"La vicepresidenta económica se vuelca en el turismo y las infraestructuras para reactivar la economía", dice un titular de prensa de estos días. Vamos a situarnos, para no volvernos locos del todo. Aunque parezca mentira, no es la vicepresidenta económica de un Gobierno del ladrillero, antiambientalista e "insostenible" PP. Es la vicepresidenta económica de un Gobierno del cívico, ecológico y sostenible PSOE. Un PSOE que ahora habla de "turismo e infraestructuras" donde debería poner, para sus bienpensantes seguidores, "rutas de senderismo solidario e industria familiar de la leche de cabra y el kefir de amistad hispano-árabe".
Sí, el Gobierno del PSOE de Rodríguez Zapatero, el mismísimo PSOE y el igualísimo Rodríguez de toda la vida, hablando de reactivar el gran turismo, el turismo de verdad, el de masas, o sea, el ladrillo, y las infraestructuras, es decir, el cemento "portland". Ahora. Congratulándose ese mismo Gobierno, o sea, el partido, es decir, todas las delegaciones centrales y provinciales del mismo, lobbys de presión, plataformas, foros y asociaciones de vecinos socialistas, primero, de ir a acabar con el ladrillo en la primera legislatura, y después, en lo que llevamos de segunda, de haber acabado con él ("se ha acabado el modelo de desarrollo del ladrillo", Felipe González, Cartagena, 2008), resulta que el Gobierno se va a volcar... en aquello a lo que contribuyó decisivamente a hundir. No sólo en España (diarios telediarios de la primera mangoneando información sobre territorios supuestamente tomados por promotores ligados al PP), sino en Europa (riéndole las gracias a la "mafia verde" que lleva con vara larga y correa corta lo que se conoce por "ámbito europeo de toma de decisiones", Bruselas y Estrasburgo, que han desembocado en apestosas condenas a España por proliferación inmobiliaria).
Me gustaría echarme a la cara, hoy, a los amables debeladores que me vienen insultando regularmente en prensa y foros de internet por haber defendido siempre, y en abierto, lo evidente: que el único modelo de desarrollo sostenible para España es el turismo, con todo lo que ello significa, y que el único modelo de desarrollo sostenible para Murcia es el ladrillo privado, a cuya puerta nos debe llevar el público cemento. Ni las energías alternativas, ni el cultivo de remolacha, ni la alianza de civilizaciones, ni la minería de la hulla del poeta favorito del presidente del Gobierno, ni el republicanismo subvencionado, ni las ciudades modernuquis con okupas y graffiteros. Ladrillo y cemento, turismo e infraestructuras, sol y moscas y, si puede ser, corridas de toros. Qué casualidad, lo mismo que argumenta ahora la vicepresidencia económica del muy progresista Gobierno de España. ¡Pero si se ha llegado a publicar en el diario regional murciano de mayor tirada que al presidente Valcárcel le cayó una roca encima de su coche en la autovía porque la tierra se vengó de él a causa de sus muchos pecados "ladrilleros"! ¡Cuánto espíritu puro opinando! Desde que entró el nuevo Gobierno el ideal moral de la izquierda parece haberse desvanecido. ¿Dónde está el modelo ecoeficiente de la cabra para salir de la crisis, mis bienpensantes enemigos, dónde la industria tradicional del esparto, dónde los molinillos de viento, esas sinfonías a la contaminación visual, dónde las granjas solares, dónde el turismo de chancla y de interior, dónde la lagartija de rabo colorado, la tortuga mora, la lechuga protegida o el pinsapo?
Qué poco dura el pestuzo a zamarro y a cabrío en casa del progre: en cuanto el progre se ha dado cuenta de que no es compatible con el tren de lujo que necesita llevar, que si no no sería progre. El progre ha descubierto ahora lo que el cómico Paco Martínez Soria en 1967: que "el turismo es un gran invento".