Asisto por la calle, este último viernes, a algo impresionante. Una manifestación escuchimizada compuesta por dos docenas de malencaradas miembras, encabezada por un ataúd donde de supone que va, muerta, "La Mujer", como género. "Los del PP han matado a La Mujer", es el tremendo e intrigante mensaje, nada subrepticio, de la voluntariosa "manifa". "En el carro de los muertos/ ha pasado por aquí/ llevaba la mano fuera/ por ella la conocí", que escribía Bécquer.
¿Y cómo ha podido ser eso? Porque la Administración Regional murciana, denuncian en la liliputiense "mani" unas, así llamadas, "pies negros" (por llevar chanclas todo el año) ataviadas todas en la protesta callejera muy adecuadamente de luto riguroso en duelo por la extinción de la mitad de la población mundial, ha eliminado nada menos que el Instituto de la Mujer, cuyas dudosas competencias han sido asumidas por dos direcciones generales preexistentes. Lo cierto es que no sabía nada, pero a veces, pocas, llegan alegrías inesperadas. Por ejemplo, que el PP se atreva a acabar con alguno de esos órganos siniestros sin los cuales el partido de María Dolores de Cospedal y de Arriola ya no puede ir tan de socialdemócrata por la vida. La Administración Regional debe andar más asfixiada de perras que Antonio Machín en su decadencia sevillana, porque entiendo que sólo la desesperación la puede llevar a un gobierno del PP a cometer un organicidio de Lesa Corrección Política como el que nos ocupa.
Pero lo interesante es la reacción de las feministas que, a pesar de estar en provincias, se arrogan con la representación de la mitad de la humanidad. Como resulta que se ha extinguido un poco de burocracia por motivos presupuestarios, la sociedad de la que se ocupaba esta burocracia ha sido asesinada en masa por los políticos reaccionarios, según las doñas. El machismo esta vez lo ha conseguido: ya sólo hay hombres en Murcia, por el sencillo procedimiento de ahorrar un poco de dinero público igualando en tratamiento a las mujeres con sus colegas varones: ya ninguno tiene un Instituto. Antes las sufragistas querían tener derecho de voto, decidir por sí mismas, ser iguales. Hoy se hubiesen conformado con que la administración falócrata les pusiera un pisito oficial subvencionado para comadrear en él de sus cosas. Exactamente como hubiese hecho en el franquismo la que no llegó a ser novia de Hitler, Pilar Primo de Rivera, entreteniendo a las mujeres con Sus Labores y que así no pensaran en darse a la mala vida. "Si quieres que algo no se solucione, crea una comisión", es viejo dicho político. "Y si quieres que la comisión no funcione, crea una subcomisión", añaden los graciosos. Si quieres que las feministas hagan calceta y no molesten con tonterías de igualitarismo, crea un Instituto de la Mujer. Y si quieres que te acusen de asesino o genocida de mujeres, quítalo.
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Si hubiésemos sabido que Zapatero tenía un abuelo, jamás nos hubiésemos tragado aquello de que era un liberal de la tercera vía, que es como se presentó a las primarias del PSOE para engañar a todos durante algún tiempo. Hubiésemos sospechado enseguida que lo que en realidad quería Zapatero es ganar la Guerra Civil desde el radicalismo de izquierdas. Debimos repasar el libro de familia antes de saludarlo en los periódicos (yo lo hice, para mi vergüenza eterna) como un renovador postmoderno del anacrónico e inquietante socialismo español -socialdemocracia aquí ha habido poca, si es que ha habido-. Es bueno que el electorado sepa con quién se está jugando las perras. Se empieza haciendo espiritismo con un abuelo fusileta y se termina arruinando un país con la misma hoja de ruta de los sindicatos. Se empieza no devolviendo la llamada de cortesía que te ha hecho tu próxima rival en las elecciones autonómicas madrileñas y se termina siendo una promesa de sectarismo más patológico aún que Zapatero, como ha hecho el nuevo candidato a la presidencia madrileña por el PSOE, Tomás Gómez.
Tomás Gómez que ni se ha molestado aún, al minuto en que escribo, en devolver la llamada a la presidenta Esperanza Aguirre, quien quería felicitarle por su victoria en las primarias madrileñas socialistas. Yo creo que no hace falta añadir nada más sobre el personaje, tan anacrónico para la España que ya apunta en las encuestas como cualquiera del PSOE, y todo lo que haga a partir de ahora sólo podrá corroborar este inequívoco detalle que dice todo sobre el personaje. Sabíamos que lo apoyaba el viejo PSOE del robo, el secuestro y el Crimen de Estado, pero juzgamos ese pecadillo como venial. Se empieza por un asesinato al que no se da la debida importancia, se sigue despreciando la buena voluntad de tus contrincantes políticos y se termina... ¿Dónde vas a terminar, Tomás Gómez?