He oído estos días de todo en relación al fracaso del Estatuto de Castilla-La Mancha a causa del Trasvase del Tajo, y, curiosamente, no estoy de acuerdo prácticamente con nada de lo que se ha dicho. Tiene mucho mérito, porque las versiones y lecturas, dependiendo de los barrios, han cubierto todo el llamado "espectro": que si ha sido un triunfo personal del presidente murciano Valcárcel contra los demás, que si la secretaria general del PP y aspirante a la presidencia manchega María Dolores de Cospedal ha entrado por fin en el buen sentido, que si el Estatuto bueno era el propuesto por el PP y el propuesto por el PSOE era el Estatuto malo, que si el presidente manchego Barreda no sabe cómo ocultar su humillación ante su electorado y por eso le echa la culpa al PP... No se crean nada. La verdad ha resultado mucho más extraña, y contradictoria. Yo diría que hasta inusitada, inexplicable.
Pensábamos todos que del duelo político irrefragable entre la candidata manchega Cospedal y el presidente murciano Valcárcel habría un muerto y una viva, no que de ese duelo entre dos el que saldría más fresco que una lechuga es alguien que pasaba por allí, un tercero, el presidente manchego Barreda. Entre dos concepciones antagónicas sobre política hídrica dentro del PP (la que mantenía Cospedal en Castilla-La Mancha y la que mantiene Valcárcel en todas partes) ha resultado que de ese enfrentamiento la concepción que ha salido triunfante en el grupo popular es... algo que se parece inquietantemente a lo propuesto por los socialistas. Que el Estatuto manchego no haya sido aprobado es lo de menos. Otras normas vendrán que llorar nos harán. No creo en absoluto que Valcárcel se haya cobrado una víctima en Cospedal, porque Cospedal, siendo desde luego víctima porque le va a costar explicar lo suyo a sus electores, se ha cobrado a ella misma. Y sin necesidad, porque si leemos la letra pequeña de lo propuesto por su partido unánimemente lo suyo se parece mucho más a un triunfo.
Porque es el primer caso conocido, el de Cospedal, de que, haciendo valer en realidad su tesis, que por lo visto son también las de Mariano, dentro del PP (cifrar las "necesidades hídricas" manchegas en 4000 hectómetros cúbicos es tanto, si no exactamente lo mismo, que poner una "reserva hídrica" de 4000 hectómetros cúbicos en el preámbulo del Estatuto, sólo que el hambre en lugar de venir mañana viene pasado mañana), tiene que actuar, dentro del paripé absoluto que es la política española, como si hubieran fracasado. Tiene que establecer diferencias artificiales con Barreda, hablando de "cerrazón" y de "intolerancia", para que, primero, parezca que dentro del PP han llegado a una postura común cuando la redacción final estatutaria que expelió el PP lo que indica es que a lo que llegaron es a una confusión común, a un acertijo común, a un trabalenguas común. Y, segundo, para que el PP en Castilla-La Mancha parezca que mantiene algo distinto a Barreda, que desde luego no lo parece. Y no lo parece porque, si nos echamos a la cara (y encima tenemos la manía de leerlo) el papelito que sacó García Tizón como homenaje a la sofística en forma de propuesta final del PP para el Estatuto manchego, en realidad no hay nada sustancialmente distinto a lo que quería el PSOE. En el PP, ganando todos aparentemente, han perdido todos. Y a quien va de ofendido, Barreda, no le cabe la sonrisa interior bajo su faz de cemento armado.