que es secretaria general (o sea, no bedel ni guardia privado de "prosegur" ni chica de los cafés: secretaria general ¿hemos escrito ya que es secretaria general del PP?) no es el mismo juego, ni tampoco es la misma jodida liga, y ni siquiera es el mismo deporte. ¿A qué deporte juega la Cospedal?
La secretaria general del PP dice sobre el Tajo lo contrario que dice Rajoy sobre el Ebro, y de paso lo contrario que dice el programa electoral. ¿O quien habla no es la secretaria general del PP sino la presidenta del PP de Castilla-La Mancha? Urge que alguien le aclare en qué trabaja, y de qué. Y sobre todo, dónde y para quién trabaja. Para los españoles en general, lo dudo. Según ha asegurado Cospedal a quien quiere oírla, es compatible estar a favor de los trasvases hacia donde no hay agua y juntarse con el provincianismo de Barreda para la eliminación del más significativo de España. Se le podría decir a Cospedal lo de la comedia una tragedia "La Venganza de don Mendo": "prueba lo que dices/ y si no logras probarlo/el verdugo tu cabeza/cortará de un solo tajo". Quiero decir, Tajo.