Cuando el articulismo era rellenar huecos entre la publicidad
Leo en este mismo periódico que da cobijo al "blog" que los expertos en marketing aconsejan a las empresas no quitar la publicidad de los medios cuando hay crisis. "Es como anunciar a los cuatro vientos que estás en crisis". Eso al parecer echa a la gente para atrás a la hora de consumir los productos que antes veía anunciados en la publicidad, con lo que la crisis por falta de ventas de esas empresas se ahonda.
Sin embargo, como el pánico en la Bolsa, o el fuego en los teatros de madera, el retirar la publicidad cuando hay crisis es algo instintivo e irracional, e imposible convencer a la mayoría de los empresarios de que con los recortes en publicidad en realidad están recortando su empresa. Los que hemos trabajado toda la vida en periódicos sabemos de qué va la vaina. Las crisis, desde la prensa (la prensa es un medidor excelente, por extremadamente sensible, de los cambios en la barometría del Producto Interior Bruto de un país), se notan en que llamas al departamento de publicidad de las empresas para que te pongan publicidad y te dicen dos cosas: uno, que ha desaparecido el departamento de publicidad porque ya no les servía para nada y, dos, que tampoco te van a poner publicidad porque también piensan que la publicidad cuando hay crisis no sirve para nada. En la prensa siempre se ha dicho que "los periódicos son el espacio que hay que rellenar en el hueco que deja la publicidad". Hace años escribía en un diario boyante donde mis artículos siempre salían en posturas extrañas. Publiqué allí miles de artículos y creo que ninguna columna. Quiero decir que nunca salieron en el recuadro para el que estaban pensados teóricamente, de arriba abajo de la página, con esa limpieza de líneas circunspecta y un poco ática que es fundamental en cualquier sección de periódico que quiera que la tomen en serio, y sobre todo que la encuentren al pasar las páginas. Y todo porque vivíamos en época de vacas gordas, y la fluente publicidad acogotaba, aplastaba mis artículos hasta hacerlos irreconocibles. Mis palabras debían quebrarse hasta lo inverosímil, ocupando espacios inéditos en la página, por ofertas de muebles "al detall" o por nuevos tratamientos para el pelo. Cuando mis artículos no salían en forma de "L" mayúscula salían en forma de regleta de sepulturero, y cuando no los hacían continuar en otra parte (a veces se olvidaban de qué parte).
Eso naturalmente ha desaparecido por completo. Hoy en cualquier periódico podría publicar unas columnas tan perfiladas e imponentes como las de los templos griegos de Sicilia porque espacio es lo que sobra, pero falta la única razón de ser de los periódicos, al menos a juicio de los que los dirigen: lo que no es el relleno que se pone luego, la publicidad. Por fin, con la crisis, podría publicar columnas hechas y sobre todo derechas, pero ya la publicidad que hace años me aplastaba hasta los bordes de la página no me las pagaría.
Sin embargo, como el pánico en la Bolsa, o el fuego en los teatros de madera, el retirar la publicidad cuando hay crisis es algo instintivo e irracional, e imposible convencer a la mayoría de los empresarios de que con los recortes en publicidad en realidad están recortando su empresa. Los que hemos trabajado toda la vida en periódicos sabemos de qué va la vaina. Las crisis, desde la prensa (la prensa es un medidor excelente, por extremadamente sensible, de los cambios en la barometría del Producto Interior Bruto de un país), se notan en que llamas al departamento de publicidad de las empresas para que te pongan publicidad y te dicen dos cosas: uno, que ha desaparecido el departamento de publicidad porque ya no les servía para nada y, dos, que tampoco te van a poner publicidad porque también piensan que la publicidad cuando hay crisis no sirve para nada. En la prensa siempre se ha dicho que "los periódicos son el espacio que hay que rellenar en el hueco que deja la publicidad". Hace años escribía en un diario boyante donde mis artículos siempre salían en posturas extrañas. Publiqué allí miles de artículos y creo que ninguna columna. Quiero decir que nunca salieron en el recuadro para el que estaban pensados teóricamente, de arriba abajo de la página, con esa limpieza de líneas circunspecta y un poco ática que es fundamental en cualquier sección de periódico que quiera que la tomen en serio, y sobre todo que la encuentren al pasar las páginas. Y todo porque vivíamos en época de vacas gordas, y la fluente publicidad acogotaba, aplastaba mis artículos hasta hacerlos irreconocibles. Mis palabras debían quebrarse hasta lo inverosímil, ocupando espacios inéditos en la página, por ofertas de muebles "al detall" o por nuevos tratamientos para el pelo. Cuando mis artículos no salían en forma de "L" mayúscula salían en forma de regleta de sepulturero, y cuando no los hacían continuar en otra parte (a veces se olvidaban de qué parte).
Eso naturalmente ha desaparecido por completo. Hoy en cualquier periódico podría publicar unas columnas tan perfiladas e imponentes como las de los templos griegos de Sicilia porque espacio es lo que sobra, pero falta la única razón de ser de los periódicos, al menos a juicio de los que los dirigen: lo que no es el relleno que se pone luego, la publicidad. Por fin, con la crisis, podría publicar columnas hechas y sobre todo derechas, pero ya la publicidad que hace años me aplastaba hasta los bordes de la página no me las pagaría.
Pues nada, pues que sigo esperando oir esRadio en Cartagena. Ha pasado otro fin de semana y estamos como estaBAmos, con ná de ná. Si el problema es que no hay ninguna emisora dispuesta a colgarse de la cadena podemos hacer una cuestación popular entre los posibles futuros oyentes ( que SEMOS muchos ) y comprar alguna emisorilla pequeña de estas que las oye el dueño y su familia y engancharla a la cadena de es Radio. Es una sugerencia, pero haced algo pronto, ¡C.ño!.