Si algo no le voy a perdonar nunca al Partido Socialista, dentro de que no se me ocurre nada que sea perdonable en este partido, es que me haya hecho abandonar totalmente la fe en las fuerzas policiales, siendo yo un señor de orden. Ya no es "mucha policía, poca diversión", sino "mucha policía, bastante más extorsión". No sé quién me dijo (espero que no fuera un sacerdote) que el único pecado que no era perdonable por confesión era la desesperación. Quien cae en desesperanza absoluta está negando el fundamento mismo de la Revelación. Bueno, espero que incluso eso sea perdonable, porque ya he caído en la desesperanza absoluta sobre el auténtico papel de la policía y la guardia civil en la España socialista e incluso en la que no es nada socialista (véase el coronel Hernando y sus "Trescientos" de la Unidad Central Operativa contra la corrupción administrativa, que están siempre enredando en Murcia como es su obligación y nunca en Coslada, como también es su obligación).
Esa película que se llevan la policía y la Guardia Civil en España desde los maletines de Hernando, o sea, mucho antes del 11-m, ya la he visto antes y además muchas veces. Es de mis favoritas. Tipos que, como en la comisaría local de Coslada, llevan tatuado el nombre de la banda policial ("el bloque") con un "amor de madre" en honor del comisario Ginés. Creo que en la escena siguiente siempre hay una conversación "mu pofresional" en la que los que entienden de eso se quejan de que las bandas de aficionados han puesto de moda disparar la "walter PPK" de lado, con lo que no apuntas bien y te pones los zapatos caros perdidos de sangre, pero no me hagan mucho caso. De cualquier manera, ya me sé esa película. Y el final también me lo sé. Las altas instancias premian al héroe que descubre la trama precisamente para retirarlo y que no meta las narices en las demás tramas, que afectan presumiblemente a todo y todos los demás, como no podía ser menos en un ayuntamiento como el de Coslada, regido por lo mejor de cada casa: socialistas, llamazaristas y Plataforma de Izquierda de Coslada (PIC). Recuerdo lo que me contaba un viejo comunista murciano de los de verdad, Andrés Salom. Sobre cómo se encontraba todos los días por la calle principal del pueblo, del brazo de su esposa, a quien había tenido el honor de ser su torturador franquista. Lo saludaba cortesmente, pues era un señor muy respetado en democracia. Lo habían condecorado, por los servicios prestados, con la presidencia de un casino.
El comisario Ginés de Coslada, de la banda "el bloque" de toda la vida (un bloque donde hay apartamentos donde no reina el Estado de Derecho, que decía aquel), llamado "el sheriff de Coslada" con el que es mejor estar a bien porque si no a lo mejor dejas de estar, es paisano de Murcia, a la sazón. Ya estará marchando en alguna parte el nombrarle camarero mayor de la reliquia de La Santa de Totana, a lo menos. Donde comen trescientos siempre comen trescientos uno. Lo digo para que el coronel Hernando no desaproveche a un supuesto talento para el mal que además viene de un Ayuntamiento de progreso.