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Crónicas murcianas

El día en que Zapatero perderá la sonrisa y mudará la color

Felipe González ha manifestado que no le gustan los optimistas profesionales. A mí ni los aficionados. En definitiva, no soporto a los "felicianos" ni en la categoría alevín. Y menos en tiempos de crisis, aunque esto más bien que una crisis parece un sumidero. Me parece muy sospechoso que alguien vaya por la vida con flores en el pelo con la que está cayendo. Es que o te la ha hecho gorda o te la está a punto de hacer. Porque a veces el optimismo profesional o de domingo no sólo no crea, sino que destruye puestos de trabajo. El presidente Rodríguez Zapatero, el teleñeco de Pepe "el sonrisas" del primer Barrio Sésamo, se sigue riendo muchísimo. El país se le descompone entre las manos como una cámara egipcia clausurada en la que de pronto entre el aire, y se ríe. "¿De qué se ríe usted?": es la mejor cosa que ha dicho Mariano Rajoy al presidente del Gobierno en lo que llevamos de legislatura, él, Mariano, que antes no le hacía falta vender a su madre para hacer frases perfectas que ahora nos roñosea. Parece un poquito obsceno ya, lo del presidente del Gobierno. A ver si alguien se la quita de golpe de la cara. La diversión.

De alguna forma monstruosa, lo sé, me sorprendo esperando que llegue un día en que el Gobierno de Rodríguez Zapatero no tenga para pagar la mensualidad a los funcionarios, esas "milicias chavistas" del actual ejecutivo español. Seguro que se reiría menos. Porque el presidente del Gobierno es obvio que se lo pasa muy bien si una empresa no perteneciente a uno de los del círculo de íntimos o un profesional liberal en España se queda sin trabajo, ya que de esas tres palabras, "profesional", "liberal" y "trabajo", al menos detesta dos, las últimas, y a la primera la tiene en cuarentena. En cambio, se pondría solemne si se entera de que un solo asesor de Moncloa tiene que fichar para justificar el sueldo, además de cobrar, o un solo minero sacado de los poemas de Gamoneda tiene que ir a la mina, con lo bien que están cobrando en sus casas porque sale más barato al Erario. Zapatero se lo pasa pipa, teta, fetén y chachi en un escenario catastrófico en que los que se quedan sin trabajo son precisamente los que lo tenían, trabajo, digo, y no sólo sueldo. ¡Qué bien habla el sano con el enfermo! En cambio, el día en que empiecen a no tener sueldo los que siempre lo han tenido...

El día en que el Estado no tenga para pagar las pensiones ni de jóvenes ni de viejos (de momento ya me dicen que el INEM se está retrasando en los pagos, y a veces escamoteándolos), el día en que las hordas de asesores de Moncloa tengan que pasar a la cesantía, el día en que nadie compre los bonos del Estado Español, el día en que los funcionarios, exasperados por no tener ni para las cervecitas de después de la enésima manifa contra la guerra de Irak, asalten una sesión de ópera mientras el presidente, en una cualquiera de sus regulares tardes de asueto, asiste a "el anillo de los nibelungos"... Será entonces cuando Zapatero dira unas célebres palabras: "la desaceleración económica provocada por Bush está jugando con mis cosas de comer, coño".

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