Recuerden la escena ante la prensa post chapuzón caribeño entre don Manuel Fraga, por entonces presidente de Galicia, y don Fidel Castro, reputado centrorreformista antillano en perpetuo viaje a la moderación. El mejor cumplido que le podía hacer don Fidel Castro a don Manuel Fraga, de Patrón a Patrón, para que se enterase bien la opinión pública mundial y eliminar el pasado franquista a través del más prestigioso padrino: "Fraga es más de izquierdas que muchos que se dicen de izquierdas", aseguró. Palabra de estudioso del tema. Y otra receta concedida gratis por don Fidel Castro, que diríase guardada durante muchos años por don Manuel Fraga en el cofre de las siete llaves hasta que ha podido entregársela en mano a don Mariano Rajoy, para que la aplique a la actual situación interna del PP: "En Cuba podrá haber cambios. Ahora, lo que no podrán haber son recambios". Mariano lo ha clavado en el respaldo de su sillón.
A partir de ahí, todo es explicable. Las lágrimas emocionadas del Patrón número dos (o número uno) al pisar la tierra de sus ancestros en revolucionario viaje oficial, su opinión de que el famoso artículo de Elorriaga en "El mundo" negándole capacidad de liderazgo a Rajoy "es una sandez", su ya expresa imposición sacral de manos sobre la cabeza del ungido (como sucesor de Rajoy) Gallardón, incluso, retrospectivamente, el elogio no envenenado sino sincero de Castro a Fraga explica también la elección del antisistema Jorge Verstrynge como delfín, de Hernández Mancha como hijo predilecto y el gusto de la antigua/novísima AP por los guardaespaldas provinientes del terrorismo argentino. Todo encaja. Una cosa para cada lugar y un lugar para cada cosa. Manuel Fraga es hoy el mismo que entonces acababa de salir del chapuzón. De cualquiera de ellos: el cubano y también de el de la playa de Palomares en Almería. Quizás nos hemos precipitado durante cuarenta años al juzgarle. Nos teníamos que haber recelado algo. Como muy tarde, desde que Franco le hizo por primera vez ministro.
Según los italianos, "un bel morir tutta la vita onora". Y un mal extinguirse hace lo contrario. En el PP muchos están espantados, quizás sin motivos para ello (porque ya decimos que el patrón no ha cambiado), creyendo que el que se metió en la sopa caribeña era, sí, don Manuel, el fundador, pero como hacían los buzos con los atunes que le enganchaban al generalísimo, el que salió del agua al llamado de la prensa eran los restos de un animal prehistórico tenido por extinto que, hace más de década y media de aquello, ya olía insoportablemente a podrido.