Con motivo del día de la Región de Murcia (9 de junio), siniestra festividad civil que ya no sirve ni para que los cartageneros insulten a los murcianos ("murcianeros", por usar su terminología) porque para evitar precisamente los insultos a las puertas de la Asamblea se ha trasladado la recepción política desde la ciudad departamental a otros parajes, por fin estuve, por primera vez, en ese pueblo del que todo el mundo habla elogiosamente, Ceutí. Por fin caí en la cuenta de por qué se me hablaba siempre bien. Los que me contaban eran todos de la gran hermandad de la cultura.

Me habían dicho que la iniciativa  culta de esa pequeña población era fenomenal, inusitada porque crecía de un pequeño presupuesto y de la nada orográfica, a pesar de estar tan cercana a la metrópoli murciana. No sé si habrá allí mucha iniciativa cultural fuera de que ya va siendo de los pocos sitios donde le ofrecen bolos al ex diputado de la Chunta Haraganesista Labordeta, pero desde luego la segunda parte de la cuestión es estrictamente cierta: pocas veces he visto un lugar tan mísero. Aunque estoy dispuesto a admitir que los parroquianos consumen cultura como si fuese "fast food". A pesar de eso y de las firmas que decoraban las esquinas, el destartalamiento era de manual. Como el día era lluvioso, resultaba casi opresivo. Qué solares abandonados, qué ladrillo visto, qué población envejecida, qué escasez quietista, que poco dinero privado en la atmósfera, en fin. En la práctica, el asunto de la coartada cultural se ciñe a un sitio visiblemente deprimido con estatuas de grandes culturetas en cada esquina. ¿Las estatuas pueden entretener la vista y alimentar el espíritu cuando tu pueblo, con todos los respetos porque sin duda su "hecho diferencial" debe ser entrañable, no es mucho más que un campamento de chabolas? Mi opinión es que no. Y la opinión de los electores debe de ser muy parecida, ya que en las últimas elecciones municipales echaron al alcalde que ha venido promocionando esa política grandilocuente e hipergestualizada, tras veintitantos años en el sillón.

Del arte no se come: quiero decir, no come el espectador, salvo que sea "yogui" o santón y se nutra de las corrientes de aire. Ni se arreglan las aceras ni el alcantarillado promocionando culturetas y apolilladas glorias de la canción protesta. Por lo demás, la recepción oficial del día de la Región pasó completamente inadvertido en Ceutí salvo por el despliegue policial. A lo menos en tiempos del socialista Collado repartían chuletas de cordero gratis. Ya ni eso. El evento no merece tampoco más.